Ir al contenido principal

Desenganche a su hijo del móvil: aún puede conseguirlo

REBECA YANKE
El móvil encima de la mesa, el sonidito recurrente de las notificaciones que llegan y, si estuviera en silencio, la vibración. El móvil como un miembro más de la familia y, como cada uno tiene uno, pues ya es más que numerosa. El móvil como una presencia ajena que, sin embargo, tiene consecuencias.

Aunque instituciones y expertos son reticentes a hablar de adicción cuando de jóvenes y telefonía inteligente se trata, la realidad es que los datos al respecto se recogen, por ejemplo, en la última Encuesta sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España (ESTUDES 2016-2017) presentada por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad el pasado 8 de marzo.
En ella se desglosa que un 21% de jóvenes españoles entre 14 y 16 años realiza un «uso compulsivo de redes sociales e internet»Porcentaje que aumenta a medida que son mayores, alcanzando el 22,3% en aquellos que tienen 16 años; en plena adolescencia. Además, esta cifra supone un aumento del 4,6% respecto al año anterior.
Que el problema existe queda claro en cuanto se atiende a los datos. Otro más: dice el informe Jóvenes en la red, un selfie, elaborado por el Centro Reina Sofía de la Fundación de Ayuda a la Drogadicción (FAD), que «la mitad de los jóvenes considera que los riesgos provocados por las redes sociales son mucho más frecuentes de lo que se dice». El 58% de los adolescentes españoles entre 16 y 20 años cree que «el acoso entre compañeros o el ciberbullying se da con bastante frecuencia», un 54% considera lo mismo del «envío de imágenes privadas y comprometidas» y un 41% «del acoso de adultos a menores».
¿Qué hacer? Google, BBVA y FAD han decidido aunar fuerzas para evitar daños y, sobre todo, para que nuestros jóvenes sepan detectar riesgos en el proceloso mundo digital. Estas tres instituciones presentaron ayer en el Campus Google de Madrid el proyecto Conectados que, desde el año pasado, se está usando en los colegios españoles. Pero esto no atañe sólo a los jóvenes. Una de las ideas matriz de Conectados es que también padres y docentes deben estar implicados, es decir, también tienen cosas que aprender.

Cómo manejar las redes

En el Campus Google, ayer, 100 estudiantes madrileños de entre 14 y 18 años fueron actores y público a la vez. Seleccionados entre varios institutos de la capital, escucharon primero a los representantes de las instituciones tras la iniciativa y, luego, se pusieron a jugar, online, claro. Porque uno de los elementos de Conectados es un juego que facilita pistas sobre cómo manejar las redes sociales e internet de forma segura y responsable, incluyendo conceptos como privacidad, propiedad intelectual, netiqueta, etcétera.
¿Qué opinan ellos? Saben que es cierto que viven a un móvil pegados, pero también matizan que lo mismo hacen sus padres. Si se les pregunta qué redes sociales usan, se escucha sólo Instagram o WhatsApp. Alguno matiza «que tiene Facebook, pero que no lo usa», y Twitter no brilla por ningún lado. Les gusta seguir las stories de Instagram de sus amigos, como cuenta Zineb, que tiene 16 años y habla así: «Uso Instagram y WhatsApp. Subo fotos en mi cuenta, de mí, o de sitios bonitos a los que voy, de las quedadas con los amigos, de las fotos en las que me veo bien...».
Sigue Valentina, que tiene 13 años, y cuenta que ella, en WhatsApp, atiende sobre todo a «los grupos de compañeros de clase». «Mis padres me dicen que lo uso demasiado pero... ¡ellos lo usan más!», se queja. También los padres de Zineb se preocupan. «Me advierten y me piden que sea prudente pero entienden que es normal que usemos las redes», explica.
También tienen la mano fácil en lo que a bloquear se refiere. Por ejemplo, Valentina relata cómo le hackearon una vez su cuenta de Instagram y alguien mandaba mensajes en su nombre. «A lo mejor te sigue gente rara, pues los bloqueas y ya está», resume. Y hay, incluso, quien directamente se olvida del móvil en casa cuando va al instituto, como Manuela, que tiene 15 años, y que también cuenta que sus padres se ponen un poco nerviosos cuando ella debe estudiar y está trasteando con el teléfono: «Lo apagas, lo apartas y ya está». A su lado está Víctor, de 17 años, que estudia en otro colegio pero en el Campus Google se han hecho amigos: «Si tus padres tienen confianza en ti, están tranquilos, saben que compartes tus cosas, tus viajes, tus planes con los amigos...».
Las reflexiones de todos estos jóvenes se alinean con una idea que elabora para Papel Francisco Ruiz Antón, director de Relaciones Institucionales de Google para España y Portugal, y el primero que abordó a los 100 adolescentes con un imperativo: «¡Levantad los móviles!». Para después informarles: «Esto que tenéis entre las manos tiene una computadora más potente que la que llevó a los primeros astronautas a la luna».
Dice Ruiz Antón que «España es un país de riesgo medio» en lo que a redes sociales, móviles e internet se refiere. «A diferencia de los países nórdicos, que tienen un riesgo alto, los jóvenes españoles pasan menos tiempo conectados, tal vez porque seguimos siendo un país social y salimos mucho a la calle», reflexiona.
E incide en dos cuestiones. La primera, que los adolescentes españoles «no deben quedarse descolgados de la tecnología, porque eso les perjudicaría». «La tecnología es neutra, el problema es el uso que se le pueda dar o no. Hay que formarles para que sepan distinguir dónde hay un riesgo y dónde no, porque su futuro laboral también depende de su capacidad tecnológica», elabora.

