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¿Cómo explicar a tus hijos que tienes cáncer?

JAVIER SALVATIERRA
Crep
Vanessa, con sus hijos. (KIRSTEN GÓMEZ)

LA SALA DE QUIMIO MOLA”. Así, en mayúsculas. Estas cuatro palabras y media -sí, a “quimio” le falta “terapia”- dan una idea de la persona de la que hablamos hoy. Es una persona que ha convertido el cáncer, su cáncer de mama, en una aventura, en un relato. Una historia que encanta, como un crêpe de Nutella, a sus hijos, dos, mellizos de apenas cuatro años. Una relato de piratas, de caricias en la cabeza, de un botón mágico por el que transmitir energía. Un cuento que se desarrolla en un año. Un cuento para todos. Y con final feliz, seguro.
Esa historia es la de Vanessa Nueda, gerundense de 36 años, empleada en ventas y márketing, madre de Èric y Martina. Hace un  poquito más de un año recibió la visita del Sr. Cáncer, como le llama ella. Le diagnosticaron un agresivo cáncer de mama. Fase 4, con metástasis en los ganglios de la axila. Un palo. “Apareció de golpe, había pasado una revisión en julio y todo bien. Y en octubre… Un shock total”, me cuenta por teléfono. Tuvo que pasar deprisa y corriendo por el quirófano -dos veces- y someterse después a 16 ciclos de quimioterapia -4 de 21 días y 12 semanales- y radioterapia. Más una mastectomía. Finalizará el tratamiento, la tercera fase de quimio, en abril del año que viene. Ante un panorama como este, muchos -me incluyo- se hundirían, probablemente.
Y a Vanessa también se le cayó el alma a los pies. “Estoy enfadada, siento rabia, miedo, tristeza, desesperación… pienso en mis hijos, mi marido, mis padres, mis hermanas, mi familia”, escribió en cuanto se lo permitió su primera operación. Como cualquiera. Pero no a todo el mundo le da por escribir un blog para contarlo. ¿Y cómo se te ocurre? “Yo soy muy introvertida para mis sentimientos. Pero, tras la primera operación, mi ginecóloga -la misma que le diagnosticó el cáncer y que trajo al mundo a sus hijos- me recomendó: “Coge el año para ti, cuídate”. Y mi marido también me animó a hacer algo que me mantuviese activa, pero que no me obligase. Además, yo tenía desde hacía tiempo la inquietud por tener un blog”. Así nació El crep de mi vida, el blog donde Vanessa ha ido contando, “como terapia, como desahogo”, su aventura con el cáncer. Dejo que sea ella la que explique por qué el blog tiene ese nombre, bien curioso.
Hasta aquí, la historia puede resultar más o menos convencional. Vale, pero ¿cómo le dices a tus hijos, entonces de tres años, que tienes cáncer? Que vas a estar mala y no va ser un catarro, que durará meses, que habrá días en los que no puedas ni levantarte, que perderás el pelo… A Vanessa y su OTRA MITAD se les ocurrió una forma original y responsable, ejemplar, diría. Implicarlos. “Lo hicimos pensando en su propio bien. Si no lo explicas, si lo ocultas, ellos sacarán sus propias conclusiones, porque el tratamiento es largo, hay días que lo pasas muy mal. Y a lo mejor concluyen que es culpa suya, se culpabilizan, piensan que mamá está malita por algo que han hecho”, cuenta Vanessa. Así que se lo dicen y les hacen partícipes -con suavidad, claro- de lo que hay y lo que va a pasar. De cada paso. Un  ejemplo: tras la primera operación, hasta participan en las curas.
Otro: A los 15 días de quimioterapia, mamá va a quedarse sin pelo. El post en el que lo cuenta Vanessa es conmovedor:
“...ellos están más que preparados para este momento, llevan esperándolo desde hace 15 días y son ellos los que me dan toda la fuerza para convertir el mal trago en un inocente juego… Me siento en el suelo para hablar con ellos, les explico que hoy ha empezado a caerse mi pelo y les enseño cómo se cae, cuando paso la mano. Ellos hacen lo mismo que yo y les divierte, lo repiten una y otra vez.
“La última más”, me dice Martina.
(...) Mis hijos contentos, dicen que estoy guapa y se ríen, rápidamente nos piden los pañuelos de piratas… Todo con tanta normalidad!!!”

Y hasta se permite una bromilla: “Tiene gracia que trabaje en el departamento de Marketing de una marca de Cosmética Capilar”.
Como los críos saben lo que ocurre, cuando llegan días malos, saben lo que hay que hacer. “Llegan del cole, mamá está en el sofá, dicen “mamá está malita”. Son muy conscientes. Así que van a su cuarto y traen sus gorros de superpoderes… Te alegran el alma”.
"Siempre digo que los peques perciben emociones y no son conscientes de la gravedad real de la situación, os puede sorprender pero para mis hijos, que su mamá tenga cáncer mola mucho, es un juego, su aventura y sus rituales se han convertido en algo mágico que han querido compartir con todos. Ya podéis imaginar que para mí no tiene nada de divertido, pero no hay nada más reconfortante en este mundo que estar enferma y ver que tus hijos, con 4 años, te dan una caricia y te dicen “Hoy necesitas mis poderes”, sigues estando destrozada y te pesa hasta el alma, pero te arrancan una sonrisa de profunda felicidad"
No es que les cuentes todo, hay cosas que te las piensas”, me dice al teléfono. “Lo del pelo, ¿qué les digo? Que es por un medicamento o que lo voy a donar a niños que no tienen. Pero sí quería explicarles que el tratamiento es largo y hay días de pasarlo muy mal”. No debe ir muy desencaminada cuando la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) ha recomendado como lectura su cuento. ¿Qué cuento?
Me ha ido tan bien la aventura con mis hijos, que tengo que compartirla, yo tengo que explicar a la gente que esto hay que hacerlo así”, recuerda. “La verdad es que me vi escribiendo el cuento sin darme cuenta. La gente que leía mi blog me preguntaba cómo se lo había explicado a mis hijos y empecé a escribir un word para responder”. La cosa creció y, como conocía a la ilustradora Alba Barceló, escribió Las aventuras del cáncer, un precioso relato bellamente ilustrado que puede descargarse gratuitamente en El crep de mi vida. En un formato, además, que los niños pueden colorear. Ese fue el cuento que recomendaba leer la AECC y que, me adelanta Vanessa, va a ser editado en papel, esta vez con los dibujos ya coloreados. No obstante, la versión descargable va a seguir a disposición de todo el mundo en El crep, me insiste.
Vanessa sabe que ha hecho lo correcto. Igual no lo es del todo para todo el mundo, pero está convencida de que, en su caso, ha optado por el mejor de los caminos. Hace ya más de un año que vive con el Sr. Cáncer, que le ha hecho pasar duras pruebas y al que está a punto de vencer. Lo ha escrito ella misma: “Aquí estoy, con 36 primaveras recién cumplidas, sin un pelo en la cabeza, batallando contra el cáncer, redescubriendo el mundo, más feliz que una perdiz. El cáncer (...) me ha regalado un año de VIDA y no porque en algún momento haya sentido que vaya a morirme, nada de eso… me ha enseñado a VIVIR".
EL PAÍS, Martes 24 de noviembre de 2015

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