LAURA PERAITA
Cuando llegan los niños a casa después del colegio y se disponen a hacer sus
deberes, la actitud de los padres es muy diferente según estén a favor o en
contra de la realización de estas tareas. No hay duda de que cada familia es un
mundo y que las circunstancias personales y profesionales de los padres
condicionan en gran medida la aceptación de que los niños continúen
con labores escolares en el hogar.
A continuación les ofrecemos los agumentos que dos expertas en la materia
que ofrecen los pros y contras de esta controvertida cuestión. ¿Con cuál se
identifica?
A favor
Para Sonia García, secretaria de
comunicación de Anpe (Sindicato Independiente de la Enseñanza Pública),
habría que reducir un poco la cuantía de las atreas que los docentes mandan a
los alumnos, pero no duda en asegurar que «los deberes son necesarios». Entre
los argumentos de Sonia García para apoyar esta afirmación, destacan los
siguientes:
—Hacer deberes supone un hábito que el todo alumno debe adquirir desde
la escuela para ser capaz de establecer unas rutinas y una responsabilidad
personal que, posteriormente, le van a exigir en la universidad.
—Los deberes ayudan a los estudiantes a comprender lo que es el
«esfuerzo» personal.
—Es una fórmula muy adecuada para que adquieran disciplina.
—En función de los deberes de cada día aprenden a distribuir su
tiempo personal y a avanzar en el estudio. De esta forma, asegura la
secretaria de comunicación de Anpe, se logra que desde pequeños aprendan que
tienen un objetivo que cumplir y al finalizarlos sientan la satisfacción de su
propio aprendizaje.
—Las tareas en casa ayudan a reforzar los contenidos abordados
en el aula e, incluso, a añadir contenidos nuevos.
—El tiempo de deberes debe ser acorde a la edad de cada estudiante. En
Primaria, la dedicación debe oscilar entre los 30 y 60 minutos
y a partir de los siguientes cursos ir aumentando el tiempo en Secundaria, la
ESO...
—Recomienda que los profesores del mismo curso se pongan de acuerdo para
que se coordinen y no manden todos el mismo día muchos deberes. Según Sonia
García deberían decidir que los lunes se mandaran tareas de matemáticas —por
ejemplo—; los martes de inglés; los miércoles de naturales...
En contra
Según Eva Bailén, madre de tres hijos, y promotora de la campaña «Por unos deberes escolares
justos», hay muchos motivos por los que considera que no hay que mandar
deberes a los niños:
—Los deberes para casa son como las horas extras en el trabajo.
A nadie le gusta hacer horas extra, al menos altruistamente, todos queremos
disfrutar de nuestro tiempo libre, de los fines de semana, o de las vacaciones.
Es incomprensible que lo que los adultos reclamamos por derecho no se le
conceda a los niños. Hay alumnos de 6 años que se pasan tres horas haciendo deberes.
Una cosa es hacer 15 minutos, se puede entender o no, pero tres horas no se
pueden encajar por más que se intente.
—Los deberes tradicionales a menudo carecen de valor pedagógico.
«He visto a mis hijos pasar horas copiando enunciados, copiando páginas enteras
de un libro... no dejan lugar a la creatividad o al emprendimiento», asegura
Eva Bailén.
—Generan y aumentan las desigualdades sociales. Los niños
de Primaria necesitan de un adulto que pueda pasar la tarde con ellos, pero no
todos los padres pueden permitírselo. Con lo cual, aquellos niños que no
disponen de esa ayuda no pueden completar sus deberes, sufriendo por ello
castigos, recibiendo puntuaciones negativas, cuando no se ven sometidos al
escarnio público por no haber traído hecha la tarea.
—Tergiversan los resultados de las pruebas externas. Según
Eva Bailén, las pruebas externas están ahí para evaluar el trabajo que se
realiza en las horas lectivas, el trabajo de los profesores, la calidad del
sistema educativo español, no del sistema educativo paralelo de academias,
profesores particulares, padres y familiares con formación que ayudan a los
niños a entender lo que no se ha comprendido en clase.
—Frustran a los niños. En vez de jugar, que es
completamente necesario e imprescindible para el correcto desarrollo de los
niños, estos pasan las tardes haciendo deberes. Ven como tarde tras tarde se
hace la hora de la cena sin haber podido jugar. No crea ningún buen hábito
porque no hay opción de hacer otra cosa. Acaban frustrados, agotados y odiando
los deberes, si no odiando el cole.
—Provocan tensión familiar. Cuando ambos padres trabajan y
la familia cuenta con más de un niño, la gestión de la agenda se hace
imposible.
—Impiden a los niños educarse en otras materias. El niño
adolece de la educación que debería recibir en el seno del hogar. No va de
comprar, no pone o quita la mesa, no ve cómo cocinan sus padres, no aprende a
resolver conflictos en el parque porque no le da tiempo a ir...
—Llevan al abandono escolar. Una vida sin lugar a la
creatividad, sin tiempo para el deporte, cargado de libros, con dolores de
espalda e incipientes signos de obesidad... Avanzará en la ESO con tanto hastío
que no será de extrañar que pronto deje de ir a clase, suspenda, repita curso y
acabe por abandonar su educación.
—No crean buenos hábitos. Más bien al contrario, crea niños
dependientes e inseguros. Niños que no pueden organizar su tiempo, porque no lo
tienen, no pueden decidir cuándo jugar y cuándo estudiar, porque solo hay
tiempo para la segundo, necesitan que el padre o la madre estudie con ellos,
les ayude a colorear, a hacer resúmenes de libros que no les han enganchado,
porque sino no dormirían lo que necesitan.
—Atentan contra el artículo 31 de la convención de los derechos del
niño: «El niño tiene derecho al descanso y al esparcimiento, al juego
y a las actividades propias de su edad y a participar libremente en la vida
cultural y en las artes».
Tras la exposición de estas dos posturas, ¿cón cuál te sientes más
identificado? No pierdas la oportunidad de dejar tu comentario en este asunto
que afecta a tantas familias y genera un debate que nunca deja de esatr encima
de la mesa.
ABC, Lunes 18 de abril de 2016
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