GEMA LENDOIRO
«Un día mi hijo, con tres años, me soltó de repente
mientras jugaba: Mamá, ¿cómo se dice yellow en inglés?. Pensé que tenía
un lío inmenso en su cabeza, pero nada que ver». La que habla es Tania
Salgar, nacida en New York hace 44 años, hija de una alemana y un
colombiano. Con 17 años se vino a vivir a España y, aunque habla
perfectamente el castellano, conserva un impecable acento norteamericano
porque de pequeña nunca le hablaron en español, lo aprendió de mayor.
Curiosamente, no domina el alemán pero tiene un acento impecable. «Me
lo hablaba mi madre de niña, luego dejó de hacerlo y por eso tengo un
vocabulario limitado, como el de una niña de diez años, pero mi
pronunciación es como la de un berlinés, sin acento de extranjera».
Cuando se casó con un español se quedó a vivir en España donde nacieron sus dos hijos a los que siempre les ha hablado en inglés,
entre otras cosas porque en aquella época su español no era tna bueno.
«Ellos dominan las dos lenguas, aquella pregunta del yellow se ha
quedado en mera anécdota».
¿Cómo se consigue un niño bilingüe?
Es una pregunta que muchos padres se hacen. Hay varias maneras:
teniendo padres que hablan diferentes lenguas, estando en
territorio/país diferente con lengua distinta a la que tus padres hablan
o bien recibiendo una educación en otro idioma. Y esto es importante
aclararlo: no es lo mismo ir a un colegio bilingüe en inglés que ir a un colegio inglés.
No es lo mismo tener varias clases en inglés que estudiar todo en
inglés. Son matices que la gente a veces confunde y luego se llevan a
engaño. La bloguera la madre Tigre,
española afincada en Baviera lo explica muy bien en este post.
Desafortunadamente la última opción, la de los colegios (porque no es
mayoritaria la opción de padres de diferentes lenguas) es la más cara y
no está al alcance de todos los bolsillos.
Hemos querido consultar a colegios e instituciones cómo
se educa un niño bilingüe, es decir, que hable dos idiomas a nivel
nativo, sin acentos, conociendo los recovecos, expresiones, la manera de
hablar de la calle y la culta.
Silvia Prado, directora de comunicación del British Council de Madrid nos habla del método británico por excelencia: «Cada vez con más frecuencia los padres desean que sus hijos adquieran la habilidad de hablar a la perfección no
sólo dos idiomas, sino incluso más. En el British Council School,
formamos a niños desde los 3 hasta los 18 años en un entorno educativo
totalmente bicultural y bilingüe, comienzan a recibir clases en inglés desde el primer día de curso con 3 años de edad
el 80% del tiempo. El 20% restante se destina a impartir en castellano
las asignaturas que establece la legislación española para centros
extranjeros».
Sobre cuándo comenzar, Prado considera que la decisión
sobre la mejor edad para iniciar una educación bilingüe depende mucho
del contexto familiar y de las inquietudes individuales de los padres.
«Nosotros recomendamos esperar hasta el tercer año de vida,
para que el niño interiorice su idioma materno, comenzar a los 3 años
con nuestro programa de inmersión educativo-lingüística es una edad
ideal».
Sobre cuáles son los métodos, nos explica que «seguimos la metodología británica.
En la etapa de infantil el alumno aprende y evoluciona a través del
juego, la música, las manualidades, etc., y, a pesar de este enfoque
lúdico y de que el niño sólo tenga entre 3 y 5 años, en el colegio ya
establecemos actividades orientadas a trabajar las pre-matemáticas y la lectoescritura».
En los años posteriores, el alumno sigue el currículum británico actual
orientado a favorecer su desarrollo integral como persona, con una
fuerte educación en valores y con la curiosidad, la creatividad y la
expresión como herramientas clave para que alcance su máximo potencial.
En el momento en el que los alumnos se gradúan, con 18 años de edad,
hablan 3 y hasta 4 idiomas.
