Ir al contenido principal

"Un niño educado en la racionalidad y en la fuerza emocional llegará donde quiera"

CARLOTA FOMINAYA
A la puerta de la consulta del psicólogo Rafael Santandreu llaman muchos deportistas de alto rendimiento, gente famosa... en busca de sus servicios. Saben que se exponen a que les digan las cosas que nadie quiere oir, que por algo sus amigos mexicanos le llaman «el doctor House de la psicología». De su último libro, «El arte de no amargarse la vida», ha vendido ya más de 200.000 ejemplares. En él nos enseña las claves del cambio psicológico y la transformación personal. «Transformarse en alguien positivo es esencial para disfrutar de la vida. La fuerza emocional es el principal pasaporte para ir por el mundo», sentencia este experto, en el primer capítulo de esta obra.
—¿Otro libro más de autoayuda?
Bueno, es que este funciona (se ríe). El otro 99% son muy malos. Pero de vez en cuando llega uno de cada 100 que realmente puede transformarnos, como es el caso. 

—¿Por qué está tan seguro?
Porque me baso en la forma de trabajo de Albert Ellis, el mejor psicólogo de todos los tiempos, padre de la terapia racional emotiva conductual y fundador del Albert Ellis Institute de Nueva York, y en Aaron Beck, profesor de psiquiatría de la Universidad de Pensilvania. La potencia de los métodos de estos dos psicólogos cognitivos es brutal.

—¿Uno puede cambiar una forma desastrosa de vida, solo con leer un libro?
—¿Por qué no? Es lo mismo que si uno no puede aprender inglés por su cuenta con un libro... Hay mucha gente que lo consigue y que no necesita ir a terapia, eso sí, hace falta mucha perseverancia.

—Para cambiar algo, hay que estar muy convencido. ¿Qué ocurre cuándo el adolescente va a la consulta arrastrado por su familia?
Si la persona no ve la necesidad total de cambiar, no lo va a hacer. Pero yo en mi consulta no me encuentro con eso, generalmente la gente está deseando cambiar. Pero si yo detecto eso en el chaval, lo hablo seriamente con él.
 
—La culpa... ¿es siempre de los padres?
—No. Por culpa de los padres, pero no tanta. También de la sociedad en su conjunto. Los padres te enseñan, pero luego están las influencias de los amigos, de la calle. El principal responsable de tu salud emocional eres tú. Hay cosas que no se pueden elegir, pero lo que más nos afecta a la psique son las conclusiones a las que llegamos. Porque nuestra percepción de la realidad funciona, paradójicamente, en función de cómo decidimos reaccionar, lo cual también es susceptible de ser modificado por nuestro pensamiento, emociones y conducta que decidimos exteriorizar.
—¿En qué podemos ayudar los padres a la buena salud emocional de nuestros hijos?
—Un padre puede ayudar en algo, pero no se tiene que adjudicar toda la responsabilidad. Eso sí, puede transmitirle la filosofía de las personas fuertes: que consiste en tener claro que las necesitamos muy poco de lo material y de lo inmaterial. Las personas suelen pensar que necesitan muchos amigos, tener éxito, que la gente te trate bien, estar entretenido... De hecho, es bueno aburrirse... Hay que ganar tolerancia hacia la frustración. Los niños de hoy viven megapresionados. Se les exige que vayan bien en el cole, cuando la escuela es el fracaso más grande de la Humanidad. ¿O no lo es estar siete horas al día durante trece años seguidos para aprender a leer y escribir y mas o menos las cuentas básicas? Porque de todo lo demás yo no me acuerdo de nada. Si alguien ahora me concede ese tiempo, me hago un genio en cualquier cosa, un hacha. El aprendizaje solo funciona cuando se realiza de forma voluntaria. El ser humano quiere ser feliz, divertirse... la fuerza del disfrute es muchísimo mayor que la de la obligación. Mira Messi, que de pequeño dormía abrazado a un balón. O a Mozart, a quien sus padres le tenían que cerrar el piano con candado para que no se pusiese a tocar a medianoche. En cuestión de educación, a los niños hay que activarles la fuerza del disfrute
—Entonces, ¿qué puede hacer la familia?
—A los niños hay que incentivarles la fuerza del disfrute, de lo divertido y apasionante que pueden ser las cosas. Tienen que aprender. Hay que «venderles la moto», enseñarles que pueden hacerlo, y que siendo así se tiene mucha ventaja en la vida. Un niño educado en la racionalidad y en la fuerza emocional llegará a donde quiera.
 
