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Cuatro cosas que he decidido hacer con mis hijos para unas Navidades diferentes

AGNES L.
Estamos a mediados de diciembre y ya estoy pendiente de las cartas de los niños a Papá Noel y/o a los Reyes. Está bien, ¿no? Este año he trabajado bastante en estas listas. Creo que la Navidad 2017 debería ser más digerible que las de años anteriores.
Asqueada por una plaga de muñecas suicidas, de Reinas de las Nieves al peso, de disfraces que pican y de millones de chorradas de plástico que los niños solían reclamar, he cogido el toro por los cuernos de entrada:

Boicot total a todos los anuncios de la tele

Los niños siguen viendo la tele, pero sólo programas repetidos o en Netflix y así no tienen que tragarse ningún anuncio. Resultado: los niños tienen menos ganas de productos feos e inútiles y se frustran menos.

Embargo de los catálogos de juguetes

Este año los catálogos de juguetes han pasado directamente del buzón a la basura y sin pasar por la casilla de salida. El resultado es más que positivo, ya que no he tenido que escuchar ninguna petición de muñecas despampanantes ni de perros que hacen caca. Eso sin contar con que la mayoría de los catálogos me dan ganas de manifestarme en topless en contra de que las páginas azules sean para los niños y las rosas para las niñas... Tú, que llevas repitiéndole a tu hija desde que le salió el primer diente que claro que puede ser bombero si quiere, te encuentras con que, de repente, el catálogo le dice que el disfraz de bombero no es para ella, ya que está en las páginas azules, las que no están destinadas para las chicas. Eso me toca un poco la moral. Que sí, que sí, que no tendría que calentarme tanto, que no son más que juegos de niños. Pero, justamente por eso, me caliento porque es importante.

Hacemos la carta juntos

Primero yo hago una preselección, en función de los gustos de cada uno. Hay algo que tienen en común todos los juguetes: ocupan poco. Viviendo seis personas en un piso, es normal maldecir lo que ofrece la cocina del Chef versión 1,80 metros. Otro criterio que tengo en cuenta es el ruido que hace el aparato. De este modo, un regalo pequeño que no haga ruido tiene todas las posibilidades de ocupar el primer puesto en la lista. Los gemelos todavía no tienen un gusto concreto, y el grande tampoco, así que he elegido por ellos, después de tantearlos lo suficiente como para no equivocarme. En el caso de mi hija de 7 años, he de reconocerlo, he tenido un poco de miedo. Acostumbrada desde hace tiempo a la sobreexposición de los centros comerciales, la niña ha mamado de los juguetes "a la moda", que suelen ser caros y poco interesantes. Así que me he tomado un tiempo para explicarle por qué algunos juguetes no valían la pena, por qué no necesitaba para nada ese reloj conectado de 60 euros o por qué no me convencía demasiado el bolso de Chica Vampiro. Sinceramente, pensaba que esto sería más complicado, pero parece que la niña lo ha entendido y ha renunciado a ciertas ideas con bastante facilidad. Como a la del bolso, con el que al parecer no estaba tan encariñada.

Limitamos la cantidad

Un juguete por niño. Y ya es bastante cuando los abuelos, los tíos, las tías y los primos también se apuntan. Bueno, tengo que reconocer que me gusta mucho añadir pequeñas sorpresas además del regalo de verdad. Juegos de cartas, figuritas de personajes, pequeños juegos de viaje, etcétera.
Por tanto, en principio este año los Reyes (o Papá Noel) no traerán la máquina de manicura a las niñas ni el dispositivo electrónico que funciona con 24 pilas, y todo el mundo tendrá que contentarse. Los más astutos me dirán que esforzarme por consumir mejor y llevar el domingo a los niños a Disney no es muy coherente. Me declaro culpable, pero recuerdo que sigo siendo coherente con mi principio de educación de cercanía, principio que aplico al pie de la letra. En resumen: he reflexionado un poco sobre las cartas de Navidad de este año, pero también habrá algo de Cars 3 bajo el árbol, e incluso un cojín secreto Soy Luna de poliéster que hace daño a los ojos, porque eso no he sido capaz de negociarlo mejor...
Me adhiero plenamente a un consumo más razonado y diferente, pero nunca me olvido de que lo importante es la alegría de mis hijos.
HUFFINGTON POST, Martes 12 de diciembre de 2017

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