JAIME RUBIO HANCKOK
Leer es divertido y fácil. Los libros educan, dan tema de conversación,
proporcionan compañía y son baratos, incluso gratis, si recurres a una
biblioteca o al proyecto Gutenberg.
Pero además de todo eso, leer es bueno para tu cerebro. Te hace más listo, te
relaja, incluso te ayuda a ser mejor persona. En serio. Pero eso no son motivos
para leer. Sólo son efectos secundarios. Aquí van seis de ellos.
1. Una escuela de empatía. La lectura es tecnología para acceder
a otros puntos de vista, como escribe Steven Pinker en Los
ángeles que llevamos dentro. Leer nos permite acceder a “mundos que
sólo pueden ser vistos a través de los ojos de un extranjero, de un explorador
o de un historiador”, lo que puede llevarnos a que una norma que no nos
cuestionamos (“así es como se hace”) pase a ser una observación explícita (“así
es como nosotros lo hacemos”), susceptible de replantearse (“¿no podríamos
hacerlo de otra forma?”).
Esto es especialmente válido para la ficción, que nos permite acceder a la
forma en la que piensan y sienten personas muy diferentes. En opinión de
Giovani Frazzetto, autor
de Cómo sentimos, leer la historia de diferentes personas
nos ayuda a comprender los sentimientos y pensamientos ajenos, sin que sea tan
importante que esas personas sean reales o imaginarias.
Tal y como publicaba el New York Times, citando
varios estudios, “hay un solapamiento sustancial en las redes del cerebro
que se usan para entender historias y las redes usadas para interactuar con
otros individuos, en particular, las interacciones en las que intentamos
entender los pensamientos y sentimientos de los demás”. Y añade: “Los
individuos que leen ficción a menudo parecen mejores a la hora de entender a
otra gente, empatizar con ellos y ver el mundo desde su perspectiva”.
“Transferir la experiencia de leer ficción en situaciones del mundo real es
un salto natural, según
explica en The Guardian David Comer Kidd, coautor de un estudio
que también relaciona lectura y empatía: “Usamos los mismos procesos
psicológicos para entender la ficción y las situaciones reales. La ficción no
es sólo un simulador de experiencias sociales, sino que es una experiencia
social”.
2. Gimnasia cerebral. La lectura
mantiene el cerebro en forma; de hecho, toda
actividad mental estimulante, como el ajedrez o los crucigramas, ayuda a
que nuestra mente aguante con salud durante décadas. Leer incluso podría
ayudar a prevenir el alzheimer.
Durante la lectura hay “un incremento sustancial e inesperado en el flujo
sanguíneo en el cerebro, más allá de las áreas responsables de la ‘función
ejecutiva’, las normalmente asociadas con prestar atención a una tarea”,
explica Natalie Phillips, responsable de una investigación que hizo
resonancias magnéticas a gente que estaba leyendo. “Prestar atención a
textos literarios requiere la coordinación de múltiples funciones cognitivas
complejas”. Eso sí, se trata de lectura atenta y reposada. Este tipo de lectura
facilita el pensamiento analítico y crítico, tal
y como recuerda Mayanne Wolf, y también nos ayuda a concentrarnos y a
centrarnos en un tema y no en veinte a la vez.
3. Es muy positivo que la gimnasia comience lo antes posible.
Según
la neurocientífica Susan Greenfield, la lectura ayuda a ampliar la
capacidad de atención de los niños, ya que “las historias tienen un comienzo,
un desarrollo y un final", es decir, "una estructura que empuja a
nuestros cerebros a pensar de forma secuencial, y a enlazar causa, efecto y
significado".
Comenzar a leer de niños (y hacerlo mucho) ayuda a desarrollar la
comprensión lectora, a ampliar el vocabulario y está relacionado con un mayor
conocimiento tanto académico como práctico en los siguientes años, según varios
estudios de Anne E. Cunningham, de la Universidad de Berkeley, y Keith
Stanovich, de la Universidad de Toronto.
Otro estudio del Centro Médico del Hospital Infantil de Cincinnati (Ohio)
apunta que los niños de entre 3 y 5 años a quienes se lee cuentos también
muestran mayor actividad cerebral en las imágenes de resonancia magnética. No
sólo en las áreas que dan significado al lenguaje sino también en las que son
importantes para la visualización, probablemente porque se imaginan la
historia. El responsable del estudio recomienda
leer cuentos a los niños con regularidad y además conversar con ellos sobre
las historias.
Es positivo que esta
actividad se mantenga también durante la adolescencia, ya que es una etapa
en la que necesitamos una experiencia rica en emociones: las reacciones
emocionales son más intensas y tenemos más capacidad de aprendizaje que de
niños o de adultos. Además, la literatura ayuda a forjar nuestra identidad, ya
que altera nuestras conexiones mentales y crea nuevas ideas y formas de pensar.
4. Relaja. Uno de los efectos positivos que tiene agarrar
un libro y no soltarlo durante un buen rato es que es un buen ejercicio de
relajación. De hecho, y
según un estudio de la universidad de Sussex, leer relaja más que escuchar
música, dar un paseo, tomarse una taza de té o los videojuegos.
Así,
es normal que la lectura nos ayude a dormir. Siempre que no usemos un
dispositivo retroiluminado, como una tablet.
5. No hay diferencia con los libros electrónicos. Casi. Los
e-books son exactamente igual que los físicos. Excepto por el pequeño detalle
de que no son físicos. Parece algo obvio y que no tiene importancia, ya que lo
que leemos son las palabras y no el papel, pero tiene sus implicaciones,
especialmente a la hora de estudiar: leer en un e-book es como leer de una
página infinita y nos resulta más difícil recordar lo que hemos leído si no
tenemos referentes como la posición del texto en la página o si estaba en la
página izquierda o derecha, por ejemplo. Cuantas más asociaciones de este tipo
podamos hacer, más fácil resultará memorizar un texto, tal y
como recoge Time. Y por eso agradecemos que el lector de
libros electrónicos nos dé toda la información que pueda, como el número de
página o incluso el porcentaje leído. Nos ayuda a orientarnos.
Aparte de este detalle, no hay por qué tenerle manía al libro electrónico:
sólo tardamos
siete días en adaptarnos a su uso, como a cualquier otra tecnología.
6. Leer es sexy. Esta frase no es sólo una excusa para
publicar fotos
de gente guapa que tiene un libro entre las manos casi por casualidad.
Tiene base científica: por un lado, leer aumenta la inteligencia, como explica
en The
Guardian Dan Hurley, autor de Smarter:
The New Science of Building Brain. Leer incrementa nuestra capacidad
de comprensión, de solucionar problemas y de detectar patrones. También mejora
la inteligencia emocional (incluyendo la ya mencionada empatía). Por otro lado,
la inteligencia es un atributo que deseamos en nuestras parejas. Según
el psicólogo evolutivo Geoffrey Miller, autor de un estudio al respecto:
“Rasgos como el lenguaje, el humor y la inteligencia han evolucionado en ambos
sexos porque son sexualmente atractivos”.
En conclusión, leer es sexualmente atractivo. No sé qué más queréis.
EL PAÍS, Lunes 10 de mayo de 2015
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