MANUEL ANSEDE
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, presumía en una entrevista en la revista El Fumador
en 1996, cuando era ministro de Administraciones Públicas, que fumaba
puros incluso en las reuniones con el ministro de Sanidad de entonces.
Casi 20 años después, una declaración así es inconcebible, en parte por
estudios como el que publica hoy la revista especializada Tobacco Control sobre los fumadores pasivos.
Compartir casa con un fumador es tan malo para la salud “como vivir
en ciudades fuertemente contaminadas, como Pekín”, según los autores del
trabajo, de la Universidad de Aberdeen (Reino Unido). Los
investigadores han comparado las concentraciones de finísimas partículas
en suspensión en casas de fumadores y en hogares libres de tabaco.
Estas partículas, conocidas como PM2,5, están formadas por
metales pesados u otros compuestos derivados de los cigarrillos o de la
quema de combustibles fósiles, ya sea carbón en la industria o
carburante en los coches. Sus efectos incluyen el agravamiento del asma,
daños pulmonares e incluso muertes prematuras en personas con problemas
de corazón.
Los científicos, dirigidos por el médico John Cherrie,
han detectado niveles de estas partículas en las casas de fumadores que
en promedio multiplican por 10 las presentes en viviendas en las que
nadie fuma. En las primeras, las concentraciones rondan los 31
microgramos por metro cúbico de media, con máximos habituales de 229,
rozando los 250 que se observan en Pekín. Los no fumadores en hogares
con humo sufren una exposición a las PM2,5 que triplica los límites recomendados por la Organización Mundial de la Salud, advierten los autores. El estudio se ha llevado a cabo en 110 casas en Escocia.
“Creemos que los fumadores pueden hacer mucho para actuar de manera
responsable y fumar fuera de su casa”, opina Cherrie, que aboga por la
concienciación. Su estudio calcula que la cantidad de partículas finas
inhaladas por un no fumador en el hogar se reduciría hasta un 86% si
nadie fumara. Una persona que vive con fumadores durante 80 años llega a
respirar 5,82 gramos de PM2,5 durante toda su vida. Puede
parecer poco, pero hay que tener en cuenta que son partículas ínfimas y
capaces de adentrarse en los pulmones e incluso entrar en el torrente
sanguíneo, desencadenando enfermedades cardiovasculares. “Es el
equivalente a fumar un cigarrillo al día durante un año”, según Cherrie.
“Las concentraciones exageradamente altas en las casas indican el gran margen de mejora que tenemos”, opina el epidemiólogo Esteve Fernández,
director de la Unidad de Control del Tabaquismo del Instituto Catalán
de Oncología. Este experto, ajeno al estudio británico, ha medido las
partículas PM2,5 en domicilios de fumadores españoles. Sus
resultados, todavía sin publicar, muestran “concentraciones incluso
mayores” en España que en Escocia, llegando a máximos de 400 microgramos
por metro cúbico, frente a los 10 medidos en viviendas sin humo.
El epidemiólogo subraya que, sin embargo, la exposición pasiva al
tabaco en los hogares españoles ha disminuido tras las leyes antitabaco
de 2006 y 2011, pasándose de un 32% a un 27%. “Esto es importante porque
la hostelería y las tabaqueras se oponían a la prohibición en bares y
restaurantes porque decían que se desplazaría el consumo a los hogares, y
no ha sido así”, recalca. “La gente toma conciencia. Aunque seas
fumador, tu familia no tiene la culpa”.
EL PAÍS, Lunes 20 de octubre de 2014
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