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Ésas que lo quieren todo

SOLEDAD ALCAIDE
Resulta que, para que en el Congreso todos los focos se centren en los temas que afectan a las mujeres, hay que montar polémica. Sea con un bebé, como ayer Carolina Bescansa, o a pecho descubierto, como Femen. No es a ellas a quienes cuestiono, sino a los que las critican porque dan por supuesto que no hay que seguir luchando. Pero si el recién elegido presidente del Congreso, Patxi López, todavía a estas alturas tiene que recordar a Clara Campoamor y hacer recuento de las víctimas de la violencia machista en su discurso, será porque no todo está conseguido.
A mí me emociona que haya mujeres con la valentía de ponerse bajo los focos para que lo que todavía no es habitual, se visualice. Para que los derechos de las mujeres sean objeto de debate. ¿Que Bescansa se quiso hacer la foto? Por supuesto. Igual que todo el arco parlamentario. Como los ecologistas que van a la Cámara en bicicleta, los que se colocan una mordaza en la boca o hablan en catalán en la tribuna para ser amonestados y expulsados. De esto va la política.
Las críticas a la diputada de Podemos han ido dirigidas a cuestionar que defienda así la conciliación, a que ya está solucionado “su” problema porque hay guardería, a que lleva al bebé al trabajo, cuando la mayoría no pueden hacerlo. Pero creo que lo que ella ha subrayado, probablemente sin pretenderlo, no es la conciliación en sí, sino algo que afecta a todas las mujeres que deciden ser madres: en algún momento tienen que optar entre la profesión o los hijos. Y la elección de Bescansa es bien clara: no quiere perderse ninguna de las dos cosas. No es nuevo que vaya a todas partes con su hijo. Ya lo hacía en los mítines; respetemos al menos la coherencia.
La diferencia es que este camino hasta ahora no lo habíamos visto públicamente. Pero es tan lícito como el de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, cuando decidió que no iba a renunciar al puesto para el que llevaba toda una vida preparándose. O el de Elvira Fernández, Viri, la esposa de Mariano Rajoy, que aparcó una carrera de ejecutiva para ocuparse de sus dos hijos en La Moncloa. O el de Carme Chacón, que compatibilizó la crianza de su bebé como ministra de Defensa.
He oído críticas a la diputada de Podemos sobre la base de que ella “puede” llevarse al bebé al trabajo y tenerlo a su lado. Exactamente. Elegimos cuando podemos. Hay miles de madres que, si quieren trabajar, dependen de abuelos, padres en paro o de tener dinero para pagar una niñera. Y, si no tienen nada de eso, se ven obligadas a renunciar a un proyecto profesional. O que, teniendo la logística solventada, no pueden soportar la presión laboral o sienten que abandonan a sus hijos. Porque, desafortunadamente para todas ellas, España sigue estando a la cola en conciliación.
Y así sólo quienes pueden, eligen. Pero que haya guarderías no nos obliga a dejar allí a los niños, si elegimos criar en el apego. Que tengamos hijos no nos obliga a ocuparnos de ellos las 24 horas, si tenemos ambición profesional. Lo deseable es que las mujeres (y los hombres) puedan elegir. Entre ser madres gallina o malasmadres. También el camino intermedio, el que ha tomado Bescansa. Y, en nombre de las que querríamos haber tenido todo y no pudimos, le doy las gracias a la diputada de Podemos por hacer lo que le sale del escaño.
 EL PAÍS, Jueves 14 de enero de 2016

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