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«Decir a los niños que no se aprendan las cosas de memoria es un gran error»

LAURA PERAITA


«Objetivo: Generar talento. Cómo poner en acción la inteligencia». Se trata del último libro publicado por el filósofo, escritor y pedagogo José Antonio Marina, quien reconoce que es difícil definir «talento» porque no es un concepto científico, sino de la psicología popular. «Me parecía que había que recuperar este concepto para distinguirlo de la inteligencia, porque el talento está relacionado con el buen uso, el uso brillante, de la inteligencia», sostiene. 

-¿Por qué se ha puesto de moda hablar de talento?
-La razón es económica. Durante muchos siglos, la riqueza de las naciones se ha relacionado con la población agrícola, la densidad demográfica, etc. Ahora estamos en la sociedad del conocimiento, lo que supone que la riqueza de las naciones está en su capacidad de producir talento para aprovechar el resto de recursos de un país y saber cómo adaptarlos y hacerlos más productivos.
El talento tiene que ver con la acción, con la toma de decisiones y la generación de proyectos y, para ello, intervienen muchos aspectos como pensar bien, tener buena información, pero también supone gestionar bien las emociones y tener desarrolladas las virtudes de la acción: la perseverancia, la valentía, la tenacidad, el saber soportar el fracaso... Todo ello integra el talento, un concepto mucho más amplio de lo que tradicionalmente se conocía como inteligencia, que es la capacidad de pensar y de razonar, pero no la capacidad de actuar.

-¿Es innato?
Eso se creía. Pero, no es así. Mi nuevo libro está basado en la neurología, que es una ciencia optimista porque cada vez que hace un descubrimiento asegura que tenemos más posibilidades de las que se suponía que teníamos. Los niños nacen con su mecanismo de inteligencia, que es su cerebro, y lo desarrollan o no según aprenden a utilizarlo. Y ahora sabemos que el talento no se genera antes, sino después, de la educación. La educación genera el talento.
Esta premisa es muy importante porque significa que la función de la escuela es generar un talento que de otra manera no va a existir. Hay niños con altas capacidades que tienen muchas competencias y aprenden con mucha rapidez, pero ¿eso significa que van a desarrollar su talento? No. De hecho un porcentaje muy alto de estos niños no desarrollan su talento, se pierden en el camino. Por eso tenemos que fijar ese objetivo en el mundo educativo. 

-¿No se está haciendo ya? ¿Cómo se genera talento desde las escuelas?
-Se está empezando a hacer pero con iniciativas que no se han vuelto sistemáticas. Es decir, hay algunos centros que lo hacen, ciertos profesores... Mi interés es que esto se integre en el sistema educativo. 

-¿De qué manera?
-Se tiene que iniciar en cada momento de la educación de una manera distinta, pero lo esencial está en que es necesario educar en dos aspectos fundamentales. El primero de ellos es la memoria porque el talento se basa en ella. Eso de decir a los niños «no te lo aprendas de memoria que eso no sirve para nada» es un error. Todo lo aprendemos con la memoria. No hay otra forma.

-Pero esta postura tendrá muchos detractores, precisamente ahora que se tiende más a que los alumnos sepan localizar la información para no aprenderla de memoria?
-Efectivamente, hay docentes contrarios, pero por pura ignorancia. Vemos desde la memoria, leemos desde la memoria, comprendemos desde la memoria, inventamos desde la memoria... La memoria es la que nos facilita el aprendizaje, de manera que tenemos que enseñar a los niños a que configuren su memoria para tener buenas ocurrencias, pensamientos ágiles, buenos sentimientos que motiven y den capacidad de resolver problemas... Son hábitos que se adquieren con la memoria.
En segundo lugar, que ya empieza poquito a poco a hacerse desde la infancia, hay que enseñar a los niños a diseñar su propio cerebro. Este es el gran asunto.

-Y eso , ¿cómo se logra?
–Mediante un entrenamiento intelectual que tiene que ver con cómo maneja el niño la información, la relaciona... Hay protocolos que deben estar integrados. Por ello, estamos haciendo programas para que las escuelas enseñen las cosas de otra manera, no hace falta que se cree una clase específica para entrenar el cerebro. El objetivo es organizar la memoria del niño para que pueda sentir que aprende y progresa. El gran anzuelo educativo es que el adolescente se de cuenta de que es capaz de hacer una cosa y al ser una experiencia tan agradable querrá repetirla otra vez y no abandonará los estudios. 

-¿Cuál sería el papel de los padres en este asunto? ¿Qué pueden hacer por sus hijos?
-Dependen de la edad del niño. Si tiene tres años es el momento de enseñarle a fijar su atención y dirigirla para seguir indicaciones porque va a ser una de las grandes destrezas. Como no se está haciendo porque no nos ha parecido necesario, los niños están sometidos a una riqueza de estímulos y, por ello, nos encontramos con un número creciente de niños con un déficit de atención muy alto. Este déficit es un obstáculo para el desarrollo del talento porque no pueden dirigir su atención a lo que quieren aprender. Necesitamos que los niños configuren dentro de su memoria un sentimiento de seguridad en sí mismos.
Los padres deben convencer al niño de que el mundo es acogedor porque atiende sus demandas; que es previsible, porque sino se va a asustar mucho, y deben establecer rutinas para dar tranquilidad al niño, y eso significa poner límites, que son los que le aportan seguridad. Si no tiene límites se encontrará muy perdido.
Cuando entra en la escuela se debe insistir en que el niño se sienta capaz de hacer las cosas y educar por proyectos tiene una gran eficacia en este sentido puesto que le ayuda a dar sentido a lo que está haciendo, y cuando se acerca a su objetivo, se motiva.
En el último curso de Primaria lo que hay que primar más es que sepa independizarse de su grupo, puestos que el poder del grupo en la adolescencia es muy poderoso. 
ABC, 04/04/2016

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