—¿Cuáles son los mayores errores que cometemos los adultos?
—La «necesitis» y la «terribilitis» nos hacen tremendamente infelices. Si no nos pusieramos tantas exigencias nos iría mucho mejor. Las personas más vulnerables a nivel emocional tienden a evaluar todo lo que les sucece (o podría sucederles) en el peor extremo, «terrible». De hecho cuando los pacientes me piden un diagnóstico, no les digo que tienen una depresión, o lo que sea. Yo les suelo contestar: «Tienes una enfermedad llamada "terribilitis"». ¡La "terribilitis" es la madre de todos los trastornos emocionales! Si nos detenemos a pensar sobre la realidad, nos daremos cuenta de que, muchas veces, exageramos la relevancia de las adversidades, y esa exageración tiene consecuencias emocionales negativas. Debemos aprender a evaluar con criterios más objetivos las cosas que nos suceden. Desde una forma más exacta, realista y positiva, nuestras emociones se vuelven más serenas. Porque las emociones que sentimos son siempre producto de nuestros pensamientos o evaluaciones. Uno de los mejores criterios para saber si algo es «un poco malo» o «muy malo» es preguntarse: «¿En qué medida eso me impide hacer cosas valiosas en mi vida»?. 
—¿Y la «necesitis»? A grandes rasgos, ¿en qué consiste?
—Los seres humanos necesitamos poco para ser felices, y esa capacidad la tenemos todos, vivamos donde vivamos: en África, España o Marte, si es que un día habitamos ese planeta. Pero vivimos en sociedades tan artificiales que llegamos a pensar que si no tenemos un piso en propiedad o no podemos permitirnos unas vacaciones en la playa no vamos a ser capaces de sentirnos bien. Eso es estar fuera de la realidad. Si una familia china o africana viven felices porque tienen cubiertas las necesidades básicas de alimentación, eso significa que los seres humanos en general pueden ser felices una vez cubiertas esas necesidades. 
—Entonces, ¿como son, por contra, las personas mentalmente fuertes?
—Las personas mentalmente fuertes tienen mucho cuidado de no dramatizar jamás sobre las posibilidades negativas de su vida, y ahí está la fuente de su fortaleza. Están convencidas de que la mayor parte de las adversidades no son ni «muy malas» ni «terribles». Ese convencimiento profundo es lo que las mantiene en calma, ése es su secreto. 
—¿Cuál es, según usted, la clave para que una pareja sea larga, y exitosa?
—Cuanto menos te quejes, más feliz serás. Tiene que ser una relación de amistad... Si vas a sugerir un cambio, tienes que decirle que le vas a seguir queriendo. Es increíble, cuando no es un cambio impuesto, sino sugerido, siempre funciona. Todo el mundo quiere hacer las cosas mejor. Pero lo tienes que sugerir en positivo. El error está en que nos hemos acostumbrado a exigir. Este problema lo veo muchísimo en consulta: Las parejas llegan cuando llevan ya un año insultándose. Y la primera visita es un reproche continuo. Hay que ceder un poco. Siempre pregunto a las parejas que van super bien. ¿Cuál es vuestro secreto? Se ríen, y al final confiesan que aguantan mucho el uno del otro. «Yo le quiero, miro a ver si puede cambiar, pero bueno...». Estas parejas al final le han concedido al otro el 80% de lo que este quería. Las parejas que van mal se dan el 10%.
 
—¿Y que deberíamos hacer, según usted, con los hijos? ¿También sugerirles el comportamiento que nos gustaría que siguieran en la familia?
—No exigir funciona para las parejas. Pero en la relación con los hijos, a medida que estos se hacen adultos (entre los 12, 13 años), has  de convencer. Cuando son pequeños el padre es la autoridad, el capitán del barco y el que tiene que enseñar la combinación del verbo «aguantar». Diría que todo se basa en estas claves: hacer las cosas en positivo, con amor y convicción.
ABC, 04/04/2014

Comentarios

Entradas populares de este blog

«Los buenos modales no están de moda, pero es imprescindible recuperarlos»

FERNANDO CONDE Hoy en día es frecuente enterarte por los medios de noticias relacionadas con la falta de respeto, el maltrato, el acoso, etc. Podemos observar muchas veces la ausencia de un trato adecuado a los ancianos, la agresividad incontrolable de algunos hinchas de fútbol; la poca estima a la diversidad de opiniones; la destrucción del medio ambiente; el destrozo del mobiliario urbano y un largo etcétera que conviene no seguir enumerando para no caer en el pesimismo que no conduce a nada y el problema seguirá ahí. Un problema que podríamos resumir en que se ha ido perdiendo el valor de la dignidad humana en general. Los modos para alcanzar la felicidad, siempre deseada, se apartan de las reglas y normas de conducta más elementales de convivencia colectiva que han acumulado las culturas y los pueblos a través de los siglos. La idea de que «la dignidad empieza por las formas» que resume este artículo es una afirmación bastante cierta, porque la forma, no pocas veces arrastr

¿Qué hay detrás de las mentiras de un niño?

ISABEL SERRANO ROSA Los niños no son mentirosos, pero mienten . Lo hacen cuando tienen algo que decir o que aprender. Hasta los cuatro años, con sus historietas sorprendentes, quieren narrarnos su mundo de fantasía. Somos la pantalla en la que proyectar su película. Entre los cuatro y los siete años construyen su mini manual de moralidad con ideas muy sencillas sobre lo que está bien y mal, basado en sus experiencias "permitido o no permitido " en casa y en el colegio. Con su gran imaginación, las mentiras son globos sonda para saber hasta dónde pueden llegar. Entre los ocho y los 12 años la realidad se abre camino y la fantasía se vuelve más interesada.  El pequeño pillo de nueve años desea ser bueno, pero se le escapan las trolas por el deseo de gustar a los demás, ocultar alguna debilidad o evitar castigos. En general, mienten a sus crédulos coetáneos o, por el contrario, les escupen a la cara alguno de sus descubrimientos del trabajo de campo que significa crecer.

Qué le pasa a tu bebé cuando dejas que llore sin parar

  GINA LOUISA METZLER Muchos padres creen que es útil dejar llorar a su bebé. La sabiduría popular dice que unos minutos de llanto no le hacen daño, sino que le ayudan a calmarse y a coger sueño. Se trata de la técnica de la espera progresiva , que fue desarrollada por el doctor Richard Ferber, neurólogo y pediatra de la Universidad de Harvard en el hospital infantil de Boston (Estados Unidos) , y que sigue utilizándose en la actualidad en todo el mundo. Casi nadie sabe en realidad lo que ocurre a los bebés cuando siguen llorando, pero las consecuencias físicas y psíquicas podrían afectarles toda su vida. Cuando un bebé llora sin que sus padres lo consuelen, aumenta su nivel de estrés , ya que, a través de su llanto, quiere expresar algo, ya sea hambre, dolor o incluso necesidad de com