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«El apego seguro nunca crea una relación de dependencia de los hijos con los padres»

LAURA PERAITA
Rafael Guerrero, psicólogo, doctor en Educación y director de Darwin Psicólogos, considera que el apego es un vínculo afectivo bidireccional, pero asimétrico, que se da entre el niño y sus cuidadores principales, generalmente sus padres. «El apego seguro facilita el contexto adecuado para aprender muchos aspectos de la vida y, entre ellos, la regulación de las emociones».
Explica que aquellos niños y adultos que tienen un apego seguro tienen mejores recursos y estrategias para gestionar sus emociones.
-¿Puede el apego motivar una relación de dependencia de hijos con padres? ¿Y viceversa?

Si como madres y padres somos capaces de establecer un apego seguro en nuestros hijos, esto no va a generar, en ningún caso, una relación de dependencia con los padres. La explicación es bien sencilla. Los dos pilares básicos de un apego seguro son, en primer lugar, la creación de un vínculo de confianza y protección para el niño, de tal manera que los padres ofrezcamos a nuestros hijos contextos de seguridad.
En segundo lugar, y como complemento a la creación de un vínculo de confianza, estaría el favorecer la autonomía de nuestros hijos. Como conclusión, tan importante es ofrecer a nuestros hijos contextos y relaciones de confianza y seguridad, como fomentar su autonomía, curiosidad y exploración. Si las figuras de apego fomentan estas dos características básicas conseguirán que sea un niño, y en un futuro un adulto, seguro de sí mismo, que confíe en los demás, con buena capacidad de regular sus emociones, buenas habilidades sociales y con habilidades para solucionar conflictos.
En cambio, un vínculo de apego en donde no se asegure la protección del niño en situaciones de riesgo y donde tampoco se fomente la autonomía y la exploración, tiene mayor probabilidad de consolidar un apego inseguro. En estos casos, existen muchos riesgos, pero uno de ellos es el de crear niños que en un futuro serán adultos dependientes.
Claro está que los padres dependientes fomentan estilos de apego y de relación dependientes. Tengamos en cuenta que los estudios en relación a la teoría del apego llegan a la conclusión de que el estilo de apego se transmite de generación en generación, de ahí que sea más probable que unos padres con apego seguro tengan hijos con apego seguro y los padres con un estilo de apego inseguro es más probable que tengan hijos con un apego inseguro.
Por lo tanto, la afirmación de que el apego genera dependencia en los niños es falso, puesto que esto sólo es así en los casos de apego inseguro. Si fomentamos un apego seguro con los dos pilares básicos, seguridad y autonomía, no tendremos niños ni adultos dependientes, sino todo lo contrario; a esto lo denominamos autonomía emocional y social.
-¿Cuáles son los diferentes tipos de apego?
Existen un total de cuatro estilos diferentes de apego. Aproximadamente un 60% de la población tiene un apego seguro, lo que implica que son personas que confían en sí mismas, tienen buena capacidad para la resolución de conflictos y para tomar decisiones, alta autoestima, resilientes, sensibles, reflexionan sobre las cosas que les ocurren y sus errores, etc. En definitiva, el apego seguro es el correcto equilibrio entre la protección y la exploración.
Además del apego seguro, existen tres estilos diferentes de apego inseguro: evitativo, ansioso-ambivalente y desorganizado. Los niños con apego evitativo tienen grandes dificultades para el reconocimiento y la gestión de las emociones. No suelen mostrar señales externas de necesidad. Esto se debe a que sus padres no les han fomentado las conversaciones de contenido emocional. Lo que está comprometido en este estilo de apego es la intimidad, la confianza y la seguridad y, por otro lado, han fomentado, en exceso, la autonomía. De ahí, que a estos niños y adultos se les describa como independientes, fríos, controladores, etc.
Los niños con un apego ansioso-ambivalente experimentan respuestas variables e incoherentes por parte de sus padres. Suelen tener altos niveles de angustia, se les describe como insistentes y pegajosos. Lo que está comprometido en este estilo de apego es la autonomía, la cual «sacrifican» a cambio de seguridad y protección. Siempre suelo decir que el lema de este tipo de niños es «hoy no sé si obtendré aquello que necesito».
En el apego desorganizado o desorientado el cuidador, (generalmente la madre y/o el padre) además de ser fuente de protección, también lo son de terror. Estos niños reciben mensajes contradictorios por parte de sus padres: «ven y aléjate». Estos padres suelen tener algún problema o trastorno que les impide hacerse cargo de sus hijos de manera sana. No comprenden ni cuidan de sus hijos. Los pequeños van a tener problemas en la regulación de sus emociones, dificultades sociales, problemas atencionales, conductas disruptivas, etc.
-¿Cuáles son las claves para una relación saludable entre padres e hijos?
Las claves para cultivar una relación sana entre padres e hijos serían cinco. En primer lugar hablamos de coherencia; es decir, nuestros hijos necesitan que ejerzamos cómo padres y eso implica que les ofrezcamos lugares seguros.
En segundo lugar, hablamos de la fiabilidad. En tercero, debemos ser responsivos, lo cual quiere decir que tenemos que dar respuesta y cubrir todas las necesidades que tengan nuestros hijos. Es nuestra misión cubrir sus necesidades.
En cuarto lugar, los padres debemos establecer límites claros de una manera firme, pero respetuosa y cariñosa a la vez. Y, en quinto y último lugar, debemos mostrarnos próximos a nuestros hijos pero sin ser intrusivos ni agobiantes con ellos. La proximidad no está reñida con el establecimiento de límites. El hecho de que sintonicemos con las necesidades que tienen nuestros hijos es un requisito previo a que podamos llevar a cabo estas cinco claves.
-¿Qué pueden hacer los padres para fomentar un apego seguro?
Muchas cosas. En primer lugar, tenemos que partir de una aceptación incondicional de nuestros hijos. Les queremos y amamos no por lo que hacen o consiguen, sino por lo que son. Otro aspecto importante es el respeto. Debemos respetar y legitimar sus emociones, maneras de pensar y su personalidad. Además, debemos mostrarnos disponibles. Si físicamente no estamos con ellos, difícilmente vamos a poder desarrollar un apego seguro. Pero no basta con estar físicamente, sino que, además, debo estar disponible para atenderles en aquellos aspectos que necesiten. De ahí que también sea importante identificar lo que realmente necesitan, algo a lo que los psicólogos llamamos la sintonización emocional. Una vez que hemos sintonizado con sus necesidades, estaremos en disposición de cubrirlas. A esto lo denominamos responsividad. Por lo tanto sintonizar y entender las necesidades de nuestros hijos es un requisito previo para poder cubrirlas (responsividad).
Otra de las cosas que podemos hacer, y que resulta imprescindible, es poner límites de forma sensible. El hecho de que seamos predecibles y coherentes es algo que también ayuda, pues permite que los niños anticipen lo que pasará o lo que puede pasar.
Considero de vital importancia empoderar a los niños, es decir, confiar en sus capacidades y habilidades. Para concluir, lo que engloba todas estas cosas que podemos hacer para fomentar un apego seguro nuestros hijos es la mirada incondicional, es decir, aceptarles tal y como son. Decía Eric Berne, que la mirada de una madre o de un padre es lo que convierte a nuestros hijos en príncipes o en ranas.
ABC, Martes 20 de noviembre de 2018

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