Hemos querido preguntar a una guardería francesa de Madrid, Les petits bilingues. Eva Molina, coordinadora pedagógica nos confirma lo que es un hecho: «España es uno de los países que más tiempo estudian una segunda lengua
en el ámbito escolar pero, por el contrario, menos resultados obtiene
de cara a dominar dicha lengua y desenvolverse a través de ella». Para
ella el éxito en el biligüismo pasa por otro método, el que aplican en
su guardería:«el primer paso hacia el dominio de una lengua no es, como
se puede creer, presentar gran cantidad de contenidos nuevos en un
idioma desconocido, y más en niños tan pequeños, sino sumergir a nuestros alumnos en ambos idiomas por completo en
un entorno de cariño, afecto, respeto mutuo y comprensión, teniendo en
cuenta sus intereses, necesidades y conocimientos previos, puesto que es
así como perciben, sienten y adquieren la realidad que les rodea en su
vida diaria. Además, de esta manera percibirán la segunda lengua como natural, divertida y necesaria para comunicarse y
sociabilizarse en el mundo que le rodea, en lugar de concebirla como un
simple instrumento que carece de valor para ellos en el presente y que
puede llegar a frustrar y desinteresar, por significar solo un contenido
escolar a aprender. A los 3 años, cuando se van, la mayoría de nuestros alumnos, independientemente del idioma que predomine en casa, han adquirido el español y el francés como
medio de comunicación y expresión. Aparte de la gran ventaja que esto
supone, un niño bilingüe tendrá muy desarrolladas las competencias
necesarias para aprender una tercera lengua en el futuro, puesto que sus
esquemas de reflexión, adquisición, comprensión y automatismo ya han
sido trabajados».
El departamento de asuntos escolares de la embajada de Francia considera que «es difícil precisar una edad para el aprendizaje del francés.
En los liceos franceses de España recibimos a nuevos alumnos, que no
saben el francés, en cualquier curso de preescolar y primaria. Desde los
tres años, se puede empezar a aprender el francés apoyándose y
continuando el desarrollo de la lengua materna del niño».
La enseñanza francesa tiene como absoluta prioridad en su
enseñanza infantil (hasta los seis años) el aprendizaje lo más correcto
posible de la lengua francesa hablada. Hecho que, desde la propia
embajada nos corroboran: Apropiarse del lenguaje oral es de hecho una de las prioridades en preescolar.
Las instrucciones oficiales piden que en preescolar se estructure la
expresión de los alumnos y se preste especial atención a la comprensión y
la adquisición del vocabulario.
También hemos querido conocer la experiencia de personas
bilingües por sus circunstancias personales, ser hijos de padres de
diferentes nacionalidades/idiomas, cambiarse de país siendo niños… Hemos
hablado con varios.
Caso del chino:
Cecilia Jan es china, de Taiwan, hija de chinos que
llegaron a España sin hablar castellano cuando ella tenía 4 años.
Actualmente es periodista, está casada y tiene 3 hijos pequeños. Por si
esto fuera poco, escribe un blog para padres, mamas & de papas. «Aprendí español en el cole, a esa edad, en unos meses de inmersión,
lo aprendes, y en poco tiempo, mi hermano y yo hablábamos mejor español
que chino aunque mis padres nos hablaran en chino. Con mis hijos hablo
en chino desde que nacieron, lo que me supone cierto sacrificio ya que
me expreso mucho mejor en castellano. En chino me falta mucho
vocabulario y ya vamos teniendo conversaciones en las que me cuesta
explicarme. Ellos me responden en español, porque los niños son muy listos y
saben perfectamente cuándo alguien les entiende en uno u otro idioma,
así que conmigo no hacen el esfuerzo. Pero me entienden cuando les hablo
en chino y entienden a otras personas, lo que ya es un regalo, teniendo
en cuenta la cantidad de españoles que gastan tiempo, dinero y esfuerzo en aprender chino.
Aunque es complicado porque están rodeados de español por todos lados
(su padre, el cole, la tele, los amigos...). Para que tengan más
contacto con el chino, desde que nació nuestra tercera hija (y ya que
necesitábamos alguien que nos ayudara en casa) contratamos a una mujer
china que cuidara de la pequeña y también jugara con los mayores varias
horas a la semana. También les sirve ver a los abuelos y los dos mayores
van a clases de chino los sábados en una escuela organizada por la
comunidad de Taiwán. Lo mejor sería volver a Taiwán o China a pasar uno o dos meses al año, pero la verdad es que está complicado por la lejanía y el coste».
