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Mi hijo juega con muñecas, ¿y qué?

ÁNGELA SEPÚLVEDA
He escuchado que le decían barbaridades, que iba ser maricón. ¿Cómo le pueden decir esas cosas a un niño pequeño?”. Al hijo de Mónica Álvarez le señalan —niños y adultos— por pasear un carrito o jugar con una muñeca. En su blog, 'Refugio de crianza', cuenta que con un año y medio le regalaron una cocina y con dos una sillita rosa. “Cuando era más pequeño no se enteraba de los comentarios, pero ahora con cuatro años sí. El otro día ya dijo que no quería su cocina porque es de niña. Y eso no lo ha escuchado en casa”.

Los catálogos de juguetes de Navidad están bien diferenciados: niñas jugando con muñecas en las páginas rosas; niños acompañados de camiones en las azules o verdes. Mientras se empieza a normalizar que las niñas jueguen con coches y balones, la sociedad rechaza a los niños a los que les gusta peinar muñecas o pasear carritos de bebé. Hace unos días, salía a la luz una carta de un niño que ha sufrido acoso desde el momento en que pidió que le pintaran la cara de princesa en vez de león. “Me molesta que os burléis, que digáis cosas feas (...) No tengo amigos, ni amigas y no me gusta”, escribía.
A muchos padres les preocupa enseñar a sus hijos la igualdad, pero los padres no educan solos: los anuncios de televisión, los catálogos de juguetes, sus compañeros de clase… todos tienen un papel. El hijo de Lola Morales tiene muñecos de Playmobil, coches pero también muñecas. Le encanta peinarlas y cambiarles de ropa. Juegan con ellas en casa, pero ya no se las lleva al parque ni al patio del colegio. No paran de preguntarle por qué juega con cosas de niña o por qué su carrito es rosa. “Quería un carrito y solo había de ese color”, explica su madre.
"El otro día entramos a una tienda donde tenían el vestido de Frozen. Se le iluminaron los ojos. Me pidió si se lo podía probar y le dije que sí. No se lo compré porque la sociedad ya… Le compramos una peluca rubia, reconoce Lola. Esta madre también utilizó su blog para gritar a los cuatro vientos que sí, que su hijo juega con muñecas. “Lo hice porque estaba harta de dar explicaciones por un juguete, no tiene sentido”.
Mónica, por ejemplo, reconoce que le ayuda mucho que la profesora del colegio de su hijo, en un pueblo de Soria, esté muy concienciada sobre desterrar los roles en los niños. Allí tienen juguetes de todo tipo y anima a su alumnos a jugar con cualquiera de ellos. “Cuando mi hijo me pregunta si esto es de chica o de chico, le digo que es como en el cole, que pueden jugar todos con todo”. Ha oído comentarios más sexistas de gente fuera del pueblo que de sus vecinos, aunque no se ha librado del clásico “no le compres eso que le vas a hacer el raro”.

“¿Se volverá homosexual?”

No es fácil encontrar blogs de madres que cuenten abiertamente estas situaciones. En Google es más fácil leer cuestiones del tipo “¿es normal que a mi hijo le gusten las cosas de niñas?” o “Si mi hijo juega con muñecas, ¿se volverá homosexual?”.
El problema es que lo femenino siempre es inferior”, explica Alba Alonso sobre la raíz del problema. “Si a nadie le extraña ver a un papá con un carro, ¿por qué nos cuesta tanto regalarle uno a un niño?”. Esta madre de dos niños de tres y cinco años ha lanzado un proyecto personal llamado RealKiddys para que padres, educadores y la sociedad en general dejen a los niños, simplemente, ser.
Según un estudio realizado por el Instituto Tecnológico especializado en el juguete existe un cambio de tendencia en la manera de jugar. El 58% de los niños ya lo hace con muñecas, sobre todo los menores de cuatro años. El 35% de las familias encuestadas cree que es la sociedad y los adultos quienes hacen los juegos sexistas; el 75% añade la publicidad. Alba se sienta con sus hijos a ver los anuncios de la televisión. Cuando ven una muñeca, ellos preguntan si es solo para niñas, y ella les responde que por qué un niño no puede jugar con eso. "Hay que darles herramientas para que puedan contestar a los comentarios y hablar con los colegios para que eduquen en igualdad”. De momento, ha conseguido que cale en su entorno más cercano la idea de desterrar los roles establecidos, que nadie se plantee si esto es para unos u otros. Eso sí, de poco sirve el trabajo de estas madres cuando la dependienta de la tienda les pregunta delante de los pequeños si el regalo que buscan es para niño o para niña.
Preguntamos a la Asociación Española del Juguete sobre el asunto, pero nos remiten al Instituto Tecnológico. María Costa, directora de investigación del centro, asegura que la conciencia de la industria juguetera en este aspecto evolucionará "según la sociedad lo vaya demandando". "Es cierto que todavía perduran esas diferencias, pero ya hay un cambio". Señala a la Barbie astronauta de Mattel, lanzada en 2013, o las cajas de cocinas donde ya aparecen un niño y una niña.

