Ir al contenido principal

Por qué nunca vas a fracasar como madre

AMY MORRISON
He recibido un montón de emails de mujeres que decían sentirse abrumadas por la maternidad. No de forma peligrosa, simplemente en el sentido de Doy asco y no sé ni cómo se supone que voy a controlar todo esto.
Y yo respondo: no se supone nada.
Piénsalo bien. Si hubieras tenido un bebé hace miles o cientos de años, tu madre, todas tus hermanas (probablemente en período de lactancia) y tus sobrinas estarían contigo cuidando del bebé. Te ayudarían con la preparación de la comida y te enseñarían a arreglártelas para que un oso no se comiera al bebé. Puede que los pies de tu niño no tocaran el suelo hasta que no fueran capaces de llevar consigo a un bebé.
El objetivo de tener hijos era liberarse de las labores del campo y contar con alguien que cuidara de ti al final del camino, pero no mucho más.
¿Y qué pasa con esas generaciones pasadas que te recuerdan que criaron a seis hijos por su cuenta y sin lavadora? Bueno, con ciertos matices. Recuerda que la crianza se veía de manera muy diferente no hace tanto tiempo y podías dejar a tu niño en la hierba solo con el perro y nadie se inmutaba. Yo misma iba descalza a comprarle los cigarrillos a mi padre cuando era niña. Las madres cocinaban y limpiaban, pero nadie esperaba que ellas hicieran mucho más aparte de alimentar y vestir a los niños.
Mi abuela solía contarnos la anécdota de cuando se olvidó a mi madre en el mercado allá por los años 40. Mi madre iba dormida en su carrito, mi abuela la dejó fuera con los demás bebés que dormían (lo dejo caer), hizo sus compras y luego volvió a casa sin acordarse de mi madre. Rápidamente, se dio cuenta del olvido, así que volvió y recogió a mi madre, que seguía durmiendo fuera.
No existían los juegos educativos, ni el lenguaje de signos (a menos que fueras sordo), ni los lotes orgánicos de granja... Tu trabajo se limitaba a conseguir que tu hijo llegara a adulto y que no se convirtiera en un idiota.
A ver, no estoy juzgando, no estoy diciendo que una forma sea mejor que la otra, simplemente estoy diciendo que formamos parte de una generación que considera la crianza de los hijos como una habilidad; como una verdadera habilidad que hay que dominar y perfeccionar. Creemos que si no hacemos algo bien, nuestros hijos sufrirán por ello. Es muy difícil sobrellevarlo. Esto no significa que otras generaciones no lo hayan tenido difícil o no pensaran que la crianza era importante, pero no se empleaba el mismo nivel de escrutinio por medio de Facebook, Twitter o Instagram.
Al tener un bebé, te sitúas en el ojo del huracán. Para las miradas advenedizas, todo parece fácil y sencillo: lo alimentas, lo bañas, lo coges cuando llora. Pero es mucho más. Es un movimiento continuo con una generosa capa de culpa y dudas. Y todo esto tiene un precio.
Si además sientes que no puedes quedarte atrás con las manualidades, la pérdida de peso, las recetas de cuchara, las horas de sueño, la regularidad intestinal, los suplementos probióticos, las clases de natación, los campos electromagnéticos en casa y el tiempo frente a la televisión, te das cuenta de que es como intentar hacer punto en una montaña rusa. Es muy jodido.
Vivimos en una época en la que podemos buscar cualquier cosa en Google, compartir ideas, ofrecer a nuestros hijos oportunidades increíbles, pero si alguien te dice que ya está de vuelta de todo esto, o bien está borracho, o bien te está mintiendo (o ambas). Por tanto, no seas demasiado duro contigo.
Tu trabajo es proporcionar a tus hijos alimento, protección, ánimo y amor. Además, no sólo estás tú para dárselo; también puedes compartir responsabilidades.
Lo de ir a clases para mamás y bebés, preparar galletitas con tu propia leche y aprender cantonés está muy bien, y si tú eres capaz de combinar todo esto, te doy mi enhorabuena. He marcado en Pinterest unas 9.000 cosas, y creo que he hecho cuatro, lo cual no está nada mal, teniendo en cuenta que así salgo de mi norma habitual de tirar de abre fácil a la hora de la comida.
Tener un bebé en la actualidad es una experiencia impresionante, pero recuerda que nadie hasta ahora lo había hecho como nosotras. Sois pioneras que tenéis que ir abriendo camino a vuestro paso. Así que, alegrad esa cara. Aguantad. Y no os olvidéis de que estáis haciendo un gran trabajo. 
THE HUFFINGTON POST, Jueves 24 de julio de 2014
Imagen: Diego y su mamá, marzo 2014

