
Para alguien que a los 16 años estuvo
en coma a causa de una Meningitis B, pero que afortunadamente despertó y
sin secuelas, la vida hay que vivirla al máximo. «Aquella experiencia
me enseñó a valorar el presente teniendo en cuenta el futuro. Es por
esto que pienso que, para sentirse a gusto con uno mismo, te debes
encontrar bien psíquica y físicamente. No es suficiente con hacer
deporte, también es básico comer bien». Por eso el autor de «La receta de la salud»
encauzó su carrera hacia la dietética y la nutrición. Tener una buena
salud, explica, «es un proceso de cuidado diario, un conjunto de hábitos
saludables que te garantizan un bienestar duradero. Para ello es
importante conocer el propio cuerpo y sus necesidades, saber alimentarse
de una forma adecuada, practicar ejercicios y seguir unas pautas
saludables».
Estas son las cinco rutinas diarias que propone Joan Majó en su última obra y que son «fáciles de poner en práctica»:
1. Masticar bien los alimentos y comer sin prisas
Hoy en día, y debido al ritmo de vida
que llevamos, la mayoría de la gente acaba comiendo muy deprisa, en
diez minutos y cualquier cosa. ¿Cuáles son las ventajas de comer despacio? Pues tenemos que tener en cuenta que el inicio de la digestión empieza en la boca, con la masticación. Si comemos muy rápido, nos tragamos la comida saltándonos esta fase.
Esto hará que se nos hinche la barriga, tengamos gases, malestar, y le
demos más trabajo al estómago. El motivo más importante es que nuestro
estómago avisa al cerebro de que está lleno, pero este proceso tarda
unos 20 minutos. Por lo tanto, todo aquello que comas en menos de 20 minutos no te llenará nunca, porque tu cerebro no habrá tenido tiempo de recibir la señal.
Un pequeño truco que ofrece Majó para iniciar esta práctica
consiste en que, una vez estamos ante el plato que vamos a comernos,
«respirar tres veces profundamente antes de nada, y entonces empezar.
Cuando nos hemos puesto la comida en la boca, ya sea puré, carne, pasta,
verdura o cualquier alimento, dejamos los cubiertos encima de la mesa y
no los volvemos a coger hasta que nos hayamos tragado la masa de comida
que teníamos en la boca». Con esta medida, a medida que va pasando el
tiempo, «las raciones serán más pequeñas, y no porque lo hagáis
voluntariamente».
2. Dormir suficiente y bien.
Hay que saber que nuestro cuerpo tiene dos grandes formas
de recuperarse del desgaste del día a día. Una de ellas es comiendo, así
dotamos a nuestro organismo de todos los nutrientes que hemos gastado y
evitamos el déficit alimentario. La segunda forma de recuperarse es
durmiendo, pues todo ser humano necesita dormir unas horas cada día para
garantizarse su supervivencia. Durante la noche los músculos se relajan y el cerebro se reorganiza, clasifica información y lleva a cabo procesos químicos que lo preparan para el día siguiente. «Son las minivacaciones de cada día», indica Majó.
3. Hidratarse bien.
El agua es uno de los componentes más
importantes que hay. De hecho, el cuerpo humano está compuesto por más
de un 60% de agua, «o sea que si más de la mitad de nuestro cuerpo es
agua, es un tema que no podemos dejar de lado», añade este autor. Su recomendación es que «todas las personas beban 500 ml de agua/día solo por el hecho de vivir.
Si tenemos una actividad más ligera, se tiene que beber 500 ml más de
agua, si la actividad es moderada, 750 ml y si es severa, 1.000 ml. Por
último, si eres una persona de complexión grande, tienes que beber 500
ml más. En definitiva, se tiene que beber entre 1-2,5 litros al día», aconseja.
4. Cenar poco y ligero.
Esta rutina solo trata de que comas menos a medida que
avanza el día, pues durante la noche estamos en reposo durante ocho
horas. «Esto quiere decir —explica este nutricionista—, que la única
energía que gastamos es la de respirar y de mantenernos con vida
(metabolismo basal). Por lo tanto, si cenamos mucho lo que estamos
haciendo es acumular energía mientras dormimos, o sea grasa y peso. Por
el contrario, si cenamos poco, lo que conseguimos es quemar calorías
mientras dormimos. Suena bien, ¿no? Quemar calorías sin hacer nada. De
hecho, lo único que tenemos que hacer es cenar poco». «Y aunque tengamos
el peso correcto, también es aconsejable cenar ligero, porque esto es
una garantía de una buena base para nuestra salud», añade.
5. Ser activo.
En la actualidad ya no hay nadie que se cuestione que
practicar actividad física de forma regular tiene un claro beneficio
para la salud, tanto física como mentalmente. «Como también está demostrado que elsedentarismo es un factor de riesgo para enfermedades crónicas»,
advierte Majó. De hecho, continua, «hay una relación directa entre las
personas que practican actividad física de forma regular y una mejor
esperanza de vida. ¿A qué esperamos para ponernos en marcha?».
«Hay varios trucos como ir a comprar el pan a pie, aparcar el coche
unas manzanas más allá de nuestro destino, no coger el ascensor... y
pasear. Sobre todo pasear por donde sea, por la playa, por las tiendas,
por la calle... pero estirar las piernas va bien incluso para tomar
decisiones que, sentados, no hemos podido tomar», concluye.
ABC, Domingo 10 de mayo de 2015
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