M. PALMERO
Reconozcámoslo, todos hemos odiado a nuestro suegro o suegra en algún momento. Es inevitable, ley de vida. Les queremos y tal, aceptamos sus cosas buenas y malas, pero hay instantes en los que desearíamos que estuvieran muy (MUY) lejos. Este sentimiento poco religioso aumenta considerablemente cuando nos convertimos en padres. Los hijos traen consigo debates y conversaciones interminables sobre su educación, y es aquí donde empiezan los problemas de verdad. No lo decimos nosotros (aunque lo pensemos), son las conclusiones de una investigación de la Universidad de Turku, en Finlandia.
Tras entrevistar a más de 1.200 parejas, los expertos descubrieron que antes de tener descendencia, las parejas tenían encontronazos con miembros de su propia familia, pero que después de tener hijos, las desavenencias se producían con, efectivamente, los suegros. Y todo por la sencilla razón de que los padres de la pareja de pronto se vuelven miembros de la familia, y comienzan a interferir más en el desarrollo del día a día.
Los resultados, publicados en la revista 'Evolutionary Psychological Science' y recogidos por 'PsychCentral', sugieren que tanto el conflicto con nuestros padres como con nuestros suegros está producido por el instinto. La investigación se apoya en que el hombre de las cavernas competía por los recursos del entorno para proporcionar alimento a sus críos, por ello, y no porque les odiemos, solemos tener esa desavenencia para con nuestros suegros y padres.
Por esta misma razón, las mujeres se vuelven ostiles con sus suegras, ya que las ven como una especie de amenaza para su 'tribu'. Las conclusiones también sugieren que las féminas pueden ser más propensas a crear conflictos porque son el "guardián" de que protege y controla el acceso de otras personas a su hijo.
El estudio afirma: "El interés reproductivo compartido que se crea entre los linajes familiares con la llegada de un nieto, brinda nuevas razones para que los abuelos influyan e interfieran en la vida de otros miembros de la familia. En nuestros hallazgos, los conflictos eran directamente proporcionales a la frecuencia en el contacto, lo que sugiere, como era de esperar, que la llegada de un nieto incrementa la interacción con los parientes políticos". Y, ya se sabe, no hay nada como no ver a la familia para no disctutir.
Las suegras, las más complicadas
Los suegros suelen ser más pasotas, en cambio las suegras pueden convertirse en un gran problema en la relación. De hecho, una de cada cuatro nueras desprecian a la suya y la encuentran demasiado controladora. Es lo que se extrajo de un sondeo llevado a cabo por el sitio web 'Netmums'. Las 2.000 mujeres entrevistadas consideraban que la madre de su pareja se inmiscuía como autoridad en asuntos referidos a la educación de los hijos o en cómo debían actuar como padres. Otras quejas aludían a que la suegra expresa que la mujer no es lo suficientemente buena para su hijo o que era borde.
En opinión de la sexóloga y profesora Yvonne K. Fulbright, en la relación suegra-nuera es esta última quien juega con desventaja. La experta ofrece una serie consejos para controlar las emociones.
- Piensa en frío: como en cualquier situación de estrés, no te precipites. Busca un lugar tranquilo para pensar qué cosas te molestan, escribirlas en una lista si lo ves necesario, ordenar tus sentimientos y tus opiniones. La cautela y la reflexión te ayudarán a obtener resultados beneficiosos.
- Ponte en su lugar: sea más o menos de tu agrado, considera cuáles son las circunstancias vitales de tu suegra y por qué se comporta así. Es muy probable, según Fulbright, que su comportamiento derive de la relación que tiene con su hijo, no contigo. En muchas ocasiones su actitud hostil hacia ti es simplemente un acto de frustración al sentirse desconectada de su hijo. En tal caso, sería el marido quien debería tratar de mejorar la relación con su madre.
- Reflexiona acerca de tu papel: en algunas de estas situaciones la nuera en cuestión no ha hecho nada para que la relación con la suegra se tense. Pero otras veces la nuera hace o deja de hacer cosas que llevan a la suegra a tratarla de un modo u otro (sea o no merecido). Piensa, pues, si puede haber algo que la esté molestando.
- No busques su aprobación: no te vuelvas loca intentando complacerla, simplemente admite y respeta que podéis tener distintas visiones del mundo.
- No te tomes las críticas de manera personal: probablemente tu suegra actuaría así con cualquiera que estuviera en tu lugar. Además, no debes olvidar que lo importante es que tu marido te quiera y te admire, que lo haga ella es secundario. Por lo tanto, no te tomes a la tremenda sus críticas. Pueden cansarte, pero no deben minarte.
- Limita la actuación de la familia política en tu vida: tienes derecho a disfrutar de una existencia tranquila, y nadie debe irrumpido tu círculo sano de seres queridos. Si realmente te están faltando al respeto, pon unos límites tajantes.
EL CONFIDENCIAL, Martes 8 de agosto de 2017
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