Presión social

En su artículo 'Niñas', el periodista Quique Peinado narraba cómo su hijo eligió un cepillo de dientes rosa y la farmacéutica le convenció de que era mejor que se llevase uno amarillo. Con esa columna, quiso denunciar que “somos nosotros, la sociedad, los que metemos esas ideas absurdas y ridículas en la cabeza de los niños”.
Peinado reconoce que le preocupa más la idea que existe de masculinidad. “Me he criado con mujeres y por mi forma de ser he sufrido muchos comentarios. No me gusta esa idea de que ‘niña’ sea un insulto o que los niños no lloran. Eso lo tengo muy dentro”.
También ha sufrido los catálogos de juguetes. En enero será padre de nuevo y han querido implicar a su primer hijo en la llegada del nuevo bebé. Para eso, han decidido comprarle un muñeco. “Todos los bebés estaban en cajas rosas y si eran de otro color eran más caros”. El hijo de Peinado se encontrará en unos días, efectivamente, con una caja rosa con una niña rubia que sostiene un bebé en sus brazos. “No puedo luchar contra eso, pero sí le intentaré explicar que el juguete no es solo cosa de niñas”.
Si quieres una muñeca pero solo ves catálogos y anuncios con niñas, no te siente identificado, te sientes el raro, apunta Alba sobre este aspecto. La industria del juguete parece ser ajena a los cambios sociales. Solo hay una excepción, Toy Planet. La compañía lanzó en 2014 su catálogo no sexista, con niños jugando con carritos y poniendo lavadoras. “El año pasado pensamos que la competencia nos iba a copiar, pero no. Y este, tampoco”, aseguran fuentes de la compañía.
Las fotos ‘no sexistas’ las realizan con su marcas propias porque el resto de los proveedores les facilitan un banco de imágenes y ahí aún no se ha producido la igualdad. De hecho, fuentes de Toy Planet creen que no solo no avanza la sociedad “sino que se puede notar un retroceso a tiempos anteriores a 2008, incluso en los padres más jóvenes”. Aunque sí se ha producido una pequeña revolución gracias a la televisión: el programa de ‘Masterchef’ ha conseguido que las cocinitas ya no solo sean rosas, y la película de ‘Los juegos del hambre’ también ha traído arcos y flechas para ellas.

Juguetes que representan roles

Un juguete no es un simple objeto. Es la herramienta que tiene un niño para aprender y prepararse para el mundo adulto; las situaciones de sus padres se manifiestan en el juego. “Jugando, interiorizan los roles”, explica Sergi Fàbregues, profesor de Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación. Y aclara que los juguetes no son sexistas, es sexista la interpretación social que se le asigna. Los padres deben enseñar a sus hijos a jugar, educarles para romper los estereotipos”.
Porque si les enseñamos que una niña solo puede cuidar a los bebés y el niño solo puede desarrollar juegos de fuerza, eso se verá reflejado, dice Fàbregues, en la elección de sus profesiones: mujeres dedicadas, por ejemplo, a enfermería y hombres que aspiran a la gestión y cargos importantes. “La socialización en la infancia tiene la función de reproducir el mercado laboral. Además, este profesor confirma que ya hay estudios que determinan que en la sociedad está peor visto un niño jugando con una muñeca que a la inversa, por ese tipo de valores que representan: el cuidado, el afecto, los sentimientos.
Los Reyes Magos tienen preparado para el hijo de Mónica una cocina y una muñeca y al de Lola, Papa Noél le trajo de Laponia una Bratz. Todos jugarán con ellos bajo la reprobatoria mirada de sus vecinos.
EL CONFIDENCIAL, Jueves 05 de enero de 2017

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