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¿Cuándo puede comer tu hijo chucherías?

M.J.PÉREZ-BARCO


A los niños les vuelven locos y para los adultos son una tentación. Comer «chucherías» resulta siempre un placer si se hace con moderación, pero si se abusa de ellas pueden dar más de un problema sobre todo a los más pequeños, algo que no se cansan de repetir endocrinos y pediatras. Nadie recomienda prohibirlas, pero sí limitar su consumo y ser estrictos en ello. Son productos hipercalóricos: solo cien gramos de gominolas aportan 360 calorías. «Las chucherías están hechas de azúcar en sus más diversas y curiosas presentaciones junto con otros ingredientes como gelatina, aromas, colorantes y aditivos acidulante, espesantes, gelificantes o potenciadores del sabor. Aportan lo que se llaman calorías vacías (energía que no tiene nutrientes) por lo que si el consumo es frecuente o excesivo hace que el organismo acumule estas calorías y no las gaste, favoreciendo la obesidad y las alteraciones del metabolismo de la glucosa», explica Susana Ares, pediatra y directora de infirmus.es, una nueva web de la salud y la enfermedad elaborada por un grupo de médicos y profesionales sanitarios.
Las chucherías pueden resultar muy peligrosas para los más pequeños. «Su textura gomosa se mastica con dificultad, lo que puede provocar atragantamientos que podrían desembocar en asfixia —dice la pediatra—. No recomendamos para bebés y niños menores de tres años chicles, caramelos duros y palomitas de maíz. Los frutos secos no se ofrecerán ni deben estar al alcance de los niños menores de cuatro años», como también aconseja la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (Aepap).

Valor pedagógico

Y que nadie se engañe, ninguna chuchería es buena. Incluso aquellas que se comercializan como productos «sin azúcar», ya que, según expone la doctora Ares, «contienen sustancias sustitutivas edulcorantes como el sorbitol y el xylitol, que tomadas en grandes cantidades pueden provocar dolores abdominales y diarreas, debido a su efecto laxante». En lugar de chucherías, la pediatra recomienda otras sugerencias que también pueden resultar atractivas como frutas escarchadas troceadas, almendras garrapiñadas, orejones, higos y pasas. Siempre vigilando y supervisando al niño cuando las ingiera.
Si los padres son estrictos, las chucherías pueden tener un valor pedagógico. Hay que establecer un máximo de golosinas a la semana y días sin chuches para que los niños comprendan que son excepciones (los domingos, un cumpleaños...).
Estos son los riesgos sobre la salud que conlleva abusar de las chucherías:

—Inapetencia: tomar entre horas y sin control chucherías provoca falta de apetito cuando llega la hora de la comida, ya que sus calorías sacian.

—Caries: las chucherías contienen azúcares simples que son fermentados por las bacterias de la placa dental y contribuyen a la formación de caries. Como norma, los dientes hay que lavarlos después de comer golosinas.

—Alergia: los aditivos dan color, sabor y aroma y contribuyen a potenciar su atractivo. Algunos pueden favorecer reacciones y erupciones en la piel (urticarias o brotes de dermatitis atópica) e incluso asma (colorantes azoicos).

—Obesidad: son productos hipercalóricos. Si la cantidad de azúcares ingerida sobrepasa los límites de almacenamiento, el exceso de glucosa en sangre se transforma en grasa en el tejido adiposo.

—Atragantamientos: que muchas veces son evitables. La comida es un acto que requiere su atención, evitando distracciones: se debe procurar que el niño no corra, ría, llore o hable con la comida en la boca. Los frutos secos no se ofrecerán ni estarán al alcance de menores de cuatro años.

Esto es lo que contienen las «chuches»

ABC, Martes 11 de febrero de 2014

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