JESÚS MARTÍNEZ ÁLVAREZ
El Médico de mi hij@
Muchos pensareis, no sin razón, que soy un indocumentado, que me
acabo de caer del guindo o que he descubierto la pólvora, pero mi nivel
de inglés es lamentable, como el de una gran parte de mi generación -os
recuerdo que se daba francés en el bachillerato-, pero hoy me he topado
con un nuevo palabro, he descubierto el "bonding".
Lo
primero que he pensado es que se trataba de alguna nueva técnica foránea
o la última moda pija. Por ejemplo: que coman trozos los peques, como
toda la vida, ahora se llama "baby led weaning". Subir escalones, "step"; el viajante de puerta en puerta, ahora es el técnico en "vending"; incluso las magdalenas son "cupcakes". Por eso pensé que "bonding" era hacer albóndigas o algo parecido.
Y no, el "bonding" es un término precioso y, desde que lo conozco, le encuentro múltiples aplicaciones. Os contaré algunas.
Esta mañana he visitado a mi amigo Pepe Zurita y su clínica de psicoterapia
en Madrid. Resulta que es compañero mío de carrera y, desde entonces,
no nos habíamos visto. 34 años sin vernos y sin saber el uno del otro,
así que había ganas de ponerse al día, igual que cuando coincides con
algún primo lejano en una boda. No le has visto nunca, pero es familia
al fin y al cabo, y le abrazas y te sientes cercano, haces bonding con él.
El baby bonding hour
es ese rato donde la mamá y el papá inmediatamente después del parto,
pasan ese tiempo íntimo abrazados a su bebé. Vamos, el piel con piel de
toda la vida, o el déjame que achuche al peque que me lo voy a comer, que podría ser una traducción. El bonding me encanta.
El bonding
materno-infantil sería esa relación emocional madre-hijo que influye de
forma definitiva en el desarrollo psicológico y físico del bebé y no
tan bebé. Me gusta el bonding, ¿hacemos bonding?
En adultos sería algo más
que ligar y diferente a enamorarse; es un precioso termino sin
traducción que nos permite ser creativos y que puede referirse a crear
lazos emocionales, hacer amistad, pero con lazos fuertes que benefician a
ambos, que potencian a ambos personajes inmersos en un proceso de
crecimiento.
Hoy día se habla mucho de apego. La crianza con apego
es un termino muy de moda y al que todos nos hemos subido. A mí la
palabra apego no me ha terminado de gustar demasiado, porque me parece
que no es recíproca y no beneficia por igual a ambos, mientras que el bonding
sí. El apego tal como se utiliza hoy en día -es mi impresión siempre
inexacta- da satisfacción, por un lado, a la madre, que ve cumplidas sus
expectativas de dar amor y de disfrutar de la crianza, volcar todas sus
emociones en un pequeño ser, interpretando en el momento todas sus
demandas, haciendo centro de la crianza a ella misma; pero por otro
lado, está el niño o niña: ¿qué opina él del apego de su madre?, ¿qué
opina de estar siempre de porteo o de tener que llevar chupete constante?, ¿respetamos al bebé y sus sentimientos, le dejamos expresarse o simplemente silenciamos su llanto?
El
llanto es una forma de expresión, una emoción positiva que no hay que
tapar a toda costa. A veces, cuando leo cosas del apego, me dejan un
regusto a obsesión, a pegajosidad que no me satisface del todo. Me ha
gustado más el bonding, parece que corre el aire entre ambos de una forma más satisfactoria. El bonding
hace referencia a ese lazo no físico, sino emocional. No hay por qué
llevar al niño siempre encima, hay que respetarle, hay que permitirle
que descubra su propio cuerpo independiente y que reconozca su entorno
despegado de su madre.
Como puse en mi libro, "no hay por qué calmar siempre el llanto, a veces solo hay que sentarse a su lado y llorar y sentir con él". Hacer bonding con él o ella.
Son
ideas que machaconamente se me agolpan cuando veo situaciones extremas,
que son las que más me llaman la atención y que, sin duda, no son las
más frecuentes. Por ejemplo, cuando desde mi consulta de pediatría
detectamos madres hiperprotectoras, que siempre han existido y que no
deben asociarse con ninguna tendencia de pensamiento o moda alguna.
Siempre existieron, insisto, pero hoy se han subido al carro del apego
mal entendido.
Seguiremos intentando fomentar la crianza desde la
unión afectiva y emocional entre padres e hijos, pero me vais a permitir
que cambie mi término para referirme a ella. Me he cambiado al bonding.
Gracias a Pepe Zurita y Macarena Chias y su Instituto Galene por descubrirme, entre otras cosas, un término bárbaro intraducible que me sugiere tantas y tantas cosas. Será por eso que su publicación se llama simplemente Bonding, una revista de psicoterapia y counselling humanista integrativo en la que, por cierto, me ha invitado a participar con alguna colaboración que pronto verá la luz.
Seguir a Jesús Martínez Álvarez en Twitter:
www.twitter.com/jmartinezal
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