LAURA PERAITA
Primero fueron los niños de los colegios públicos y
concertados y, desde la pasada semana, también los de los privados.
Todos los escolares están ya de vacaciones. Ocuparse de los hijos que ya
no van a clase cuando los padres trabajan es un verdadero problema para
muchas familias. Un año más, muchos padres se enfrentan a la misma
cuestión: «Cariño, ¿qué hacemos con los niños?».
No todas las familias pueden contar con los abuelos
para que hagan de canguros, bien porque no estén en buenas condiciones
de salud o porque no es lo mismo dejarles al cuidado de uno o dos nietos
que de cinco en el caso de los abuelos que tengan varios hijos con
descendencia.
Tampoco todos los bolsillos pueden soportar el pago de campamentos o de canguros para que se encarguen del cuidado de los pequeños durante tantos días.
Hace décadas la mujer se encargaba de cuidar a los hijos. Pero, desde su incorporación al mundo laboral muchas parejas entran en conflicto en busca de una solución para «colocar» a sus hijos y que, en ocasiones, no es del agrado de ninguno.
Se trata de una cuestión que está contemplada en el Informe
de la Subcomisión de Igualdad del Congreso de los Diputados del 25 de
septiembre de 2013 «pero solo eso: contemplada», asegura José Luis Casero, presidente de Arhoe, Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios en España.
«Tampoco está previsto que se aborde con mayor profundidad ni se
aporten soluciones concretas o se hagan peticiones al respecto a los
partidos políticos para que traten el asunto».
En su opinión es una cuestión que se debe resolver dentro del ámbito familiar-empresarial-escolar, pero siempre teniendo en cuenta que lo primero es el interés del niño. El problema es, según José Luis Casero, que dentro del ámbito docente hay un claro interés por mantener sus amplias vacaciones de
casi tres meses. Explica que hay países en Europa, como los nórdicos,
donde las vacaciones de verano duran solo un mes y resulta más sencillo
que los padres ajusten su propio periodo de descanso para estar con los
hijos.
Desde el ámbito empresarial, señala Casero, no hay que
olvidar que «las empresas funcionan para ganar dinero y si no se ven
favorecidas —con deduciones, por ejemplo— no optarán por establecer medidas de conciliación,
sencillamente porque pueden suponer más un problema que un beneficio».
«Además, —prosigue— la mayor parte del tejido empresarial de nuestro
país está compuesto por pymes que tienen una situación más complicada
para poner en marcha medidas conciliadoras».
Medidas jurídicas y fiscales
Ante este panorama, Anna María Hurtado, directora de Relaciones Institucionales de la Fundación Alares, plantea que «es el propio Estado español el que debe crear –como ya se está haciendo con éxito en otros países europeos–, un marco adecuado con medidas jurídicas y fiscales
para que conciliar resulte más sencillo. En los últimos años se ha
evolucionado mucho desde la empresas para que sus empleados concilien,
pero aún queda mucho por hacer porque la mayoría de las familias están desprotegidas».
María Sánchez-Arjona, presidenta de la Fundación máshumano,
advierte que en España existe un problema serio de baja natalidad y que
«si de verdad hay voluntad de que nazcan más niños es imprescindible que la Administración aporte recursos y genere las estructuras sociales necesarias
para que, entre otros asuntos, los padres y madres puedan ocuparse de
sus hijos durante las vacaciones escolares sin volverse locos en el
intento».
Cambio cultural
Plantea, además, la necesidad de acelerar un cambio
cultural puesto que la familia «es un proyecto de hombres y mujeres».
Por este motivo, propone que «los hombres también se ocupen de estas cuestiones y planteen soluciones
para que no siempre tenga que recaer todo el cuidado de los hijos en
las mujeres que también son trabajadoras y se encuentran con problemas
de horario para estar con sus hijos durante todo el año y especialmente
en verano. Se debe apoyar la corresponsabilidad de forma clara». También
solicita a las empresas que tomen conciencia de que sus empleados
tienen familia y que deben interesarse por aquellos temas que preocupan a
los empleados.
En esta línea se manifiesta también Pedro Núñez Morgades, ex Defensor del Menor, al asegurar que las empresas deben trabajar más «el salario emocional que, en vez de ofrecer un sueldo mayor, aporta facilidades y soluciones
a la vida diaria de los empleados como descuentos en campamentos,
flexibilidades horarias... De esta manera, el trabajador se sentirá más
satisfecho, rendirá más y asentarán su fidelidad a la compañía».
Sin embargo, José Luis Casero considera que lo que no es
posible es tener todo: ganar mucho dinero, tener un trabajo flexible y
no trabajar durante las vacaciones escolares para cuidar de los hijos.
¿Qué pueden hacer entonces las familias?
Lo primero de todo es establecer prioridades —apunta
el presidente de Arohe—. «Los niños no pueden estar solos hasta
determinada edad por lo que hay que realizar una organización con tiempo
y realizar ajustes como reducciones de jornada de uno de los dos cónyuges, aquel que tenga más posibilidades de hacerlo en su empresa».
También propone hacer una búsqueda exahustiva de actividades veraniegas que sean gratuitas,
porque hay algunas. No olvidarnos que también hay que consultar al niño
para que pueda elegir qué actividad le gustaría hacer más.
ABC, Miércoles 8 de julio de 2015
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