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'El libro de la selva': Mowgli y Baloo, la nueva generación

JUAN MANUEL FREIRE
Parece que Disney está decidida a rehacer en imagen real todos sus clásicos; ya ensayó esta táctica en los 90 con ‘101 dálmatas’, pero se ha puesto en serio en los últimos tiempos. Tras el inesperado megaéxito de ‘Alicia en el país de las maravillas’ en el 2010, llegaron ‘Maléfica’ (o ‘La bella durmiente’ con la villana convertida en antiheroína simpática) y la ‘Cenicienta’ de Kenneth Branagh.
Antes de esa prometida ‘La bella y la bestia’ con Emma Watson y Dan Stevens como Bella y Bello, respectivamente, llega a la cartelera ‘El libro de la selva’ en versión 'blockbuster'. El director Jon Favreau ha querido ser fiel a la historia del filme de Disney, basada (con libertades) en los relatos de Kipling de 1893-94, e incluso ha encontrado espacio para algunas de sus canciones clásicas aunque esta película no sea musical.
Por si alguien no sabe de qué va esto, aquí va un resumen. Mowgli (el debutante Neel Sethi) fue criado por lobos después de que la pantera negra Bagheera (en la versión original, con la voz de Ben Kingsley) lo encontrara abandonado en el bosque. Obligado a dejar su hogar por la amenaza del tigre Shere Khan (Idris Elba), quien busca vengarse de los humanos que lo magullaron, se embarca en un viaje de autodescubrimiento del lado de Bagheera y el siempre positivo, nunca negativo oso Baloo (Bill Murray). Por el camino, conoce a otros personajes, como la pitón Kaa (Scarlett Johansson) y el loco orangután Rey Louie (Christopher Walken); personaje añadido por Disney a la historia en 1967 con inmortal creación vocal de Louis Prima.
Las voces de famosos no son el único reclamo. Como el tigre Richard Parker de ‘La vida de Pi’, o los simios de la nueva saga de ‘El planeta de los simios’, los animales que cuidan, persiguen o hacen reír al joven Mowgli son creaciones digitales fotorrealistas que superan en expresividad a sus referentes reales; en los casos más apropiados (no con la serpiente, por ejemplo), se escanearon las expresiones faciales y gestuales de los actores que les dan voz.
Para ayudar al niño actor con sus emociones, la compañía de Jim Henson se plantó en el rodaje con muñecos del mismo tamaño que los animales digitales; para mover a Baloo hacían falta dos marionetistas. Así se producía un brillo auténtico en los ojos de Neel Sethi, que además mirarían en la dirección adecuada. La idea ayudaba también con la cuestión de la sombra. En definitiva, era el camino ideal para, en la medida de lo posible, generar autenticidad.
Incluso las historias originales suelen ser revisión de viejos mitos, pero la reacción normal y natural ante otro 'remake' o 'reboot' o secuela de una vieja marca es, ahora mismo, el puro hastío. Favreau supera las expectativas con un espectáculo en el que resuena su cinefilia (guiños a Leone y Coppola) y la tecnología ayuda al sentimiento en lugar de entorpecerlo.
El director de ‘Iron Man’ y su segunda entrega parece haber puesto un esfuerzo extra a sabiendas de las comparativas a las que su criatura sería sometida. No solo con el clásico de 1967, una maravilla vitalista pero melancólica que ha inspirado multitud de carreras; entre ellas la de Brad Bird (‘Los Increíbles’, ‘Ratatouille’), quien la citó como principal motivo para meterse en la animación. También está la sugestiva versión en imagen real de 1942, obra de Alexander y Zoltan Korda, con el actor hindú Sabu como Mowgli.
Los relatos de Kipling han sido sometidos también a tratamientos menos memorables, como aquella ‘El libro de la selva: la aventura continúa’ de 1994 con Jason Scott Lee como un Mowgli ya adulto envuelto en una aventura más cerca de la saga ‘Indiana Jones’ –con su propio templo maldito– y en un romance equiparable al de ‘Greystoke, la leyenda de Tarzán, el rey de los monos’. También por esos años aparecieron, para no durar mucho en la mente, ‘Mowgli y Baloo’ (1997) y, directamente en vídeo, ‘La historia de Mowgli’ (1998).
Como puede verse, las películas con Mowgli pueden venir de dos en dos. Y ha vuelto a suceder: un proyecto paralelo de Warner Bros ha tenido que ser pospuesto al 2018 para no coincidir en la cartelera con la versión Disney. Este otro ‘Jungle book’ será el debut como director de Andy Serkis, el actor detrás de Gollum y el temible líder simio Caesar, ejemplos triunfales de la tecnología de captura del movimiento. En este proyecto se guarda el papel-caramelo de Baloo. 

EL PERIÓDICO, Jueves 14 de abril de 2016

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