Ir al contenido principal

Cómo educar a los niños con el ejemplo

RUTH ALFONSO ARIAS
Hace unos días, mientras mi hijo contaba un altercado que había tenido lugar en el colegio, puse atención en como abría sus ojos, su mirada es siempre ingenua, fiel reflejo de la curiosidad e interés que siempre tiene por aprender, atento, esperaba mi respuesta, y reacción a lo que estaba contando. Esa mirada de niño, que como adultos algún día perdemos, es la que tienen puesta en nosotros todo el día. Los niños nos observan todo el rato.
Como adultos estamos siempre pendientes de lo que decimos o cómo lo decimos. Pero en ocasiones nos olvidamos de lo que hacemos y, sobre todo, olvidamos que la palabra convence, pero el ejemplo arrastra. Los niños siguen nuestros pasos, cada día podemos enseñarles algo: cuando cruzamos de manera adecuada por un paso de cebra, cuando somos tolerantes o respetamos la naturaleza.
Si te pidiera que elaborases una lista con todas las cualidades o habilidades para que tu hijo fuese feliz y competente el día de mañana en esta sociedad, ¿por qué cualidades te inclinarías?
Probablemente pensarías en valores como la empatía, la capacidad de autocontrol, la tolerancia a la frustración, el respeto a sí mismo y a los demás, la amabilidad o la honestidad, entre otros.
Y ahora trata de reflexionar sobre ello… ¿cómo es posible que los niños aprendan a ser todo lo que consideremos necesario para ser un adulto feliz y competente en esta sociedad, si nosotros como adultos no mostramos respeto, capacidad de empatía, no somos honestos con ellos o no mostramos tolerancia a la frustración?
Como dice Mar Romera, maestra y experta en Educación Emocional: “los niños no aprenden nada de lo que les enseñáis. Os aprenden a vosotros”.

¿Cómo podemos afrontar estos valores con los niños?:

La empatía: Reflexionando con los niños acerca de cómo pueden sentirse los demás ante determinadas actuaciones o como se sentirían ellos si alguien les hiciese algo que no le gusta. Las experiencias reales siempre son más efectivas, de modo que si demostramos a los niños que somos capaces de escucharles sin juzgarles, teniendo en cuenta su punto de vista, poniendo nombre a lo que sienten, comprendiendo y validando su enfado, será más probable que desarrollen este importante valor.
Capacidad de autocontrol: ante una rabieta o un conflicto cuando lo más fácil es “unirse al caos”. Hoy sabemos de la existencia de las neuronas espejo, a través de las cuales nos contagiamos del estado emocional del otro. Cuando estamos alterados es muy difícil que un niño permanezca tranquilo. Nuestra calma es fundamental para acabar con el tsunami emocional en el que se han sumergido, de ahí surge la necesidad de trabajar con nosotros mismos para poder transmitir a nuestros hijos la habilidad de la autorregulación. Una habilidad indispensable en la vida.
Frustración: cuando algo no sale bien tenemos la opción de estallar o la posibilidad de atajarlo de otra manera pensando en lo bueno que podemos obtener de esa situación. El mensaje que podemos trasladarles es que no podemos controlar todo lo que nos pasa, pero lo importante es que puedo controlarme a mí mismo. Si nos encontramos en la fila de un supermercado con nuestros hijos y surge algún problema, podemos estallar, enfadarnos con la situación o tratar de llevar ese momento de la mejor manera posible.
Honestidad: es necesario ser honesto con ellos y con nosotros mismos. Los niños y los adultos nos equivocamos y no hay nada malo en ello. Por tanto, es necesario que los adultos pidamos perdón por nuestros errores, de lo contrario transmitiremos la idea a los niños de que podemos dañar a otras personas sin que pase nada. Cuando pedimos perdón mostramos que somos capaces de ponernos en su lugar y que tenemos en cuenta sus sentimientos.
Respeto: respeto hacia los niños, pero no menos importante el respeto hacia nosotros como padres. ¿Cómo? Estableciendo límites, no permitiendo agresiones, estableciendo y no negociando lo que es importante para nosotros, cumpliendo lo que decimos… Evitando las luchas de poder y no permitiendo que aflore nuestro cerebro más primitivo, y sin recurrir a los chantajes, amenazas y gritos; si los respetamos, serán capaces de respetar el día de mañana y además aprenderán a no tolerar las faltas de respeto. El autocuidado como padres también es vital. Los niños no necesitan padres perfectos, necesitan padres felices, reales que se sientan bien consigo mismos, dejando atrás el sentimiento de culpa e insuficiencia que en ocasiones aflora en nosotros.
Y así podríamos continuar elaborando una larga lista para llevar a cabo la fundamental tarea de educar, sin olvidar que “educar es más difícil que enseñar porque para enseñar se precisa saber pero para educar se precisa ser” (Quino).
Ruth Alfonso Arias, Educadora Infantil, Educadora certificada de familias de Disciplina Positiva
EL PAÍS, Miércoles 18 de diciembre de 2019