Comentarios

Entradas populares de este blog

«Los buenos modales no están de moda, pero es imprescindible recuperarlos»

FERNANDO CONDE Hoy en día es frecuente enterarte por los medios de noticias relacionadas con la falta de respeto, el maltrato, el acoso, etc. Podemos observar muchas veces la ausencia de un trato adecuado a los ancianos, la agresividad incontrolable de algunos hinchas de fútbol; la poca estima a la diversidad de opiniones; la destrucción del medio ambiente; el destrozo del mobiliario urbano y un largo etcétera que conviene no seguir enumerando para no caer en el pesimismo que no conduce a nada y el problema seguirá ahí. Un problema que podríamos resumir en que se ha ido perdiendo el valor de la dignidad humana en general. Los modos para alcanzar la felicidad, siempre deseada, se apartan de las reglas y normas de conducta más elementales de convivencia colectiva que han acumulado las culturas y los pueblos a través de los siglos. La idea de que «la dignidad empieza por las formas» que resume este artículo es una afirmación bastante cierta, porque la forma, no pocas veces arrastr

¿Qué hay detrás de las mentiras de un niño?

ISABEL SERRANO ROSA Los niños no son mentirosos, pero mienten . Lo hacen cuando tienen algo que decir o que aprender. Hasta los cuatro años, con sus historietas sorprendentes, quieren narrarnos su mundo de fantasía. Somos la pantalla en la que proyectar su película. Entre los cuatro y los siete años construyen su mini manual de moralidad con ideas muy sencillas sobre lo que está bien y mal, basado en sus experiencias "permitido o no permitido " en casa y en el colegio. Con su gran imaginación, las mentiras son globos sonda para saber hasta dónde pueden llegar. Entre los ocho y los 12 años la realidad se abre camino y la fantasía se vuelve más interesada.  El pequeño pillo de nueve años desea ser bueno, pero se le escapan las trolas por el deseo de gustar a los demás, ocultar alguna debilidad o evitar castigos. En general, mienten a sus crédulos coetáneos o, por el contrario, les escupen a la cara alguno de sus descubrimientos del trabajo de campo que significa crecer.

Qué le pasa a tu bebé cuando dejas que llore sin parar

  GINA LOUISA METZLER Muchos padres creen que es útil dejar llorar a su bebé. La sabiduría popular dice que unos minutos de llanto no le hacen daño, sino que le ayudan a calmarse y a coger sueño. Se trata de la técnica de la espera progresiva , que fue desarrollada por el doctor Richard Ferber, neurólogo y pediatra de la Universidad de Harvard en el hospital infantil de Boston (Estados Unidos) , y que sigue utilizándose en la actualidad en todo el mundo. Casi nadie sabe en realidad lo que ocurre a los bebés cuando siguen llorando, pero las consecuencias físicas y psíquicas podrían afectarles toda su vida. Cuando un bebé llora sin que sus padres lo consuelen, aumenta su nivel de estrés , ya que, a través de su llanto, quiere expresar algo, ya sea hambre, dolor o incluso necesidad de com