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¿Cuánta agua debe beber tu hijo al día? Dos litros no es la respuesta

JESÚS MARTÍNEZ/EL MÉDICO DE MI HIJO
Últimamente estamos asistiendo a multitud de mensajes que insisten en la absurda idea de que hay que beber agua en abundancia, mucha agua, aunque no haga falta ni se tenga sed para estar hidratado. En el embarazo litros y litros, en la lactancia más litros, al bebé también hay que aguachinarle.
Parece que hayamos olvidado uno de los instintos básicos y una necesidad fundamental de nuestro cuerpo, la sed. La sed es un mecanismo por el cual nuestro organismo nos informa de que hay que reponer los líquidos que estamos perdiendo, mucha gente no tiene sed y es porque está bien hidratada, su organismo tiene el grado de humedad adecuado, esto es válido a no ser que esté en las calles de Córdoba a mediodía en pleno agosto.
Beber dos litros o más al día aparte de ser ridículo, podría estar contraindicado en el embarazo y lactancia, no porque el bebé flote en un líquido amniótico aguado o la leche se diluya, no, es que el riñón de la incauta bebedora de tanta agua sufre y puede provocarle una hiponatremia con sus perjudiciales consecuencias.
Pero, como saber si el bebé tiene sed y ¿cómo sabemos cuándo hay que darle agua? Los peques no sabrán decir que tiene sed, pero sienten el disconfor y lloran, esta sed será calmada por líquidos en general y no debemos olvidar que la leche es un líquido, básicamente agua, por lo que el bebé no necesita beber agua, sino leche y si es posible teta mejor, la teta le alimenta y le hidrata suficientemente, no hay porque embotijarle con la peregrina idea de que tiene que beber más agua. El nene mayorcito también tomará otros líquidos, un gazpacho, un caldo, una sopa, zumos (no industriales que tienen mucha azúcar),se le puede ofrecer agua, nada de Acuarius, ni colas ni otras bebidas superazucaradas, pero si no quiere es porque no la necesita, no hay que insistir.
¿De dónde ha salido esta idea de que hay que beber tanto? Pues de quien va a ser, de los que venden agua en botella, potente industria que nos ofrece las delicias del grifo envasado, un mensaje que ha calado en publicidad e incluso en mensajes de salud patrocinados y otros voceros. La verdad es que no hay ningún estudio de calidad que no sea financiado por las empresas productoras, que avale la necesidad de empapuzarse de agua, ni de que eso sea bueno para nada.
Un ejemplo: a ningún deportista o atleta se le ocurre antes de la carrera o del partido beberse dos litros de agua, saldría con la barriga llena y pesada, todo corredor de fondo sabe que tiene que beber cuando empieza la sed, no antes, esos momentos previos a aparecer la sed es cuando se activa más la adrenalina y se rinde mejor en el deporte, un exceso de agua le hará pesado y lento. El agua tal como entra sale y no es rara la consulta de niños meones por la manía de beber y estar superhidratados, La potomanía o necesidad patológica de beber agua puede ser inducida por estos mitos.
Como bien decían las abuelas tanta agua le guarreará el estómago y le quitará el apetito.
¿Qué tipo de agua debe beber tu hijo? Pues la misma que tú, yo vivo en Madrid y aquí jamás ha habido un problema de epidemia o de enfermedades transmitidas por agua desde la guerra civil, por lo que parece lógico darle agua del grifo desde el primer día que se la ofrezcamos, tanto para beber como para preparar biberones y alimentos. Si vives en una ciudad con aguas duras, o una localidad con pozos inseguros, es muy probable que vosotros consumáis agua envasada, pues esa misma es la que hay que darle al peque. No se recomienda en general hervir el agua por una sencilla razón, porque concentra la porquería que pudiera tener, se evapora el agua, pero no los minerales que se concentraran dando una calidad todavía peor.
No le tengo manía al agua, no penséis eso, aunque yo sea más de tomar un vino o una cerveza para comer en las ocasiones importantes, a diario tomo agua, y hasta que llegue su momento los niños deberán tomar agua, nada de bebidas gaseosas y azucaradas que son más perjudiciales todavía y son la puerta de acceso a la obesidad.
EL PAÍS, Miércoles 19 de julio de 2017

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