Comentarios

  1. https://yaldahpublishing.com/15-mejores-lugares-para-vivir-en-massachusetts/
    El autocuidado como padres también es vital. Los niños no necesitan padres perfectos, necesitan padres felices, reales que se sientan bien consigo mismos, dejando atrás el sentimiento de culpa e insuficiencia que en ocasiones aflora en nosotros.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

«Los buenos modales no están de moda, pero es imprescindible recuperarlos»

FERNANDO CONDE Hoy en día es frecuente enterarte por los medios de noticias relacionadas con la falta de respeto, el maltrato, el acoso, etc. Podemos observar muchas veces la ausencia de un trato adecuado a los ancianos, la agresividad incontrolable de algunos hinchas de fútbol; la poca estima a la diversidad de opiniones; la destrucción del medio ambiente; el destrozo del mobiliario urbano y un largo etcétera que conviene no seguir enumerando para no caer en el pesimismo que no conduce a nada y el problema seguirá ahí. Un problema que podríamos resumir en que se ha ido perdiendo el valor de la dignidad humana en general. Los modos para alcanzar la felicidad, siempre deseada, se apartan de las reglas y normas de conducta más elementales de convivencia colectiva que han acumulado las culturas y los pueblos a través de los siglos. La idea de que «la dignidad empieza por las formas» que resume este artículo es una afirmación bastante cierta, porque la forma, no pocas veces arrastr

Qué le pasa a tu bebé cuando dejas que llore sin parar

  GINA LOUISA METZLER Muchos padres creen que es útil dejar llorar a su bebé. La sabiduría popular dice que unos minutos de llanto no le hacen daño, sino que le ayudan a calmarse y a coger sueño. Se trata de la técnica de la espera progresiva , que fue desarrollada por el doctor Richard Ferber, neurólogo y pediatra de la Universidad de Harvard en el hospital infantil de Boston (Estados Unidos) , y que sigue utilizándose en la actualidad en todo el mundo. Casi nadie sabe en realidad lo que ocurre a los bebés cuando siguen llorando, pero las consecuencias físicas y psíquicas podrían afectarles toda su vida. Cuando un bebé llora sin que sus padres lo consuelen, aumenta su nivel de estrés , ya que, a través de su llanto, quiere expresar algo, ya sea hambre, dolor o incluso necesidad de com

¿Qué hay detrás de las mentiras de un niño?

ISABEL SERRANO ROSA Los niños no son mentirosos, pero mienten . Lo hacen cuando tienen algo que decir o que aprender. Hasta los cuatro años, con sus historietas sorprendentes, quieren narrarnos su mundo de fantasía. Somos la pantalla en la que proyectar su película. Entre los cuatro y los siete años construyen su mini manual de moralidad con ideas muy sencillas sobre lo que está bien y mal, basado en sus experiencias "permitido o no permitido " en casa y en el colegio. Con su gran imaginación, las mentiras son globos sonda para saber hasta dónde pueden llegar. Entre los ocho y los 12 años la realidad se abre camino y la fantasía se vuelve más interesada.  El pequeño pillo de nueve años desea ser bueno, pero se le escapan las trolas por el deseo de gustar a los demás, ocultar alguna debilidad o evitar castigos. En general, mienten a sus crédulos coetáneos o, por el contrario, les escupen a la cara alguno de sus descubrimientos del trabajo de campo que significa crecer.