Txema Ybarra / Italia
No es fácil encontrar baños con cambiadores. Tampoco abundan, junto a
ruinas e iglesias, los vídeos explicativos o las paneles interactivos,
que tanto les gustan a los niños. Además, los coches van como locos y
eso hace que crucemos la carretera con el corazón en un puño. En este
sentido, hay capitales europeas mucho mejor preparadas que Roma para ir
con los más pequeños. Sin embargo, no es descabellado considerarla la
número uno en versión infantil. Ni la mejor película reúne tantas
emociones ni está acompañada de un menú tan suculento: pizza y helado.
1. Bajo suelo
Nada más estremecedor que adentrarse por los claustrofóbicos pasillos
de las catacumbas, una red de nichos mortuorios excavados en el
subsuelo que a los primeros cristianos y otras sectas les sirvieron de
escondite frente al acoso imperial. Muchos autobuses turísticos conducen
a las de San Sebastiano, pero se recomienda ir al complejo de San
Domitilla, menos congestionado y donde algunos guías dejan tocar los
huesos.
2. Osario 'deco'
A los más morbosos también les tentará poner el dedo en los huesos
que, componiendo lámparas, altares y cruces, decoran la modesta iglesia
de Santa María della Concezione, situada al final de la Via Venetto. La
decoración de la Cripta de los Capuchinos es la más espeluznante que se
pueda concebir: con 5.000 huesos de monjes crearon estancias como la de
«las pelvis» o la de «los seis esqueletos», donde destaca el que mira
desde la bóveda con una guadaña. Un cartel nos recuerda que «aquello que
vosotros sois, nosotros éramos; aquello que nosotros somos, vosotros
seréis».
3. Fuerza y honor
El nivel de excitación seguro que no decae en el Coliseo. Como todos habrán visto Gladiator,
prestarán más atención que nunca al cicerone de turno; alguno hasta le
puntualizará. Para no quedarse atrás, los mayores podrán aportar el dato
de que los emperadores no levantaban ni bajaban el pulgar para decretar
la ejecución o el indulto; eso lo hacían sacando el dedo gordo hacia un
lado y mostrando el puño, respectivamente. ¿Otro? Que dado lo caro que
resultaba mantener un gladiador, no se solía pelear a muerte; había
árbitros y lo normal era que pasaran a mejor vida por una infección de
tétanos.
4. Tocar el cielo
De vértigo es la subida hasta la cruz que corona la basílica de San
Pedro, a 133 metros de altura. Hay dos opciones: bien ascendiendo 551
escalones por un corredor que se inclina en paralelo a la cúpula (5
euros) o en el ascensor que salva algo más de la mitad del recorrido (7
euros) y siempre trae cola. La primera opción para los niños no es
problema, pues casi no se tienen que agachar subiendo. Arriba, la
panorámica quita el hipo, con los campanarios despuntando de los cientos
de iglesias, las siete colinas y el Tíber desapareciendo al doblar la
colina de Gianicolo, donde todavía es posible ver un teatro de títeres
con marionetas de madera. Las representaciones, por cierto, son
gratuitas.
5. ¡Ha del castillo!
Justo debajo de la basílica arranca el corredor por el que los papas
escapaban al Castel Sant’Angelo cada vez que se ponía sitio a la ciudad.
Esta mole cilíndrica es otra visita para recomendar. Construida como
mausoleo del emperador Adriano, mantiene a la vista agujeros de bala. Un
gran túnel por el que subían y bajaban las tropas pontificias succiona
al visitante y le lleva entre tétricas cámaras hasta la explanada de
arriba, otro excelente mirador.
6. Historia por capas
Cuidado con que nos dé un arrebato de fe y queramos ver todos los
templos romanos: nuestros hijos nos acabarán odiando. Eso no es óbice
para que se les pueda enseñar unas pocas. Entre las que les puede llamar
la atención se encuentra San Clemente, un auténtico striptease
historiográfico. Es del siglo XI y se levantó sobre otra basílica
construida en el IV a partir de una villa perteneciente a Tito Flavio
Clemente, santificado por ser uno de los primeros senadores convertidos
al cristianismo. A través de un nuevo pasadizo se llega a una estancia
que se dedicó al culto del dios persa Mitra.
7. 'Horror vacui'
Otra iglesia que despertará su asombro será la del Gesù, al
descubrir que la bóveda principal no lo es tal sino un gigantesca
pintura al fresco que simula serlo, o la de Santa Maria della Vitoria,
un pasote barroco con el Éxtasis de Santa Teresa, de Bernini, como principal reclamo y con la mayor densidad de querubines por metro cuadrado que se pueda ver.
8. Rugen las bestias
El mejor sitio para que dejar que los niños corran sin que uno tenga
que preocuparse de los coches son los históricos jardines de Villa
Borghese, un bello parque de estilo inglés. En el recinto se encuentra
la famosa Galería Borghese, con obras de Caravaggio, Rafael y Bernini,
pero los más pequeños sin duda preferirán ver las bestias del zoo, que
no será de los más grandes que hayan visto en su vida pero sí el más
romántico.
9. El gran inventor
En el museo Macchine di Leonardo, habilitado en los sótanos del
palacio de la Cancilleria, los ingenio más ambiciosos de Leonardo da
Vincci salen del papel y están construidos tal como los concibió; es
nada menos que el caso del tanque y el avión. Lo que no inventara este
señor... (www.mostradileonardo.com).
10. ¡Pizza! ¡Helado!
Roma es un paraíso de la pizza. Se vende en todas las esquinas y es
precisamente las de los puestos a pie de calle las que mayores aplausos
se suelen llevar de los más pequeños. De todos ellos, recomendamos el
Forno Campo di Fiori, donde los niños reciben un trozo mientras los
mayores hacen cola. Otro delicioso forno, pero en este caso centrado en
la pastelería, es del Ghetto. Para acabar, un helado y en pocos sitios
son tan cremosos como en Giolitti.
EL MUNDO, Martes 16 de abril de 2013
https://yaldahpublishing.com/15-mejores-lugares-para-vivir-en-nueva-jersey/
ResponderEliminarOtro delicioso forno, pero en este caso centrado en la pastelería, es del Ghetto. Para acabar, un helado y en pocos sitios son tan cremosos como en Giolitti.