Hace unos pocos años todos los bebés aprendían a andar con ayuda
de un tacatá, ahora los pediatras y los traumatólogos desaconsejan su
uso.
En la actualidad no se recomienda poner al niño en el andador por varios motivos:
Uno, el riesgo de lesiones: La Academia Americana de Pediatría
ha documentado numerosos casos de accidentes en niños menores de 15
meses asociados con el uso del
andador. Las lesiones se producen sobre todo por choque con muebles y objetos y
caídas
por escaleras. Y es que el niño cuando da sus primeros pasos de manera
espontánea va siempre acompañado de un adulto mientras que cuando se
desplaza en tacatá está a ratos solo.
Dos, muchos traumatólogos advierten de que el tacatá fuerza al niño a estar demasiado tiempo de pie.
Cuando el pequeño camina por sí mismo puede pararse cuando quiere y
sentarse a descansar, en cambio, cuando está en el andador no tiene otra
opción que permanecer erguido. Así, fuerza los huesos de sus piernas y
estos, como todavía son débiles y deformables, pueden arquearse.
Tres, no es necesario: Todos los niños aprenden a caminar sin ayuda de artilugios. Los padres pueden
estimular al niño permitiéndole
gatear por la casa, ponerse de pie y dar pasitos. El mejor tacatá para un niño son las manos seguras de la madre o el padre.
El lugar ideal para practicar es un pasillo largo. Si el
adulto agarra al niño por la espalda, él tendrá una mano libre para
apoyarse en la pared. También es bueno poner al alcance de sus manos
algo en lo que pueda sujetarse (una banqueta con ruedas, un
correpasillos, etc.) mientras da sus
primeros pasos.
Por: Florencio de Santiago, pediatra
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