Caso alemán:
Fátima Casaseca es madrileña. Con veintipocos se cogió la mochila y poco más y aterrizó en Berlín. En menos de un año se casó y continuó con la inmersión lingüística de
tal manera que logró licenciarse en filosofía y teología protestante en
la universidad de Berlín. Eso sí, partía de una base; hablaba francés
como español puesto que cursó su educación el colegio francés Saint
Chaumond de Madrid.
Es autora del famosísimo blog una mamá española en Alemania
(saca libro el 11 de abril basado en dicho blog con la editorial
Planeta). Nos cuenta su experiencia con los idiomas a sus tres hijos en
el día a día: «Mi marido habla en alemán y yo en español. Entre mi
marido y yo hablamos alemán, pero él entiende español, así que no
tenemos que estar traduciéndole.
Por ejemplo, en la mesa los dos idiomas fluyen sin
problemas, los niños van cambiando según a quién se dirijan, igual que
yo, y mi marido entiende lo que decimos, con lo que puede intervenir en
una conversación entre un niño y yo sin problemas. Si él interviene en alemán, se le contesta así, pero
los niños siguen manteniendo el español conmigo y yo con ellos. Para
esto es fundamental que los padres entiendan (o hablen) los dos idiomas
sin demasiados problemas. Con el resto de la gente, aunque no sepan
español, yo sigo hablándoles en ese idioma. Muchas españolas que conozco
cometieron el error de hablar a sus hijos en alemán cuando salían de
casa, porque les daba reparo que el resto de la gente no les entendiese.
Yo lo que hago es traducírselo al teutón que esté delante, aunque a
veces por el contexto es obvio lo que se está discutiendo y no hace
falta. Mi suegra, incluso, entiende muchísimo, de tanto que lo ha estado
oyendo estos años y ya no hace casi falta traducirle nada. La gente reacciona, por lo general, bastante bien.
Se quedan totalmente fascinados por la rapidez con la que los niños
cambian el chip de un idioma a otro, que no les cueste nada, que no se
paren a pensar cuando cambian idiomas... Supongo que ayuda mucho que a
mí me vean hacer lo mismo, hablando con ellos y acto seguido o entre
medias con alemanes (con mi marido mismamente) y, como los niños
aprenden los idiomas por imitación (copy paste), hacen lo que ven. Los dos pequeños han sido mucho más fáciles a la hora de hacerles hablar español, porque como lo han visto en su hermano, lo han tomado como lo normal, lo que se hace en casa y se han adaptado sin problemas.
Sobre si comprendieron un idioma antes que otro, Fátima lo
tiene claro: «No. Al principio el vocabulario que van manejando es tan
básico y elemental que aprendieron los dos idiomas igual. Es ahora,
cuando crecen e interactúan en sociedad, cuando se notan carencias de
vocabulario en español. Es normal, sobre todo porque la única fuente de español que tienen aquí soy yo,
mientras que el alemán es el idioma que hablan con su padre, sus
abuelos, sus amigos, sus profesores...etc. Hay que esforzarse bastante
leyendo, cuidando la propia manera de hablar, manteniendo relaciones con
gente en España (por teléfono y con visitas) para que vayan
evolucionando. Se les nota mucho nada más aterrizar en España, pero en
cuanto llevan un par de días, cogen el nivel de los niños españoles con
los que se relacionan. Son como esponjas.
Para ellos, hablar es un como un juego que les permite
comunicarse. Un juego con sus reglas definidas y, cuanto más jueguen,
más interiorizan esas reglas. El truco está en hacer que lo necesiten, que
necesiten el español para algo en particular. Si ven que contigo no les
hace falta hablarlo porque reacciones y les atiendes cuando hablan en
alemán, no lo van a usar... pero en cambio, si les haces necesitarlo
para interactuar contigo, lo harán sin problemas.
La conclusión,
según lo que dicen los expertos y pedagógos, la única manera de
conseguir que un niño sea bilingüe es viviendo el idioma varias horas al
día, y no tanto estudiándolo.
ABC, 23/03/2013
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