Progenitores implicados

La segunda cuestión que destaca este responsable de Google es que «hay que explicar a los adolescentes que la vida virtual no es una vida distinta de la real, sino que es la misma vida». Es por eso que, durante la presentación de Conectados, les hacía pregunta como las que siguen: «¿Dejarías tu álbum de fotos en el parque? ¿Abrirías la puerta a un desconocido? ¿Te subirías en el coche de alguien que no conoces?». «Como han nacido en este entorno, creen a veces que lo saben todo, que controlan y, al mismo tiempo, sus padres saben menos que ellos, pero esto se irá corrigiendo con el tiempo», augura
¿Qué papel juegan los padres? Lo explica bien Beatriz Martín Padura, directora general de la FAD, quien se ocupó de explicar el proyecto al centenar de adolescentes y, después, respondió a las preguntas de Papel. Esta profesional tiene, precisamente, una hija de 15 años y otros dos más mayores y así inicia su planteamiento de cómo hay que resolver este entuerto: «Hay que empezar antes de que tengan 15. Hay que empezar por limitar, antes la televisión. Por ejemplo, no se come con la tele. Básicamente, poner límites y fomentar el diálogo. Pues la misma idea se aplica a las pantallas. Ella tiene un portátil porque lo necesita para sus estudios. Yo les propongo, a ella y a sus hermanos, que trabajen juntos cuando están en el ordenador, porque así se controlan mejor los usos indebidos y también los contenidos».
E incluso apuesta por la tecnología para controlar la tecnología. Se refiere a los «tapacámaras o quitapantallas», dispositivos que básicamente tapan la cámara del móvil porque bien es sabido que muchas aplicaciones, entre sus posibilidades, albergan la de poder tener acceso a la cámara fotográfica del móvil en el que se descargan. ¿Cómo lo hace Beatriz? Como siempre que se trata de educar.... con el ejemplo, pues ella misma usa uno de estos tapacámaras en su teléfono.
«Hay que charlar con ellos. Si yo sé que a mi hija le gusta seguir una bloguera determinada, pues me preocupo de conocer a esa bloguera, de ver su web, y enterarme de cómo es y de qué cosas habla, o de preguntarle después a mi hija cosas sobre por qué le gusta. Hay que dialogar y compartir los contenidos. Y tener cierta higiene digital. Cuando vienen sus amigas a casa, pactamos que el móvil estará lejos en ese momento», explica.
EL MUNDO, Martes 20 de marzo de 2018

Comentarios

Entradas populares de este blog

«Los buenos modales no están de moda, pero es imprescindible recuperarlos»

FERNANDO CONDE Hoy en día es frecuente enterarte por los medios de noticias relacionadas con la falta de respeto, el maltrato, el acoso, etc. Podemos observar muchas veces la ausencia de un trato adecuado a los ancianos, la agresividad incontrolable de algunos hinchas de fútbol; la poca estima a la diversidad de opiniones; la destrucción del medio ambiente; el destrozo del mobiliario urbano y un largo etcétera que conviene no seguir enumerando para no caer en el pesimismo que no conduce a nada y el problema seguirá ahí. Un problema que podríamos resumir en que se ha ido perdiendo el valor de la dignidad humana en general. Los modos para alcanzar la felicidad, siempre deseada, se apartan de las reglas y normas de conducta más elementales de convivencia colectiva que han acumulado las culturas y los pueblos a través de los siglos. La idea de que «la dignidad empieza por las formas» que resume este artículo es una afirmación bastante cierta, porque la forma, no pocas veces arrastr

Qué le pasa a tu bebé cuando dejas que llore sin parar

  GINA LOUISA METZLER Muchos padres creen que es útil dejar llorar a su bebé. La sabiduría popular dice que unos minutos de llanto no le hacen daño, sino que le ayudan a calmarse y a coger sueño. Se trata de la técnica de la espera progresiva , que fue desarrollada por el doctor Richard Ferber, neurólogo y pediatra de la Universidad de Harvard en el hospital infantil de Boston (Estados Unidos) , y que sigue utilizándose en la actualidad en todo el mundo. Casi nadie sabe en realidad lo que ocurre a los bebés cuando siguen llorando, pero las consecuencias físicas y psíquicas podrían afectarles toda su vida. Cuando un bebé llora sin que sus padres lo consuelen, aumenta su nivel de estrés , ya que, a través de su llanto, quiere expresar algo, ya sea hambre, dolor o incluso necesidad de com

¿Qué hay detrás de las mentiras de un niño?

ISABEL SERRANO ROSA Los niños no son mentirosos, pero mienten . Lo hacen cuando tienen algo que decir o que aprender. Hasta los cuatro años, con sus historietas sorprendentes, quieren narrarnos su mundo de fantasía. Somos la pantalla en la que proyectar su película. Entre los cuatro y los siete años construyen su mini manual de moralidad con ideas muy sencillas sobre lo que está bien y mal, basado en sus experiencias "permitido o no permitido " en casa y en el colegio. Con su gran imaginación, las mentiras son globos sonda para saber hasta dónde pueden llegar. Entre los ocho y los 12 años la realidad se abre camino y la fantasía se vuelve más interesada.  El pequeño pillo de nueve años desea ser bueno, pero se le escapan las trolas por el deseo de gustar a los demás, ocultar alguna debilidad o evitar castigos. En general, mienten a sus crédulos coetáneos o, por el contrario, les escupen a la cara alguno de sus descubrimientos del trabajo de campo que significa crecer.