
Fernando Sarráis está convencido de que alcanzar la felicidad es posible «aunque sea limitada», pero para lograrla hace falta un gran esfuerzo.
—¿Por qué todo el mundo quiere ser feliz y muy pocos lo consiguen?
—Conseguir la felicidad es algo muy valioso, cuesta
conseguirlo. Muchos prefieren no esforzarse y se quedan en el camino.
Por eso hay tantas adicciones a la comida, al sexo, al alcohol... porque
renuncian a la felicidad y, por su frustración, prefieren optar por la
postura cómoda de sentirse bien a corto plazo, en vez de luchar por ser
felices.
—¿Cómo se puede cambiar esta actitud?
—Las personas no saben sufrir, tienen miedo a hacerlo. Las
familias, por ejemplo, tratan de proteger cada vez más a sus hijos y no
les dejan que sufran. Es un gran error. Estamos haciendo niños
temerosos. La vida es dura y difícil y los niños deben estar preparados
para ella. Podemos educarles con miles de pequeños ejemplos cotidianos:
si el niño tiene hambre, hay que dejar que se aguante hasta la hora de
comer; si está cansado, no hay que cogerle en brazos; si se aburre, no
debemos hacer piruetas para que se ría... Hay mil maneras de dejarles
sufrir, pero con humor.
—¿Sufrir con humor?
—El ejemplo deben darlo los padres. Si se le pierden las
llaves o le pitan en un semáforo, no debe gritar y desesperarse. Es
mejor decir algo así como «a las llaves le han salido piernas y no sé
donde se han metido...», porque el niño aprenderá a afrontar situaciones
similares con un tono optimista.
—¿Cuál es la clave para ser feliz?
—Hacer lo que uno debe y porque le da la gana; porque se lo
dice la razón y es bueno. Es un asunto de madurez psicológica. Cuando
alguien hace algo que no quiere (por miedo, vergüenza...) se siente
fatal, no se ha sentido libre para actuar de otra manera. Su razón no ha
dominado sobre sus emociones. Estudios psicológicos han dejado patente
que el factor que determina la felicidad es la personalidad. Una persona
puede ser millonaria, pero si es ávara, cada vez que pague será un
infeliz; un hombre puede tener una mujer espectacular, pero si es
celoso, sufrirá continuamente. Para lograr dominarse es preciso que cada
individuo aprenda a meterse dentro de sí; es decir, a desarrollar su
introspección, y a contemplar, analizar y estudiar cómo se siente, sobre
todo ante los momentos afectivos, positivos o negativos, para
familiarizarse con ellos, conocer su origen, su impulso a ciertas
conductas... Esta tarea requiere entrenamiento y tiempo.
—¿Quién debe ocuparse de ello?
—En las escuelas hay muchas matemática, lengua... pero no
enseñan a los alumnos a quitarse el miedo, a ser seguros, aumentar la
autoestima; en definitiva a ser dueño de uno mismo. Los educadores deben
ayudarles a realizar estos juicios racionales sobre los afectos,
animándoles a que piensen cómo se sienten, si lo que sienten se ajusta a
sus circunstancias y si las acciones que han realizado son las
adecuadas. Hace falta que aprendan a pensar y decidir antes de actuar, a
controlar las emociones negativas para actuar con libertad.
ABC, Martes 12 de marzo de 2014
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