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No tires los dientes de leche, podrían ayudar a mejorar la salud mental de tu hijo

ANDRÉS MASA
La investigadora del Hospital General de Massachusetts Erin Dunn es un Ratón Pérez con bata blanca y una extraña idea en la cabeza. "La comunidad científica lleva décadas tratando de identificar a las personas con riesgo de desarrollar un problema de salud mental en el futuro, especialmente a los niños. Imagínate si los dientes fueran el primer paso para desvelar el misterio", explica la científica, quien está convencida de que la boca de los pequeños esconde pruebas que permitirían adelantarse a estos problemas. Pero, según su teoría, recopilarlas requiere rapidez; están ocultas en los dientes de leche. "¿Y si toda la información estuviera en un recurso que la mayoría de los padres guardan en un cajón o bien desechan?", imagina optimista.

Afortunadamente para ella, 37 padres de California no hicieron ninguna de las dos cosas. En su lugar, donaron un diente de leche de sus hijos de 6 años a los científicos de un estudio pensado para monitorizar su salud durante 7 años, conocido como Peers and Wellness Study. Durante este periodo, los investigadores evaluaron el comportamiento de los niños a través de cuestionarios que rellenaron sus padres y sus profesores.
Dunn asegura que el trabajo de su equipo ha permitido detectar en estos dientes parámetros relacionados con síntomas posteriores de problemas emocionales y de conducta como la agresividad, la impulsividad, la hostilidad y el hábito de no prestar atención ni escuchar. Según relata, las pistas afloraron tras hacer un análisis de imagen en alta resolución de las piezas dentales, que sirvió para obtener datos del volumen de la pulpa -que es el tejido blando del núcleo de los dientes- y del esmalte dental que los recubre.
"Vimos que los niños que tenían un esmalte más fino también tendían a tener más síntomas", explica la científica. El volumen de la pulpa también estaba relacionado con el nivel de problemas emocionales y de conducta, relata Dunn, como si estuviera apunto de abrir en la boca una ventana a la mente infantil potencialmente enferma. "Los antropólogos, los arqueólogos y los dentistas centran su trabajo en los dientes continuamente, pero para los investigadores en el campo de la salud mental esto es muy novedoso", añade.

Las pistas quedan registradas antes de cumplir un año

Los científicos se centraron en los incisivos de los pequeños porque están entre los dientes que antes se forman. Empiezan a originarse en el embarazo y suelen completar su formación durante el primer año de vida. Según explica la científica, estas piezas dentales registran eventos que sucedieron durante esos periodos de tiempo, aunque cómo dejan su rastro en ellos aún es un misterio. Para Dunn, las diferencias en el grosor del esmalte podrían estar relacionadas con aspectos como la nutrición de la madre durante el embarazoy el estrés que sufrió, o podría ser una consecuencia de la manera en la que el bebé experimentó su entorno... pero reconoce que es pronto para aportar explicaciones. "No sabemos exactamente qué es lo que están registrando los dientes y qué está causando que el esmalte y la pulpa sean más finos", admite.
En cualquier caso, lo que excita su curiosidad es el enorme potencial de los resultados de su investigación, que ha dado a conocer esta semana en la Reunión Anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, (AAAS, por sus siglas en inglés), en Washington. "Si hay pruebas de riesgo de desarrollar problemas mentales en los dientes de los niños, las oportunidades para la prevención serían extraordinarias". Y, si no se equivoca, dichas pruebas podrían ser muy sólidas.
Según su análisis, la relación entre la anatomía de los dientes de leche y la salud mental es tan fuerte como la que muestran otros indicadores que la comunidad científica usa habitualmente. "La magnitud de la correlación fue equivalente, incluso superior en algunos casos, a las asociaciones que vimos con el estatus socioeconómico, que es uno de los factores de riesgo más altos para los síntomas de salud mental", asegura la investigadora. El hallazgo de Dunn podría ser otra insospechada utilidad de los dientes de leche, que algunos dentistas recomiendan extraer antes de que se caigan porque contienen células madre.
EL PAÍS, Miércoles 20 de febrero de 2019

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