Ir al contenido principal

El efecto de los brazos maternos

LAURA TARDON / Madrid
Nada como los brazos de una madre para consolar a su bebé, sobre todo si ésta le acuna mientras camina. Por primera vez, un estudio indaga en las razones por las que este gesto innato es capaz de calmar el llanto del recién nacido y descubre que, más allá de la relación afectiva, existe una explicación científica basada en un mecanismo fisiológico.
Los efectos son inmediatos. "Se reduce la actividad del sistema nervioso y la del motor. La frecuencia cardiaca disminuye" y el bebé se tranquiliza. Así lo observaron los autores de la investigación después de examinar a 12 niños sanos entre uno y seis meses de vida. "Grabamos su ritmo cardiaco cuando se les tumbaba en la cuna y mientras la madre les llevaba en brazos, sentada o caminando".
El electrocardiograma desveló claras diferencias. Entre la cuna y el calor de los brazos, mejor esta segunda opción. Y entre el calor de su madre sentada o caminando, los pequeños prefieren el movimiento. Cuando su progenitora se sentaba con el niño en brazos, su ritmo cardiaco se aceleraba, lloraba y no paraba de moverse. En cuanto se levantaba y se trasladaba, sus constantes descendían inmediatamente y el bebé se mostraba más tranquilo. Sin embargo, al sentarse de nuevo, el recién nacido volvía a quejarse.
En definitiva, reclamar los brazos de la madre y preferir el movimiento no es un capricho ni tampoco que el bebé haya aprendido a exigir a conciencia. Como subrayan los investigadores en su artículo, publicado en la revista 'Current Biology', se trata de una necesidad fisiológica, "un mecanismo de defensa" propio de los mamíferos.
Kuroda y su equipo, de Riken Brain Institute (Saitama, Japón), también desarrollaron este experimento con crías de ratón durante sus primeras semanas de vida. El efecto calmante de los brazos maternos en movimiento era el mismo. Dejaron de llorar y se mostraron más relajadas. Al igual que otras especies como los gatos y los leones, las crías adoptaban la postura fetal, flexionando las piernas.
Los investigadores apuntan a un sentido del tacto y de la 'propiopercepción', un término que alude a la capacidad de reaccionar cuando la madre toca al bebé e incluso cuando notan los movimientos corporales de su progenitora.

El movimiento relaja

"Los bebés se sienten más cómodos cuando les cogemos de pie y siempre les relaja el movimiento", afirma Mara Cuadrado, psicóloga infantil del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. A esto se suma que si la persona que los mece es su madre, los resultados son inmediatos. "Con quien se vincula el bebé es con quien más le coge cuando nace, con quien le cuida, le protege y le alimenta". Pero la unión comienza a forjarse mucho antes, durante la gestación, "cuando el sonido que más escucha es la voz de su madre, su ritmo cardiaco, incluso percibe su temperatura". Ese vínculo se refuerza después, "con la forma en la que su madre le coge (diferente de la de los demás) y otras variables como el olor, algo que el bebé detecta nada más nacer".
Dados los resultados del estudio, cuando el lloro es un mecanismo de defensa, como ocurre en los recién nacidos, no hay que escatimar en mimos. De hecho, según los investigadores, podría ayudar a prevenir los traumatismos derivados del síndrome del bebé zarandeado. "El mayor factor de riesgo de esto es el lloro inconsolable de un bebé".
El niño no deja de llorar, los padres o los cuidadores ya no saben qué hacer, se frustran, "se crispan y pueden zarandear al pequeño creyendo que no le van a hacer daño", explica,Gustavo Lorenzo neurólogo del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Sin embargo, "puede producir daños cerebrales, ataques epilépticos y trastornos del habla, entre otros problemas del desarrollo neurológico, incluso la muerte".
"La explicación científica de esta respuesta infantil ayudará a los padres a entender su lloro, no como un intento de manipulación, sino como una necesidad fisiológica" que está reclamando brazos y que es importante cubrir, remarca Kuroda. "Resulta beneficioso tanto para la madre como para el bebé".
Aunque todo en su justa medida, coinciden la psicóloga y el neurólogo. "El niño puede acabar acostumbrándose a ser excesivamente bien recibido y el llanto deja de ser un mero mecanismo de defensa".
EL MUNDO, Viernes 19 de abril de 2013
Imagen: Diego con su mama Noviembre 2011

Comentarios

Entradas populares de este blog

«Los buenos modales no están de moda, pero es imprescindible recuperarlos»

FERNANDO CONDE Hoy en día es frecuente enterarte por los medios de noticias relacionadas con la falta de respeto, el maltrato, el acoso, etc. Podemos observar muchas veces la ausencia de un trato adecuado a los ancianos, la agresividad incontrolable de algunos hinchas de fútbol; la poca estima a la diversidad de opiniones; la destrucción del medio ambiente; el destrozo del mobiliario urbano y un largo etcétera que conviene no seguir enumerando para no caer en el pesimismo que no conduce a nada y el problema seguirá ahí. Un problema que podríamos resumir en que se ha ido perdiendo el valor de la dignidad humana en general. Los modos para alcanzar la felicidad, siempre deseada, se apartan de las reglas y normas de conducta más elementales de convivencia colectiva que han acumulado las culturas y los pueblos a través de los siglos. La idea de que «la dignidad empieza por las formas» que resume este artículo es una afirmación bastante cierta, porque la forma, no pocas veces arrastr

¿Qué hay detrás de las mentiras de un niño?

ISABEL SERRANO ROSA Los niños no son mentirosos, pero mienten . Lo hacen cuando tienen algo que decir o que aprender. Hasta los cuatro años, con sus historietas sorprendentes, quieren narrarnos su mundo de fantasía. Somos la pantalla en la que proyectar su película. Entre los cuatro y los siete años construyen su mini manual de moralidad con ideas muy sencillas sobre lo que está bien y mal, basado en sus experiencias "permitido o no permitido " en casa y en el colegio. Con su gran imaginación, las mentiras son globos sonda para saber hasta dónde pueden llegar. Entre los ocho y los 12 años la realidad se abre camino y la fantasía se vuelve más interesada.  El pequeño pillo de nueve años desea ser bueno, pero se le escapan las trolas por el deseo de gustar a los demás, ocultar alguna debilidad o evitar castigos. En general, mienten a sus crédulos coetáneos o, por el contrario, les escupen a la cara alguno de sus descubrimientos del trabajo de campo que significa crecer.

Qué le pasa a tu bebé cuando dejas que llore sin parar

  GINA LOUISA METZLER Muchos padres creen que es útil dejar llorar a su bebé. La sabiduría popular dice que unos minutos de llanto no le hacen daño, sino que le ayudan a calmarse y a coger sueño. Se trata de la técnica de la espera progresiva , que fue desarrollada por el doctor Richard Ferber, neurólogo y pediatra de la Universidad de Harvard en el hospital infantil de Boston (Estados Unidos) , y que sigue utilizándose en la actualidad en todo el mundo. Casi nadie sabe en realidad lo que ocurre a los bebés cuando siguen llorando, pero las consecuencias físicas y psíquicas podrían afectarles toda su vida. Cuando un bebé llora sin que sus padres lo consuelen, aumenta su nivel de estrés , ya que, a través de su llanto, quiere expresar algo, ya sea hambre, dolor o incluso necesidad de com