IVÁN GIL
El plomo está por todas partes. En los alimentos, en los medicamentos
o en el agua corriente. Desde la retirada del mercado de los
combustibles y otros productos con plomo, su presencia en el medio
ambiente se limitaba a unos niveles tan bajos que apenas representaban
un peligro para la salud. Sin embargo en los últimos meses se han
encendido las alarmas sanitarias por la multiplicación de los casos de saturnismo (envenenamiento producido por ese metal pesado, lo que también se conoce como plumbosis).
El Centro de Control y Prevención de Enfermedades de EEUU ha emitido un informe en el que advierte que unos 500.000 niños norteamericanos, con edades comprendidas entre uno y cinco años, tienen unos niveles de plomo en sangre que superan la barrera de la toxicidad.
Una exposición que puede afectar gravemente al sistema inmunológico,
causar retrasos en el desarrollo físico e intelectual y hasta provocar
paros cardiorespiratorios. Estas altas tasas de plumbosis no se habían
dado desde que comenzó a limitar el uso del plomo a principios de los
70.
Las investigaciones llevadas a cabo ante la propagación
de estas enfermedades relacionadas con la presencia de plomo en nuestro
organismo han puesto el foco en las papillas infantiles, los zumos, los fármacos y el arroz. Según un estudio publicado en la revista Consumer Reports,
alrededor del 25% de los zumos, papillas y botellas de agua mineral
contienen una cantidad de plomo y otros metales pesados por encima de
los límites legales, establecidos por la Dirección de Alimentos y
Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés). El autor
principal del estudio, Michael Hansen, recomendó que se eliminen
estos productos en las dietas de niños con menos de seis meses, pues
“son particularmente vulnerables, debido al menor tamaño de su cuerpo”.
Demanda civil contra las multinacionales agroalimentarias
La
publicación de estos resultados ha llevado a la Fundación de Derecho
Ambiental a presentar una demanda civil contra las grandes productoras
de alimentos para bebés, como Gerber Products Co., Del Monte Foods y Beech-Nut Nutrition Corp.
El primer objetivo de los demandantes es que, al menos, se obligue a
las multinacionales agroalimentarias a señalar en las etiquetas de los
alimentos la cantidad de plomo que contienen.
Los abogados de las empresas demandadas han alegado que la cantidad
de plomo en las frutas y hortalizas utilizadas en sus productos
infantiles se debe a una presencia natural: “Muchos minerales se encuentran de forma natural en la tierra y el agua
a lo largo de todo el mundo”. Si, finalmente, el juez da por buena esta
versión, sería suficiente para eximirlas de tener que advertir en las
etiquetas la presencia de plomo.
Otro de los productos
alimenticios bajo sospecha es el arroz. Según un reciente estudio de la
Universidad de Nueva Jersey sacado a la luz por la BBC, los niveles de plomo en el arroz importado de China y Taiwán superaban entre 10 y 12 veces la cantidad máxima tolerable para
la salud, según los índices de la FDA. De acuerdo con las conclusiones
del estudio, estos altos niveles se deben a que “algunos países utilizan
aguas residuales sin tratamiento para regar los campos de arroz”. Un
potencial peligro para la salud por el que los investigadores han
advertido sobre la necesidad de “establecer regulaciones internacionales
sobre el agua de riego y los productos agroquímicos”.
Los Gobiernos revisan a la baja el umbral de toxicidad por plomo
La
amenaza para la salud de los metales pesados ha sido uno de los temas
centrales del último congreso de la Sociedad Americana de Química,
celebrado la pasada semana en Nueva Orleans. Uno de los estudios
presentados por investigadores de la Universidad de Detroit alertaba
sobre la presencia de restos de plomo y otros metales pesados en medicamentos que han dejado de comercializarse, principalmente, píldoras anticonceptivas, aunque en cantidades que no deberían causar problemas de salud.
La preocupación por la contaminación ambiental derivada del plomo ha llevado a la Real Federación Española de Caza a liderar un proyecto para desarrollar munición alternativa a este metal pesado.
Hasta la fecha se han invertido más de 1,8 millones de euros, pero un
estudio encargado por la UE, y denominado Lead Reach Dossier, ha
concluido que “el plomo empleado en la munición deportiva del tiro de
caza y competición no tiene ningún impacto en la tendencia vital de las
poblaciones animales salvajes”.
En base a estos resultados,
la Asociación de Empresarios Españoles Fabricantes de Cartuchería de
Caza y Competición ha manifestado que la legislación comunitaria no
debería limitar su uso dada su baja toxicidad. Asimismo, ha señalado que
el plomo seguirá siendo el elemento básico y fundamental para la
fabricación de cartuchos, sin que exista ninguna alternativa conocida
que lo sustituya. Pese a ello, cada vez se financia un mayor número de
investigaciones para buscar sustancias que puedan sustituir al plomo en
la confección de productos. Una tendencia que acompaña las modificaciones legislativas en varios países, como es el caso de EEUU, que han revisado a la baja el umbral de toxicidad por plomo.
EL CONFIDENCIAL, Martes 16 de abril de 2013
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