ABC FAMILIA
Son dos de los trastornos más frecuentes que ocurren
mientras los niños duermen: la enuresis y los ronquidos nocturnos. De
hecho, se estima que uno de cada diez niños ronca por la noche,
y de ellos, el 20% tiene una apnea del sueño. Y que entre un 10 y un
15% de los niños mayores de 5 años padecen enuresis nocturna, es decir,
mojan la cama por la noche.
Así ha quedado de manifiesto en el Congreso Extraordinario de la Asociación Española de la Pediatría (AEP)
que se celebra estos días en Madrid, donde los pediatras han recordado
la importancia de vigilar el sueño de los niños para poder detectar
posibles patologías.
«La enuresis nocturna es un trastorno en el desarrollo madurativo del
niño. Aunque es una enfermedad que muchas veces se lleva en secreto, un
pediatra que atiende a 1.000 niños, tiene a unos 50 en esa situación»,
explica el doctor Xavier Pastor, del Hospital Clínic y Universidad de Barcelona.
Así, señala que «es responsabilidad del pediatra ayudar a que el
problema aflore, que no quede escondido», porque con la motivación y el
tratamiento adecuado, lo normal es que un niño, cuyo pediatra efectúa el
diagnóstico a partir de los 5 años, cumpla los 6 años con el problema
resuelto en la mayoría de los casos.
Motivar al niño, sin castigar
«Los estudios existentes, basados en evidencias
científicas, indican que una normas básicas junto a la medicación es la
combinación más efectiva para lograr el éxito y mejorar la calidad de
vida de los niños, su propia autoestima y sus relaciones con los demás»,
indica. Trabajar la motivación pasa por tratar el problema de mojar la
cama con normalidad, sin culpabilizar al niño ni a la familia, y «consiste en corresponsabilizar al niño de su higiene
y de la adquisición este hábito». Para ello, este experto opta por usar
un registro de las noches secas y las noches húmedas y seguir unas
normas higiénicas antes de irse a dormir, como «no tomar muchos líquidos a partir de cierta hora». Igualmente, aconseja que el menor participe en el cambio de ropa cuando se produce el escape, eso sí, «nunca como un castigo», advierte.
Además, la motivación debe ir acompañada de terapias desde
el mismo momento del diagnóstico, pues se ha demostrado que son
eficientes. «Una opción pueden ser las alarmas sonoras a los escapes de orina, que entrenan al niño a despertarse. Otra opción es la administración de desmopresina
para disminuir el volumen de orina nocturno», explica el doctor Pastor
que así mismo comenta «la relación existente con los trastornos menores
del sueño que alcanzan el 20% de los casos»
Por otro lado, este experto ha destacado que la enuresis
nocturna primaria tiene un componente hereditario. «Cuando uno de los
progenitores ha tenido antecedente de enuresis nocturna, el riesgo en
sus hijos aumenta entre un 30-40%; una cifra que llega al 70-80% cuando
son los dos padres quienes la han padecido». Asimismo, las
probabilidades de tener este trastorno son mayores en gemelos
homocigóticos cuando uno de ellos lo presenta.
El niño roncador
Otro de los temas que se ha tratado durante el Congreso ha
sido el del niño roncador, «aquel que lo hace más de la mitad de los
días sin que tenga resfriado», define el doctor Ignacio Cruz, del Centro
de Salud de Montequinto (Sevilla). «Normalmente, los niños roncan más entre el primer año y los 3-4 años de vida. Pero se aconseja vigilar siempre el ronquido, no porque sea fuerte, sino principalmente si viene acompañado de apneas».
El aumento de obesidad infantil ha traído consigo un incremento en el número de niños con apnea. Algunos síntomas son que el niño no ha descansado bien, se levanta cansado y su rendimiento escolar baja mucho.
Además, advierte el doctor Cruz, «también puede tener consecuencias
cardiovasculares, porque tener que luchar cada noche para respirar
durante el sueño puede conllevar un aumento de la presión arterial muy
llamativo en niños de muy corta edad». El tratamiento del síndrome de apnea obstructiva del sueño infantil es quirúrgico,
y consiste en quitar las vegetaciones y las amígdalas que obstruyen la
vía respiratoria. «En algunos casos, en especial en niños obesos se
investiga en otros tipos de tratamiento aunque su efectividad no está
aún bien definida».
«Los pediatras debemos preguntar por el sueño, porque ocupa
muchas horas de vida de un niño y no dormir bien tiene muchas
consecuencias en la salud de un niño. Muchas veces lo que pasa durante
el día —cansancio, irritabilidad…—
es reflejo de lo que ha ocurrido por la de noche», aconseja. Por
último, subraya que cada año «disminuye en unos minutos el tiempo que
los niños duermen, sobre todo a partir de los 10-12 años», e insta a los
padres a fomentar hábitos de sueño saludables.
ABC, 20/06/2014
Imagen Diego 11/04/2014
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