MOISES ROBLEDO DEL CORRO
No está demostrado que el enfriamiento de pies, sin la intervención
de otros factores, sea causa directa de producción de enfermedades,
aunque sí puede convertirse en uno de los desencadenantes del cuadro
clínico. En el año 2005, la Universidad de Cardiff
realizó un estudio para comprobar si el enfriamiento agudo de los pies
causa el comienzo de los síntomas del resfriado común. En el mismo, se
puso en evidencia que las personas expuestas a un descenso de
temperatura en sus pies tenían más síntomas de resfriado al cabo de
cinco días. Los resultados se atribuyen a una constricción de los vasos
sanguíneos de los fosas nasales, algo que puede reducir la capacidad
inmunológica en el tracto respiratorio superior. Entonces, ¿por qué
decimos que las madres no tienen toda la razón cuando nos exhortan a
calzarnos para evitar la enfermedad?
La enfermedad de las vías aéreas altas (catarro, resfriado, etc.) es
muy frecuente en las estaciones frías debido a que es en ese momento
cuando se produce la circulación de los virus que las originan. Esta es,
sin duda, la relación causal más importante: época de frío con máxima
circulación de virus. De hecho, en verano es la estación del año en que
más tiempo estamos descalzos y apenas hay episodios de patología
respiratoria.
Las puertas de entrada de los virus son las mucosas de fosas nasales y
garganta. El frío puede disminuir la capacidad de nuestra mucosa para
impedir la entrada de gérmenes. Junto al proceso ya descrito de la
vasoconstricción, también se produce una disminución de la función de
los cilios nasales en épocas de frío. Los cilios son los encargados del
transporte mucociliar, que es el mecanismo de defensa más importante de
nuestras fosas nasales.
Evitando el enfriamiento de nuestro cuerpo disminuimos uno de los
factores favorecedores de la infección, es cierto, pero no de un modo
determinante. Existen otras medidas contrastadas y eficaces, como no
toser o estornudar frente a otras personas, hacerlo en un pañuelo de
papel desechable, una higiene adecuada con lavado frecuente de manos, no compartir objetos de higiene o aseo y la vacunación de la gripe en los grupos poblacionales de riesgo.
Por una vez, las madres no aciertan completamente con su diagnóstico.
Aunque, por supuesto, seguiremos poniéndonos el calzado cada vez que
nos lo ordenan. "Que te vas a resfriar…".
* Moisés Robledo, Secretario de Información de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG).
EL PAÍS, 24/10/2014
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