Laura Peraíta
No hay peor sensación para unos padres que
ser pillados con los regalos de los Reyes Magos y que sus hijos, con cara de no
entender nada, les pregunten qué hacen. En ese preciso y tenso instante, las
excusas y respuestas se chocan unas con otras en la mente de los padres sin
saber cuál es, antes de abrir la boca y pronunciarse, la mejor explicación.
«Ojalá hubiera un manual para eso», asegura Raquel Huéscar, psicóloga de adultos e infanto-juvenil.
«Lo que sí diría es que, aunque sea evidente, si el niño no está preparado para
conocer la realidad lo sabrás y no hará preguntas que no puedas responder.
Piensa que los niños no preguntan hasta que no están preparados. Llegada la
edad adecuada lo podrán entender mejor».
Esta experta explica que entre los dos y los
siete años el pensamiento infantil se basa, entre otras cosas, en la magia y el
egocentrismo. «Se trata
de una forma de mezclar realidad y fantasía para desdibujar los límites de
lo posible, que les hace sentir omnipotentes y que resulta fundamental para su
desarrollo. Todo es viable, aunque la lógica diga lo contrario. Pese a la
cantidad de señales que puedan recibir los niños en contra, el Ratoncito Pérez,
los Reyes Magos o los amigos imaginarios son para ellos parte de su realidad.
En el momento en el que su nivel de maduración lo haga posible (normalmente
entre los 7 y los 11 años), recibirán
alguna señal del entorno que sí podrán entender (verán
algún juguete antes, se lo comentará otro niño) y será el momento en el que
encontrarás la manera de abordarlo con tu hijo».
Pero, ¿hay unas explicaciones más adecuadas que otras? Raquel
Huéscar recomienda esperar a sus preguntas y, sobre eso, ir respondiendo. Si
son muy pequeños no van a poder entenderlo, dado que las explicaciones son
basadas en la fantasía para ellos. Por ello, lo mejor es intentar mantener la
ilusión lo máximo posible, ya que si son más mayores lo van a poder comprender
mejor.
Cuando se enteren de la realidad, según sea la personalidad del niño y la edad, así reaccionará. Algunos preguntarán a los padres y otros lo hacen con los amigos; algunos van viendo señales poco a poco y otros caen en la cuenta de repente; algunos prefieren no preguntar por temor a que les digan lo que no quieren oir....
En cualquier caso, «si tienen la edad
suficiente para comprender que desde el cariño los padres intentan mantener la
ilusión, podrán sentir la intención de
ser partícipes de la magia del momento y no desde la mentira, sino
desde el acompañamiento. Lo importante es poder conservar siempre la ilusión y,
aunque crezcamos, continuar con ciertas tradiciones como escribir la carta o
despertar la mañana de Reyes con sorpresas en el árbol. Saber la verdad sin
acabar con la ilusión.
ABC, Lunes 4 de enero de 2021
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