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Lo que nunca debes hacer ante las pesadillas de tu hijo

LAURA PERAITA
Sí, los padres se preocupan por las pesadillas de sus hijos, «sobre todo cuando son primerizos», apunta Aurora Gavino, catedrática de Psicología de la Universidad de Málaga y autora del libro guía «Las pesadillas: Álex y el monstruo de los ojos rojos». Asegura cuando un niño grita por un mal sueño, se despierta y llora de forma angustiada, altera mucho a los padres que acuden corriendo a la habitación para calmarle.
«Las pesadillas son propias de la evolución del ciclo del sueño del ser humano y en la edad infantil su aparición está favorecida por las grandes dosis de imaginación y creatividad de los pequeños. El problema —explica— es que los adultos al tener una pesadilla tienen las herramientas y recursos para diferenciarlas de la realidad y el resto del día no están condicionados por un mal sueño. Sin embargo, los niños al despertarse asustados no saben qué les está pasando, creen que es real, lo que les alarma en gran medida y, al día siguiente, si la recuerdan, les condiciona su día».
Esta catedrática considera que los padres se dejan llevar por el instinto de protección de sus hijos ante un mal sueño, «y se cometen una serie de errores que es importante no cometer para que el niño no vuelva a sentir preocupación por ellas, las coja miedo y repercuta en su mala calidad del sueño y descanso, o llegue a aprovecharse y sacar beneficio de ellas al saber que sus padres acuden en su auxilio.
Según Aurora Gavino, estas son las acciones que no deben hacer los padres cuando el niño sufre una pesadilla:
Encender la luz de la habitación al entrar. Despejaríamos al pequeño y haríamos que la situación se alargara en el tiempo.
Mostrar angustia o preocupación por el episodio de la pesadilla. Si los niños ven a sus padres preocupados, ellos se preocuparán aún más y harán de su mal sueño un gran drama.
Comprobar que no hay monstruos o seres fantásticos en la habitación mirando debajo de la cama o dentro del armario. Si los padres lo hacen estarán dando a entender que los monstruos existen y que cualquier otro día pueden entrar en su habitación.
Reirnos de su situación o ridiculizarlo.
—Quedarnos a dormir en su habitación por si se repite la situación.
Administrar fármacos para que duerma.
Jugar con el niño. Debe dormirse lo antes posible para estar descansado.
Darle algún beneficio o recompensa por la situación que está experimentando. Puede utilizarlo y, en otras ocasiones, también esperará un premio. También puede inventarse que tiene una peadilla para obtener su recompensa.
Obligarle a dormir como si fuese un castigo. No se debe utilizar el chantaje emocional para que vuelva a quedarse dormido con frases como: si no te vuelves a quedar dormido, no te quiero.
Llevarlo a nuestra cama como algo puntual, ya que puede tomarlo como una rutina.
—No preguntarle sobre el contenido de la pesadilla.
ABC, Lunes 23 de noviembre de 2015

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