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10 juguetes que nunca deberías comprar a tu hijo

APRIL McCORMICK
Escritora y bloguera, First Time Mom & Dad
Como padres que somos, queremos que nuestros hijos sean felices. Aunque esto nos convierta en personas infelices, incómodas, aburridas, tristes.... Ya sabes, como cuando compramos los juguetes más ridículos y molestos y queremos que acaben rotos en un millón de piezas, para ver esa preciosa sonrisa alentadora en la cara de nuestro hijo.
Bueno, creo que es el momento de escribir algo sobre el tema. Tenemos que saber cuándo decir NO, dejar el juguete y salir corriendo de esa tienda. Así que aquí tienes 10 tipos de juguetes que nunca NUNCA deberías comprar a tu hijo. 

1. Los juguetes que hacen ruidos molestos. Por ejemplo, el coche de bomberos con 50 luces intermitentes que grita "FUEGO, FUEGO" y tiene una sirena de 30 segundos que suena cuando tocas ligeramente un botón, y te aseguro que tu hijo pulsará ese botón sin descanso durante dos horas de seguido. Hay un lugar especial en el infierno para los fabricantes de estos juguetes. Está en la esquina entre las calles "Qué pasa contigo" y "Te mereces una torta". 

2. Los juguetes con sensores que suenan cuando te cruzas con ellos. Y esto no sólo se limita a los juguetes. Te arrepentirás de haber comprado CUALQUIER COSA que haga ruido al pasar. No serás capaz de salir de la habitación de tu hijo sin hacer ruido. 

3. Los juguetes que forman parte de una colección. Porque tu hijo insistirá en que le compres uno cada vez que salga un nuevo formato, o color o "edición especial" de la colección. Y para más inri, cuando ya haya completado la colección, el niño querrá empezar una nueva. Confía en mí, si abres las compuertas, despídete. 

4. Juguetes diminutos. Lo primero y más importante: cuanto más pequeño sea el juguete, más te dolerá si lo pisas descalzo. Es imposible verlos a oscuras; no hay forma de evitarlos. Piensa en los Lego. Los juguetes pequeñitos también acabarán en la boca del niño, luego en la boca del perro, y luego en la boca del niño otra vez. Es simple: evita todo lo que sea más pequeño que tu mano. 

5. Juguetes que se pueden desmontar en cientos de piezas. Es muy probable que se desmonten en el asiento trasero del coche justo dos minutos después de haber salido del párking de la juguetería. Así que todos los adhesivos acabarán en la ventanilla del vehículo. 

6. Una cama para niños pequeños. Ni de Dora la exploradora ni de Cars. Se trata de una pérdida de tiempo y de dinero. Consejo: compra una cama en la que quepas. Tendrás que dormir en algún sitio cuando tu hijo trepe hasta tu cama y se apodere de ella. 

7. Juguetes que son armas o que se pueden convertir en armas. Y con eso me refiero a: baquetas, pelotas duras, bloques de madera, pistas de coches, muñecas a las que se le quita la cabeza, etc.

8. Juguetes con ruedas si tu hijo no puede manejarlos solo. No te equivoques: si compras un triciclo, una scooter o una bicicleta antes de que el niño esté preparado, te harás polvo la espalda tratando de empujarlo CONSTANTEMENTE. 

9. Libros tontos para niños con 400 páginas y letra diminuta. Antes de comprar un libro para niños, échale un vistazo por dentro y pregúntate si estás dispuesta a leerlo unas 10 veces al día durante dos meses de seguido. Si no, deja el libro en la estantería y huye.

Y, por último (pero no por ello menos importante):

10. Juguetes con más de tres piezas para montar que necesitan pegamento. ¿Alguna vez has intentado montar un juguete en más de 22 pasos con un niño de ayudante? Después de tres páginas de instrucciones, no hay nada que tenga sentido, aparte de los adhesivos pegados en la pantalla de la tele. Y entonces te preguntarás por qué, si el fabricante se ha preocupado de crearlo, venderlo y empaquetarlo, no habrá querido ponerle el pegamento también. 

Ahí lo tienes. Para mantener la armonía en casa, evita todo lo anterior, hasta que tu hijo vaya a la universidad. Mientras tanto, si de verdad queréis regalarle algo con amor, tirad una caja de cartón al suelo y veréis cómo de ahí se desprenden horas de diversión. Nunca falla con mi hijo, que pasa más horas jugando con la caja del juguete que con el juguete en sí.
Traducción de Marina Velasco Serrano

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