RISTO MEJIDE
Artículo publicado el domingo, 26 de Julio de 2015, en ElPeriódico.com.
Artículo publicado el domingo, 26 de Julio de 2015, en ElPeriódico.com.
“A la vida hay que exigirle mucho. A la
vida hay que exigirle bien. Porque no te preocupes que ella ya se
ocupará de exigirte a ti cuando menos te lo esperes y por la razón más
insospechada. Un día sales de casa y búm. Un día vuelves de un chequeo
rutinario y zas. Un día coges el coche y pam. Es siempre más tarde de lo
que te crees. Cualquier día te cambian las reglas de este juego al que
llamamos vida, y lo hacen sin que nadie te pida permiso y sin avisar.
Así que plantéatelo ahora o atente a las consecuencias. Porque puede que
jamás exista un espérate, porque puede que para ti no haya previsto un
después.
Por eso, yo exijo. Exijo sentir cosas
todos los días. Buenas, malas y regulares. Todas y cada una de ellas. Me
da igual. Miedo, asco, rabia, ira, sorpresa, alegría y tristeza. Porque
un día sin emociones es un día perdido. Y porque ahí donde la emoción
manda, es siempre donde ocurren las cosas, es donde yo exijo estar.
Yo exijo. Exijo no pasar ni un sólo día
sin estar enamorado. No hablo de estar acomodado. Ni de dejarme
simplemente llevar por la inercia. No. Exijo mariposas todos los días. Y
exijo también a alguien a mi lado que las quiera mantener más allá de
lo razonable, más allá de lo racional. Alguien que esté dispuesta a
dejarse la vida en el intento. Y que quiera casarse cada día conmigo. Y
que lo demuestre en cada tempestad. Exijo que se lo curre tanto o más
que yo. Y si no, no me vale la pena ni el simple hecho ya no de estar en
pareja, sino de respirar. Ah y una cosa más. Exijo que la prudencia se
tome vacaciones eternas conmigo. Porque jamás me ha garantizado nada el
hecho de ir poco a poco. Ni me ha hecho más feliz. Exijo que deponga sus
armas hasta que me asegure que mientras yo sea prudente, nada de lo que
me gusta se va a terminar.
Yo exijo. Exijo viajar hasta que el
cuerpo aguante. Cada rincón del planeta esconde algo o alguien que tiene
algo que enseñarme, cada kilómetro recorrido es otra lección de la que
aprender. Soy consciente de que hay casi doscientos países en el mundo, y
que yo habré visto siempre muy pocos, con mucha suerte llegaré a
conocer la mitad. Y sobre todo, lo más importante, habré estado siempre
en menos de los que visité. Un destino es una oportunidad para
reencontrarse. Un hogar es donde vacías tus maletas. Y un origen es
donde dejas que crezcan los recuerdos. Por eso, por mucho que te alejes,
ellos se crecen más.
Yo no exijo un trabajo, exijo dejar de
tener las sensación de trabajar. Porque es entonces cuando te estás
dedicando a lo que realmente te gusta. Porque es entonces cuando
realmente puedes llegar a ser bueno, o como mínimo, a poderlo disfrutar.
Cuando el ocio deja de ser la negación del negocio. Cuando los lunes
dejan de ser un suplicio, para convertirse en el único día de la semana
al que quieres llegar. Lo antes posible, o sea, ya. No concibo ni un
sólo día de mi existencia dedicado a algo que no merezca mi tiempo, mi
vida, mi sacrificio, mi dedicación profesional.
Pero es que yo exijo también
conversaciones. Conocer gente que me aporte algo interesante. Dejar de
perder el tiempo con historias tóxicas y desgastadas. Exijo una vida sin
capullos, sin mediocres, sin gilipollas, que ya tengo bastante conmigo.
Y ponerme a sumar. Siempre sumar. Cada vez me queda menos tiempo para
desperdiciar. Así que me he vuelto muy exigente con el tiempo que le
dedico a cualquier prójimo. No porque no lo merezcan, o porque yo me
crea especial. No tiene nada que ver con eso. Sino con la sensación de
unicidad, de que esto que puedo vivir hoy tiene fecha de caducidad. Cada
minuto que te dedico, se lo estoy quitando a los demás. Así que me
tiene que valer la pena. Algo me tiene que aportar. Dejarse de tonterías
e ir al grano. No es una pose. Es una obsesión por aprovechar cada
oportunidad.
Y ya puestos a exigir, yo exijo luz de
luna. Como Chavela. Pero no sólo para mis noches tristes. Para las
alegres, también. Y exijo que el sol vuelva a salir por donde quiera.
Porque si sale siempre por el mismo sitio, te juro que pillo la pistola
de Saza y me lío a tiros como él.
Yo le exijo todo esto a la vida.
Y lo más importante, como sé que no está
en sus planes proporcionármelo, no pienso quedarme de brazos cruzados
esperando a que me lo facilite.
Lo pienso ir a buscar.”
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