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Diez reglas para no pasarte de frenada cuando elogias a tu hijo

C.FOMINAYA

El aumento de elogios está creando, según todos los expertos, toda una generación de narcisistas. «No es que los padres deban dejar de dar respuestas positivas a sus hijos. Optar por el extremo opuesto podría ser igual de perjudicial. La clave estaría felicitar de forma considerada. Eso es lo que refleja una conciencia de los esfuerzos y procesos de los hijos», indica la doctora Jenn Berman, autora del libro «Superbebé». Además los niños, añade el filósofo y pedagogo Gregorio Luri, «son muy perspicaces captando la sinceridad de nuestras palabras. Las cogen al vuelo. No es nada fácil mentirles». Entonces, ¿qué podemos hacer en casa? Los estudios realizados por la doctora Dweck, a los que Berman hace alusión en su obra, constatan la importancia de que los padres se centren en el proceso más que en el resultado, así como en los peligros de los elogios. Según la doctora Dweck, «concentrarse en el esfuerzo ofrece a los niños una variable que pueden controlar. Llegan a verse con el control de su éxitos».
Ese es el decálogo propuesto por la doctora Berman para realizar elogios efectivos:
1. Sea muy específico. Los elogios generalizados «¡Buen trabajo!». «¡genial!», «¡bien pensado!» o elogios desprovistos de detalles son inútiles. De hecho, en realidad son perjudiciales porque hacen que el niño esté pendiente del siguiente elogio de sus padres. En lugar de crear su propia motivación interna, los niños se centran en conseguir el siguiente «apaño». Puede decir, «¡buen trabajo!» a cualquiera, pero no, «¡has tenido tanta paciencia con el orinal!». Esta segunda frase es específica y significativa para el niño.
2. Concéntrese en el proceso o el esfuerzo, no en el resultado, logro, carácter o personalidad del niño. Utilice palabras que describan en lugar de palabras que evalúlen. «Tu pulso has sido tan firme que has apilado un montón de bloques".
3. Sea genuino y creíble. No elogie por el mero hecho de elogiar. Los niños necesitan saber que pueden confiar en usted y que les está dando una valoración sincera de sus actos. Cuando un niño apenas puede dar dos pasos sin caerse, decirle que es un «gran caminante» no es sincero, pero decirle que es consciente de lo mucho que se está esforzando para mantenerse en pie si lo es.
4. Agradezca en lugar de elogiar. Reconozca cuando su hijo ha hecho algo realmente difícil, teniendo en cuenta su nivel de desarrollo: «Gracias por tener paciencia mientras preparaba la comida. Sé que tenías mucha hambre y ha debido ser difícil esperar tanto».
5. Estimule en lugar de elogiar. El elogio es condicional, pero el estímulo es incondicional. Cuando el niño esté aprendiendo a gatear, decir: «¡Eso es! ¡Puedes hacerlo! Muevete un poquito hacia delante... ¡Y ya está!». Eso es estimular.
6. Pruebe el tú. Este tipo de afirmación verbaliza lo que usted ha observado. «Me has dado el libro, ¡justo como te pedí!»
7. Pruebe el yo. Este punto de vista hace saber al niño cómo se siente usted con respecto a su conducta. «Creo que te ha gustado la comida que cocinó mamá cuando dijiste que estaba "ico"».
8. Hágale saber cómo sus actos afectan a otros. «Cuando tu hermana estaba llorando y tú le trajiste su osito, eso le hizo sentir muy bien».
9. Pruebe un reconocimiento no verbal. En ocasiones, una simple sonrisa o un asentimiento con la cabeza pueden bastar para que el niño sepa que usted vio lo que hizo.
10. Elogio casual. Es la única excepción a la regla «no hablar sobre el niño si está en la habitación». «¡Juanito sabe dónde va cada uno de sus juguetes y cuando recogemos es capaz de guardar todo él solo!».
ABC, Lunes 19 de mayo de 2014

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