DANIEL MEDIAVILLA El azúcar y las grasas son dos ingredientes que casi siempre están presentes en las comidas adictivas. Las bebidas carbonatadas, los zumos, las golosinas o las chocolatinas están cargadas de azúcar. Muchas patatas fritas, los bollos con crema o buena parte del menú en los restaurantes de comida rápida se ayudan de nuestro apetito por la grasa para hacer atractivos sus productos. El gusto de esos alimentos es importante, pero según un nuevo estudio, que acaba de publicar la revista Nature , también existe un sistema de señalización que comunica el intestino con el cerebro que explica el impulso detrás de uno de los principales problemas de salud de la humanidad: la obesidad. “ Estos resultados dan forma a la idea de que existen dos entradas sensoriales al cerebro: una codifica lo que nos gusta y otra lo que queremos. Esas dos entradas funcionan juntas. Primero, con la lengua, reconoces lo que te gusta, pero después el estómago te dice lo que necesita ”, expl
El peligro de los ultraprocesados, dos nuevos estudios ratifican su relación con el desarrollo de tumores y las enfermedades cardiovasculares
PERE ÍÑIGO Nuevas evidencias sobre los riesgos de la comida ultraprocesada . Dos investigaciones publicadas en el último número de la revista British Medical Journal ratifican los lazos entre el consumo de este tipo de alimentos y un mayor riesgo de padecer enfermedades como las cardiovasculares, el cáncer colorrectal o incluso la muerte prematura. Bollería, refrescos, galletas, carnes procesadas, platos precocinados, postres... Los ultraprocesados cada vez ganan más terreno en la dieta de los españoles, que, en pocas décadas, han abandonado progresivamente la tradicional dieta mediterránea por estas opciones baratas y fáciles de consumir que, sin embargo, no son saludables. El perfil nutricional de este tipo de comida, que no contiene un alimento identificable, sino que se basa en productos industriales muy elaborados , es muy pobre . Además, su consumo desplaza el de otros alimentos ricos en nutrientes, por lo que su efecto perjudicial es doble. Las nuevas investig