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El sueño, una rutina importante


Dormir bien significa descansar y reponer energías, significa desconectar del día, cargar pilas, reconfortarse con uno mismo. Podemos decir que el sueño es uno de los hábitos más importantes tanto para los pequeños como para los mayores.
Existen diferentes autores que hablan sobre la importancia de un buen descanso, los más conocidos son: el doctor Eduard Estivil, la psicóloga Rosa Jové, el pediatra Carlos González… cada autor recomienda una serie de pautas y propuestas para conseguir que el niño se inicie en el hábito de dormir de forma independiente. Algunas de estas propuestas son totalmente diferentes entre ellas en cuanto a método, pero como respuesta hacia ellas sencillamente se trataría de adoptar la que más acorde sea a nuestra forma de hacer.
Los niños no nacen con unos hábitos o rutinas establecidos, los van adquiriendo a medida que van creciendo y van madurando, por ello no podemos pretender que desde el primer momento aprendan a dormir separados de nosotros, principalmente porque a nivel madurativo no están listos para descansar de una sola vez y sin tenernos a su disposición.
Al principio durante los primeros meses el bebé regula sus ritmos de forma natural realizando periodos de vigilia y sueño de forma desordenada, satisfaciendo de esta forma en los periodos de vigilia sus necesidades prioritarias: comida, aseo y afecto.
A medida que el niño/a crece, va llenando el mundo de significación incorporando nuevos tiempos y espacios para el descubrimiento, la observación, la interacción con los demás… por suerte el sueño no prima frente a las ganas de permanecer despierto para explorar.
El niño/a permanece despierto durante la mañana y duerme una siesta durante la tarde, ello suele suceder sobre los 15 meses. El cuerpo, los ritmos biológicos y el nivel de madurez que va alcanzando de forma progresiva, marcan el tiempo de descanso, y este se autorregula conforme a sus necesidades.
Independientemente de todo ello, existen muchos niños a los que les cuesta dormir en su cama, separados de mama y papa, algunos otros tienen costumbres adquiridas que acompañan el momento del sueño, como la toma de un biberón, dormir con una luz encendida, con un muñeco determinado… Algunas de estas costumbres ayudan al niño a independizarse de papa y mama para emprender de forma autónoma el viaje hacia el país de los sueños, pero otras empeoran y distorsionan la capacidad de dormirse de forma independiente.
El momento del sueño debe resultar para el niño algo agradable, debe de palpar en el ambiente una serie de indicios que le ayuden a relacionar el momento de dormir como un acto placentero.
El niño será capaz de conciliar el sueño por el mismo, si previamente adaptamos el clima, convirtiéndolo en idóneo para el sueño:
- Un entorno libre de estímulos (ruidos, luz, mala ventilación, demasiado calor o frío…)
- Incorporar una rutina que ayude a que el pequeño comprenda que se termina el día, lo más recomendable es contar un cuento o cantar una canción de buenas noches. Esta es una manera de estrechar los lazos afectivos entre padres e hijos.
- Sentir que no se queda solo, que aunque papa y mama no estén en la misma habitación, el niño no está solo. Debemos procurar arropar a los niños ofreciéndoles muestras de nuestro afecto. Nos podemos despedir de ellos con un beso y frases que demuestren nuestro amor incondicional de forma sencilla, clara y directa:
- “Buenas noches”, “espero que descanses”, “te quiero”, “hasta mañana”.

El hábito de dormir debe incorporarse de forma progresiva, procurando que el momento de iniciación al sueño sea siempre de la misma manera.
Por nuestra parte, nosotros como adultos debemos facilitarles claves que ofrezcan seguridad y confort para su descanso, intentando alejar las conductas disruptivas que puedan surgir durante el proceso en el que el niño aprende a dormir solo.
Una forma de saber si la técnica que nosotros empleamos favorece o empeora la autonomía de nuestro niño/a, es observar si después de habernos iniciado de forma progresiva en la retirada de su zona de sueño, el dormitorio del niño, éste sigue llamando nuestra atención de forma reiterada: si ello es así deberíamos replantearnos la situación y empezar otra vez, de forma distinta, adaptando y corrigiendo nuestros posibles errores, sin presiones, poco a poco, con calma e ilusión.
Clara Lapeña Abadía. Maestra de educación infantil.
EDUCAPEQUES
Imagen: Diego junio 2012

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