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Por muy dulce que sea, el azúcar nos pone tristes

SOPHIE GALLAGHER

Puede que darnos un capricho dulce nos haga sentir mejor a corto plazo pero, según una nueva investigación, el consumo de azúcar está relacionado con los trastornos del estado de ánimo como, por ejemplo, la depresión.

Según un estudio de la University College de Londres, existe una relación entre una dieta rica en azúcar y un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud mental.
El Servicio Nacional de Salud de Reino Unido recomienda un consumo máximo de 30 gramos de azúcar al día (el equivalente a siete terrones), y la Organización Mundial de la Salud indica que reducirlo a menos de 25 gramos (el 5% del consumo diario de energía) supondría "beneficios adicionales para la salud".
Sin embargo los datos recogidos muestran que, a pesar de estas recomendaciones oficiales, la población sigue consumiendo una media del doble de la cantidad diaria recomendada, algo que no solo causa diabetes tipo 2 y obesidad, sino que también se ha demostrado que provoca problemas de salud mental.
El estudio apuntó que los hombres con un trastorno del estado de ánimo prediagnosticado que consumían más de 67 gramos de azúcar al día tienen un 23% más de probabilidades de padecer un trastorno de este tipo en los siguientes cinco años en comparación con los que ingieren menos de 40 gramos.
Los investigadores también llegaron a la conclusión de que las personas que ya habían padecido un trastorno del estado de ánimo y consumen mucho azúcar tienen más probabilidades de volver a caer en una depresión en los cinco años siguientes en comparación con los que consumen menos azúcar.
Además, el efecto es independiente del estatus socioeconómico, del nivel de actividad física, del consumo de alcohol o tabaco, de la salud física, del porcentaje de grasa corporal y de los hábitos alimentarios.
Estos datos respaldan estudios anteriores que llegaron a la misma conclusión.
En una investigación de 2002, se analizó la relación entre la depresión y el consumo de azúcar en seis países y se descubrió que un mayor consumo de azúcar refinado se asociaba a una mayor tasa de personas con depresión.
En 2011, un grupo de investigadores españoles descubrió que los participantes que consumían productos de bollería industrial tenían un 38% más de probabilidades de desarrollar depresión en comparación con los que consumían menos.
En 2014, un grupo de científicos estadounidenses descubrió que las bebidas con azúcar y las edulcoradas artificialmente podían aumentar las probabilidades de que sus consumidores desarrollaran depresión.
Según un estudio realizado en 2015, las personas que consumían productos con azúcares añadidos tenían más probabilidades de padecer depresión, pero no sucedía lo mismo con aquellos que ingerían azúcares naturales, como los que están presentes en la fruta.
Los autores del estudio proponen varias razones por las que es posible que el azúcar tenga este efecto: podría deberse a que estimula la producción del factor neurotrófico derivado del cerebro, una proteína que, según se cree, estaría implicada en el desarrollo de la depresión y la ansiedad.
Otra posible causa es la inflamación. Las dietas ricas en azúcares pueden provocarla debido a una reacción defensiva del cuerpo con el fin de protegerse de microorganismos o sustancias extrañas.
La dopamina también podría ser la culpable, ya que se ha demostrado que los dulces son igual de adictivos que la cocaína y afectan al sistema de recompensas químico del cerebro.
HUFFINGTON POST, Miércoles 2 de agosto de 2017

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