MIGUEL AYUSO
El distrito de Saunalahti, en la ciudad finlandesa de Espoo
–la segunda más grande del país–, es un barrio de reciente creación
destinado a albergar a la cada vez más numerosa población del sur de
Finlandia. Pero, a diferencia de nuestros PAU, dista mucho de ser una
desangelada ciudad dormitorio. El proyecto urbanístico ha sido diseñado
por prestigiosos arquitectos y en él todo está pensado para hacer la
vida más sencilla al ciudadano. Al contrario que en nuestros ensanches,
la vida no gira en torno al hipermercado. El centro neurálgico del
barrio es el colegio.
Inaugurado en septiembre de 2012, la escuela de Saunalahti es considerada la niña bonita del sistema educativo finlandés, famoso por aparecer una y otra vez en lo más alto del ranking del informe PISA, y conjuga todas sus virtudes en un espacio especialmente diseñado para potenciarlas.
El galardonado estudio de arquitectura VERSTAS
diseñó el centro pensando en “la escuela del futuro”, el edificio
perfecto para fomentar un sistema pedagógico con tres pilares
principales:
1. Interacción y colaboración
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Por
supuesto, el colegio cuenta con aulas, pero su organización nada tiene
que ver con las clases tradicionales: no hay pupitres individuales y
cuentan con grandes ventanales; no sólo hacía el exterior, también hacía
el resto de aulas. Todo el centro está diseñado para fomentar el trabajo en grupo,
y cuenta con espacios más propios de una universidad, como los pasillos
repletos de sillas y mesas donde los alumnos pueden estudiar o,
sencillamente, sentarse a charlar.
Pero el colegio no sólo fomenta la colaboración entre estudiantes, también entre estos y sus profesores con el resto de la comunidad.
Además de albergar nueve cursos –en Finlandia no existen centros
diferenciados para primaria y secundaria–, la escuela cuenta con un
centro de día para ancianos, una guardería, una casa de la juventud, una
biblioteca pública –que es a su vez escolar– y un gimnasio abierto a
todos los ciudadanos.
“El edificio está al máximo de su uso casi todas las horas del día”, explica en This is Finland la directora del centro, Hanna Sarakorpi. “Hay
un montón de sinergias de las que todo el mundo se puede aprovechar”.
Durante el día los niños disfrutan de las clases, por la tarde sus
padres acuden al gimnasio o la biblioteca y los fines de semana
distintas asociaciones organizan actividades para todo el vecindario.
La
idea es sencilla: si la vida comunitaria gira en torno a la escuela
todo el mundo se preocupará de que esta funcione como es debido.
2. Aprendizaje fuera del aula
El
colegio está diseñado para fomentar un sistema pedagógico que prima el
aprendizaje informal, donde el tiempo de recreo y clase es casi
indistinguible. “Algunos estudiantes no se sienten cómodos en las aulas
tradicionales”, explica en This is Finland Ilkka Salminen,
una de las arquitectas que diseñó el centro. “Todos los espacios
interiores y exteriores son potenciales lugares de aprendizaje”.
El
colegio está repleto de espacios para sentarse, trabajar, estudiar y,
por qué no, divertirse. A los niños les encanta explorar el extenso
patio y sentarse a leer en los alféizares de las ventanas. El edificio
está pensado para que no tengan en ningún momento la sensación de ester
encerrados, algo muy habitual en los colegios tradicionales, por eso
cuenta con enormes ventanales, algo esencial en un país en el que se
echan en falta muchas horas de luz solar.
“Todos los espacios interiores y exteriores son potenciales lugares de aprendizaje”
Desde
el punto de vista arquitectónico está todo bien pensado: los patios de
los niños más pequeños están orientados hacia el este, para recibir más
luz solar, mientras que los estudiantes mayores, que pasan más horas en
la escuela, reciben los rayos finales del día desde el tejado de cobre,
suavemente inclinado para aprovechar hasta el último fotón.
“La
amplitud de miras y el sentido de comunidad también pueden observarse en
la arquitectura”, explica Salminen. “El corazón del edificio es un
comedor multiusos donde se reúne todo el mundo. Se abre al patio de la
escuela como si fuera un anfiteatro”.
3. Aprender haciendo
El
sistema educativo finlandés da especial importancia al arte, la
educación física y el trabajo manual, materias que, según diversos
estudios, hacen que el rendimiento académico mejore en el resto de
áreas. En el colegio de Saunalahti el gimnasio y los talleres son
espacios fundamentales, con una situación privilegiada
en el edificio, y puede observarse su actividad desde el patio y el
recibidor principal, lo que hace que la importancia del trabajo físico
esté aún más presente en el día a día de la escuela.
EL CONFIDENCIAL, Viernes 10 de julio de 2015
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