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¿Me cuentas un cuento?

BERTA PONCE MARTIN
Seguramente muchos de nosotros tenemos buenos recuerdos de algún cuento infantil que nos gustaba de pequeños, algunos de ellos van pasando de generación en generación sin que el paso de los años haga disminuir su atractivo para los más pequeños. A muchos adultos les gusta hoy leer porque disfrutaron de muy buenos momentos con alguno de sus padres o abuelos contándoles historias.
Se puede empezar a contar cuentos a los niños desde que estos son muy pequeños. Entre 1 y 3 años todavía no son capaces de seguir el hilo de la historia pero les encantará mirar los dibujos, pasar ellos solitos las páginas y señalar los diferentes personajes. Aunque su nivel de atención durará poco, y aún no saben leer, es un buen momento para generar interés por la lectura e ir incorporando nuevas palabras a su vocabulario.
A partir de los cuatro años ya son capaces de seguir una breve historia y podrán centrar su atención durante más tiempo. Esas letras que antes veían empiezan a tener significado al convertirse en palabras y éstas a su vez en una historia. Pronto empezarán a leer. Si el niño ha tenido una buena experiencia vinculada a los cuentos es muy posible que la lectura se convierta poco a poco en uno de sus placeres.

Paso un rato con papá o mamá haciendo algo que nos gusta
Los objetivos de contar un cuento a nuestros hijos pueden ser muy variados, dependerá de cada padre: estar juntos, divertirse, mostrar al hijo el gusto por la lectura, trasmitir ciertos valores, enseñar…. Lo que sí es cierto es que cuando alguno de los padres dedica un rato a su hijo leyendo un cuento hacen sentir a éste especial. Será un rato diferente a muchos otros, donde las reglas y las obligaciones no serán en ese momento lo más importante.
Para que los padres disfruten de este rato ha de gustarle también el cuento a ellos. Si para los padres es un momento agradable es muy probable que también lo sea para su hijo. Hay que tener en cuenta que no sólo trasmitimos con la voz lo que va sucediendo en la historia; es también muy importante el tono, los gestos o como movamos las manos, para mantener la atención del niño y para que éste disfrute.
Los padres pueden también hacer participar al niño en la lectura del cuento. Si el pequeño ya sabe leer puede participar leyendo partes de la historia, si no sabe los padres pueden ir haciéndole preguntas sobre lo que va sucediendo. Después del cuento pueden hacer juntos una reflexión sobre lo que han leído, así ayudarán al niño a pensar en las cosas que le pueden ir surgiendo en su día a día y este aumentará su capacidad para resolver problemas y adquirir recursos en distintas situaciones. Pueden hacer preguntas al niño. ¿Cómo te parece a ti que ha actuado el protagonista? ¿Y los demás personajes? ¿Qué hubieras hecho tú si te sucede algo parecido?

Cuentos que ayudan
Hay veces que nuestro hijo nos pide un cuento de manera repetida. Es muy probable que esa historia esté reflejando aspectos de su mundo interno. Cuando el niño ve que a alguno de los personajes le pasa o siente algo parecido a lo que le sucede o siente él, tenderá a identificarse.
Este tipo de cuentos ayudan al niño a entender sus emociones. Se dará cuenta que lo que él siente también lo sienten otros. La manera que tienen los personajes de enfrentarse a lo que les va sucediendo dará herramientas al pequeño para saber mejor qué hacer en ciertas situaciones.
Hay muchos sentimientos y emociones que el niño podrá entender y regular mejor con la ayuda de los cuentos: los miedos, los celos, la muerte, la rivalidad entre hermanos, los conflictos con amigos o los sentimientos ambivalentes hacia los padres.
A los niños pequeños les es difícil entender ciertos conceptos morales pero los cuentos les pueden ayudar a entender lo que está bien y lo que está mal. En los cuentos clásicos nos solemos encontrar con dos personajes fundamentales: el bueno y el malo. Esto pone al niño en contacto con los conflictos más básicos del ser humano, donde el mal estará presente y a su vez también la bondad.
El niño tenderá a identificarse con el bueno, a este personaje le suelen ocurrir cosas complicadas a las que tendrá que enfrentarse. Al final, tras muchos esfuerzos, consigue salir victorioso y el que saldrá peor parado será el malo. Al separar el bien y el mal, el niño pone orden a muchas de sus ambivalencias internas y esto le da seguridad.
El objetivo de muchos de estos cuentos es trasmitirnos el mensaje de que en la vida nos encontraremos con algunas dificultades y que enfrentándonos a ellas podremos encontrar soluciones. También trasmiten valores que nos acompañarán siempre. Nadie olvidará, por ejemplo, el cuento de Los tres cerditos, donde aprendimos lo importante que es trabajar bien, aunque eso nos lleve más tiempo; el de La cigarra y la hormiga, donde aprendimos que merece la pena esforzarse ya que a largo plazo eso nos traerá recompensa o El traje nuevo del emperador, donde vimos lo importante que es no creer que algo es verdad por el mero hecho que todo el mundo lo crea.
Los cuentos ayudan al desarrollo integral del niño, estimulan la imaginación, favorecen el desarrollo de la atención y memoria, ayudan a entender muchas de las emociones, a ponerle nombre a estas, a encontrar soluciones a los conflictos que surge, a dar significado a muchos de los acontecimientos de la vida….  Si además el niño puede compartir la lectura con uno de sus padres tendremos una experiencia de lo más enriquecedora para el vínculo entre ambos.
EL CONFIDENCIAL, Jueves 4 de abril de 2013

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