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Qué hacen los padres alemanes y finlandeses que los españoles no hacemos

HÉCTOR G. BARNÉS
Hay muchas cosas imposibles de aprender hasta que uno se enfrenta a ellas, y quizá la más complicada sea la crianza de los hijos. Vivimos en un momento de permisividad que ha provocado que muchos padres españoles empiecen a sospechar que, quizá, se han pasado de la raya. ¿Libertinaje frente a la férrea disciplina que durante décadas fue la pauta educativa? No ocurre únicamente en nuestro país: como explicábamos recientemente, algunos expertos en educación extranjeros, como Leonard Sax, señalan los problemas que conlleva tratar a los niños como si fuesen adultos y confiar en su criterio para tomar todas las decisiones.

Por eso puede resultar útil conocer qué está ocurriendo en otros países para mejorar un poco el rol de los padres. Por ejemplo, Alemania y Finlandia, dos de los países más modernos y, al menos el último, uno de los grandes ejemplos en lo que se refiere a la educación de calidad. Si sus niños suelen aparecer en los primeros puestos del informe PISA, por muy discutible que pueda resultar este, es que algo están haciendo bien. Pero no sólo los padres, claro está, sino también la sociedad en su conjunto, que se implica para que los niños sean de verdad el futuro por el que trabajamos.

Padres e hijos, juntos desde el principio


Actualmente, la ley española contempla que corresponden a los padres 16 semanas de baja (ampliables a 18 en caso de gemelos o mellizos), de las cuales seis pertencen por completo a la madre y deben disfrutarse justo después del parto. Por el contrario, el permiso de paternidad puede alargarse mucho más tiempo en Finlandia, en casos excepcionales incluso hasta los tres años, aunque suele rondar los cuatro meses para la madre y un máximo de 54 días laborables para los padres. Es decir, al contrario de lo que ocurre en países como España (y otros tantos, en eso no somos una excepción), los progenitores pueden dedicar mucho más tiempo a sus bebés algo que, como cada vez demuestran más estudios, influye de manera sensible en la posterior evolución del niño.

Buenos profesores desde una edad temprana

No se trata únicamente de que los progenitores puedan pasar más tiempo con sus hijos, sino también de que el apoyo público es mucho más significativo, especialmente en lo que concierne a las guarderías y la educación preescolar. Una de las grandes apuestas del sistema educativo finlandés es la de contratar a profesores de primer nivel incluso para cuidar de los más pequeños: como explica en primera persona una familia finlandesa entrevistada en 'Independent.ie', tanto la educación como los libros, la comida o el transporte de los más pequeños está financiada por el estado, y además, al menos uno de cada tres docentes deben tener una carrera o un máster en Educación o Ciencias Sociales.

Confianza, no control

Lo explica Sara Zaske en un reportaje publicado en 'Time': los niños alemanes, frente a lo que podríamos pensar debido a los estereotipos (la férrea disciplina germana, ¿no?), son mucho más libres. La razón es que para ellos la independencia y la responsabilidad son dos valores muy importantes y, por lo tanto, intentan que sus hijos lo sean incluso a una temprana edad. Ello se refleja, por ejemplo, en la configuración de los 'kindergarten', en los que conviven los niños de muy diferentes edades; o en la Primaria, donde no son calificados con notas al menos hasta los nueve años (tampoco hay repeticiones de curso) y no existe diferenciación entre asignaturas: los niños no repiten durante esta fase, puesto que se considera que deben desarrollar su potencial.

En la calle

Durante décadas, la mayor parte de niños españoles se criaron en la calle o en los parques, hubiesen nacido en pueblos, grandes capitales o ciudades dormitorio, puesto que todos ellas tenían lugares seguros donde poder jugar. El cambio de costumbres y los nuevos desarrollos urbanísticos, no obstante, han terminado por provocar que la calle se haya abandonado en favor de otros entornos privados, o que sea impensable que un niño pequeño acuda al colegio por su cuenta. En Alemania, no obstante, sigue siendo frecuente (¡incluso a pesar de las bajas temperaturas!) no sólo que caminen hacia la escuela, sino también que tomen el transporte público por su cuenta. Los grandes problemas de seguridad son los del tráfico, no los secuestros, casi inexistentes en Alemania.
Hay un valor intrínseco en la independencia y el juego de los niños, por lo que se debe abogar por crear espacios seguros en los que puedan jugar al aire libre
Cada vez más expertos recuerdan la importancia de la movilidad independiente ('independent mobility'), el término que sirve para referirse a la “libertad de los niños para moverse en su vecindario sin supervisión de los adultos”. Como indica un informe del Policy Studies Institute centrado en la situación inglesa y la alemana, hay buenas razones para apoyarla: no sólo aumenta su nivel de actividad física, lo que ayuda a prevenir la obesidad infantil, sino que también mejora su sociabilidad y su bienestar mental. Además, el informe señala que hay un “valor intrínseco” en la independencia y el juego de los niños, por lo que se debe abogar por crear espacios seguros en los que puedan jugar.

¿Leer? No es tan importante

Uno de los grandes retos de los padres españoles es conseguir que sus retoños aprendan a leer a muy temprana edad, ya que durante mucho tiempo ha existido la idea de que es uno de los factores más influyentes en su aprendizaje posterior. En Alemania no lo tienen tan claro, y gran parte del tiempo de guardería se dedica al juego y al aprendizaje social, rodeado de otros niños. Y, sin embargo, ello tiene un efecto devastador en la formación de los más pequeños: según el informe de PISA 2012, los niveles de lectura en Alemania se encuentran por encima de la media de la OCDE (y mejorando), mientras que España estamos un poco por debajo (y estancados).

'Einschulung' y 'jugendweihe'

Estos términos son los utilizados para referirse a dos de los más importantes ritos de paso para un niño alemán: la matriculación ('einschulung') en la Primaria, que se celebra un sábado, primero con los futuros compañeros del colegio y más tarde con los padres, y la iniciación ('jugendweihe'), que tiene lugar cuando se cumplen 14 años, es decir, el momento en que empieza la adolescencia. En España celebramos el momento en el que abandonamos la escuela (al final de cada curso o en la graduación); en Alemania, el instante en que empezamos a estudiar, lo que provoca que el comienzo de la vida escolar esté relacionada con algo positivo.

Nada de padres helicóptero

Cada vez es más común escuchar, incluso en nuestro país, el concepto de “padres helicóptero” para referirse a aquellos tan hiperprotectores que atienden constantemente a las necesidades de los niños. Como explicaban en 'Taught by Finland', es habitual que muchos niños se encuentren, cuando vuelven, a casa, que sus padres no están. ¿Niños llave, por lo tanto, en referencia al concepto que se utiliza para referirse a aquellos que pasan la tarde solos en casa porque sus progenitores tienen que trabajar?
Sabía que eran capaces de tener éxito al mismo tiempo que disponían de una gran libertad
Quizá, aunque forma parte de esta constelación de decisiones que tienen como objetivo reforzar la confianza en el niño, algo que también ocurre en la escuela: como señala en el artículo anteriormente referido una profesora, “sabía que eran capaces de tener éxito al mismo tiempo que disponían de una gran libertad”. Quizá la clave se encuentre ahí: en lugar de centrarnos en pensar si los pequeños tienen más o menos independencia, como aboga Sax en 'The Collapse of Parenting' (Basic Books), probablemente deberíamos preguntarnos de qué manera podemos esculpir esa libertad en su propio beneficio.
EL CONFIDENCIAL, Martes 26 de enero de 2016

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