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"Los padres tenemos que aprender a controlar nuestra necesidad de controlar"

GEMA LENDOIRO / MADRID
La adolescencia es vista por muchos padres con auténtico temor porque es una etapa en la que los niños comienzan a dar muestras de sus ganas de libertad e independencia algo que, a veces, puede llevar a usar mal esa libertad. Las drogas, el alcohol, el sexo mal entendido, los embarazos no deseados, las malas compañías son, quizás, los problemas que más preocupan a los padres con hijos en edades adolescentes. ¿Qué hacer? ¿Cómo resolver esos conflictos de la manera más adecuada? No es una tarea fácil, «pero es posible», asegura Antonio Ortuño Terriza, psicólogo Infanto-Juvenil y especialista en Psicología Clínica. Este profesional trabaja con familias cuyos hijos e hijas padecen diferentes problemáticas psicológicas: inseguridad, baja autoestima, problemas de comportamiento, dificultades de relación, ansiedad… y es autor del libro «Familias Inteligentes: claves prácticas para educar» y director y psicólogo del Centro de Psicología y Asesoramiento Familiar «Familias Inteligentes». www.familiasinteligentes.com

—Los amigos de nuestros hijos son una fuerte influencia durante la adolescencia. ¿Cuáles son las mejores estrategias para evitar que nuestros hijos se relacionen con adolescentes, digamos, más conflictivos?
La mejor estrategia es que los padres hayamos sido y sigamos siendo una fuente de información válida para sus decisiones, que nos perciban creíbles, que estemos disponibles, que confiemos y respetemos sus decisiones. En definitiva, que los conflictos en casa se resuelvan de una manera amable y firme, con coherencia y previsibilidad. Creo que existe una regla: conflictos mal resueltos en casa, mayor influencia negativa fuera de casa. Cuando una familia acude a mi consulta porque su hijo gestiona mal los riesgos, siempre encuentro a padres y madres que utilizan estrategias inadecuadas: regañan mucho, castigan, control excesivo, desconfianza.

—El sexo mal entendido trae enfermedades venéreas y embarazos no deseados. ¿Qué edad es la ideal para empezar a hablar de estos temas de una manera abierta y sin vergüenza y qué mensaje es el más importante a transmitir?
Creo que para hablar de sexualidad no hay edad. Debe ser un proceso vivido desde la naturalidad y la normalidad, respetando los ritmos evolutivos y acomodando la información a cada edad. O más bien, formación, es decir, que cuando pregunten por el tema, en lugar de dar nuestra información, primero hemos de escucharles. Deben sentirse acompañados en sus vivencias y en las emociones que siempre están asociadas a la sexualidad y al enamoramiento.

—Los horarios. Los horarios a los que nuestros adolescentes deben volver a casa suele ser un motivo de disputa. ¿Qué hacer para negociar estas vueltas? ¿Qué es lo más razonable según las edades?
El objetivo final de de la educación debe ser la búsqueda de su autonomía, de su independencia. En este caso, llegará un momento en que nuestros hijos decidan por sí mismos a qué hora salen y a qué hora vuelven. Pero antes, efectivamente, es bueno negociarlo. La primera vez que llegue tarde, en lugar de castigar, hay que establecer un compromiso. ¿Qué quieres que hagamos tus padres la próxima vez que llegues tarde? Junto con el hijo, se llega un acuerdo de si llega pronto, qué es lo que pasa, y si llega tarde, qué es lo que pasa. Y ese compromiso es razonado, concreto y equilibrado. Y después, el hijo decide. Y los padres cumplen lo pactado. 

—Padres agobiantes versus padres permisivos. ¿Dónde está la virtud? ¿Es bueno querer saber dónde están tus hijos en cada momento o por el contrario esa sensación de control puede hacernos obtener el efecto contrario?
El control excesivo no es nada recomendable. Genera desconfianza, falta de respeto, exceso de preocupación. Yo en mis terapias, siempre les digo a los padres, (independientemente de si su hijo tiene 5 años como si tiene 15 ó 25) que diferencien tres cosas: las decisiones que tenemos que seguir tomando los padres porque nuestros hijos no tienen los recursos necesarios (control adulto), las decisiones que pueden ya tomar nuestros hijos pero necesitan nuestra ayuda (control compartido), y las decisiones que ya tienen que tomar nuestros hijos sin nuestra ayuda (control de los hijos). El equilibrio de estas tres zonas es la clave. Un control externo respetuoso favorece el autocontrol.

—Alcohol y drogas. ¿Cómo actuar y hablar con los hijos antes de que sea demasiado tarde?
Me gusta matizar, el alcohol también es una droga. Lo digo porque por mi experiencia, la mayoría de las personas que han tenido problemas con las drogas ilegales, antes han tenido problemas con el consumo de las legales (que no significa que el tener problemas con las legales vaya a tener problemas con las ilegales). La conducta de inicio de consumo de las drogas legales está entre los 13 y 14 años, pero dos años antes todos los adolescentes tienen consumo conversacional. Me explico, todos hablan y les hablan de las drogas, para bien o para mal. Y las habilidades que tienen que aprender son expresar opiniones responsables, hacer críticas, decir no… habilidades que los padres hacemos de modelo desde que son pequeños. Y me remito a lo que he contestado en la pregunta de sexualidad. Si tu hijo te pregunta ¿fumar es malo, mama? En lugar de contestar «Pues claro», lo que hay que contestar es «¿Tú qué crees?» «¿Qué sabes tú sobre esto?» «¿Qué dudas tienes?».

—¿Qué hacer si un día un hijo de 13 o 14 años llega a casa borracho o con signos de haber consumido drogas?
Actuar con calma, y si la hemos perdido, demorar la conversación para otro momento. Regañar, abroncar, castigar, lejos de resolver el problema, suele aumentarlo. Y cuando se hable con el hijo, fuera interrogatorios y sermones. Hay que aprender a escuchar, cómo lo ha vivido, qué conclusiones saca de su decisión, cómo va a gestionarlo la próxima vez, en qué cree que le podemos ayudar. Y dar muestras de confianza de que va a gestionarlo de forma responsable, mostrando respeto por sus decisiones.

—Internet. Pautas para evitar acosos no deseados, pornografía, pederastia en la red, timos…
Para que sepan gestionar los riesgos (el consumo de drogas, uso de internet, sexo…) los padres tenemos que aprender a controlar nuestra necesidad de controlar. No se puede fomentar la responsabilidad si la preocupación está en el mundo adulto de forma exagerada. Educar en la gestión de los riesgos que se van a encontrar es clave. Para ello, en cada etapa evolutiva nuestros hijos tienen que ir asumiendo las responsabilidades y obligaciones evolutivas. Es decir, hay que preguntarse continuamente ¿en qué me necesita mi hijo realmente? Como digo en mi libro Familias inteligentes: claves prácticas para educar, los padres tenemos que pasar de ser imprescindibles a ser prescindibles. Si confiamos en ellos, les hace sentir más competentes a la hora de afrontar los riesgos. Y si les respetamos, cualquier problema que tengan saben que estamos ahí, disponibles para acompañar, buscando nuestro apoyo incondicional.
 
ABC, Sábado 22 de febrero de 2014

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