S.F.
La doctora en Psicología, Esther Egea Sánchez, ha creado «El árbol de los logros», un juego «sencillo y divertido» basado en un método de rutinas que tiene como objetivo aumentar la autoestima de los niños, combatir su desobediencia, conseguir buenos hábitos de conducta, que se responsabilicen de tareas propias de su edad y mejorar la relación con sus padres. «El árbol de los logros», que fue presentado en el Colegio Oficial de Psicólogos de la Región de Murcia, está orientado a niños con edades comprendidas entre los tres y los diez años y disponible en la web http://www.sicomurcia.es/. Se trata de un juego compuesto por tablero con forma de árbol que tiene imantado uno de sus lados y cuenta con una pizarra por el otro. Asimismo, cuenta con unas manzanas imantadas con las rutinas impresas.
Las manzanas con los logros que el niño va consiguiendo se ponen dentro del árbol como, por ejemplo, si el pequeño se ha vestido por sí mismo, si ha hecho los deberes a la primera o si ha ido contento al colegio. Al contrario, las rutinas que todavía no ha conseguido quedan al pie del árbol. «Si el pequeño no consigue ducharse sin quejarse o comer sin protestar, las manzanas quedan abajo», explica. Así, conforme el niño consigue las diferentes rutinas, las manzanas se van colgando del árbol y ascienden hasta llegar a la parte de arriba. «Cada día, los padres y los hijos evalúan los logros», destaca Egea, quien señala que se trata de un refuerzo positivo que dirige la atención a lo que los niños ya hacen bien.
Los errores que cometemos los padres
Y es que los padres, normalmente, en vez de llevar a cabo una atención positiva de estas rutinas, se fijan en ellas de forma negativa. «Los padres se muestran a menudo exasperados si el niño no realiza la tarea y les dicen: ¡otra vez!, ¡quieres hacerlo ya!, ¡siempre lo tengo que hacer yo!, ¡estás siempre igual!». Egea indica que, tanto la atención positiva como negativa, mantienen la conducta. Así, si los padres están pendientes de que el hijo lo haga bien, el pequeño mantendrá la conducta; pero si están pendientes de lo que no hace bien, continuará el problema. Es lo que se denominan «las reglas de atención dentro de las leyes del aprendizaje», precisa Egea.
En concreto, una de esas leyes del aprendizaje dice que«toda conducta del niño que va ser objeto de atención positiva o negativa de los padres, tiende a mantenerse». A este respecto, «El árbol de los logros», potencia la atención positiva, porque los niños y los padres «ya saben lo que tienen que hacer, y el sistema funciona». «Si el niño, en base a su edad, está preparado para hacer la rutina, le estamos diciendo que está capacitado para hacerlo y, al final, lo hace», remarca Egea. Gracias a ello, además, mejora la relación afectiva entre padres e hijos, lo que constituye el punto de partida para detener una escalada de desobediencia.
Y es que las rutinas dan poder a los hijos y siembran una semilla de valoración, al tiempo que reducen la desobediencia. «Los niños dejan de llamar la atención por lo malo, y lo hacen por lo bueno», destaca esta psicóloga. Este procedimiento conduce a padres y a hijos a un entorno más positivo que mejora su relación.
«Pillar al niño portándose bien»
Por tanto, «El árbol de los logros» lo que hace es «pillar» al niño «portándose bien», en vez de caer en la trampa de la crítica. Esto constituye el «antídoto de las conductas perturbadoras», porque el niño se siente «atendido, valorado y dirigido a metas concretas, por lo que ya no va a necesitar llamar la atención con conductas problemáticas». El juego, que es «muy sencillo», está basado en leyes de aprendizaje y está validado empíricamente en base a una de las actividades que la propia Egea desarrolló en su tesis doctoral. En concreto, Egea dedicó su tesis a desarrollar un programa familiar para corregir la desobediencia y una de las actividades consistía, precisamente, en el juego de «El árbol de los logros». De hecho, es el juego «estrella» en la consulta de Egea, ya que permite resolver otros problemas.
«Cuando este juego funciona, entonces podemos hablar de otro tipo de normas o límites», destaca Egea. «A todos nos pasa, incluso en el trabajo: si nuestro jefe nos valora positivamente y está más pendiente de lo que hago bien, en vez de corregirme, todo transcurrirá mejor». En este caso, se anima al niño y se le dice: «tú puedes hacerlo». Se trata de una frase que transmite «superpoderes» a los niños. Actualmente, Egea lamenta que es mucho más común que los niños impongan su voluntad y su criterio en las rutinas. Además, tampoco están preparados para asumir a esas decisiones que, muchas veces, están basadas en caprichos.
«Los niños toman decisiones basadas en caprichos o en impulsos para reducir la frustración, como querer comer una cosa en vez de otras o querer dormir en un sitio en vez de en su cama». Se trata, añade, de decisiones que no son «sanas, maduras y responsables, sino que lo hacen porque se les ocurre y porque quieren mandar». Esta psicóloga recibe en su consulta padres que se quejan de que sus hijos les dicen lo que tienen que hacer. «Si los padres dejamos que se produzca esa inversión de roles, sólo estamos colaborando para que los hijos sean más caprichosos y se sientan más frustrados, siendo más tercos y tiranos», advierte. Los progenitores caen en este tipo de comportamientos para intentar «compensar» la falta de atención o que el hijo se sienta querido, pero Egea advierte que es un problema de conducta.
Padres ausentes en las vidas de sus hijos
Ha remarcado el estrés de los padres que, a veces, no están tan presentes en la vida por culpa de aspectos laborales. «Queremos que los niños aprendan casi en exclusiva de la rutina y, a veces, les facilitamos en exceso el desarrollo de esas rutinas», según Egea. En ocasiones, los niños no consiguen ser autónomos y «viven muy frustrados» y, en otras ocasiones, los padres están tan agotados que consienten «todo lo que quieren» los pequeños. «Si no quieren comer, los padres les dan de comer; y si no quieren vestirse, los padres le visten, por ejemplo».
Egea considera positivo que los niños que trabajen su autonomía para conseguir un buen desarrollo. «Las rutinas dan superpoderes a nuestros hijos, porque ellos se van a sentir importantes si dirigimos las metas a los pequeños logros», remarca esta psicóloga. Por otro lado, este método también disminuye la desobediencia.
La experta concluye explicando que método en el que se basa «El árbol de los logros» es una tabla de progresos que ya existía. Lo original, añade, es la forma de presentar esta tabla, y corrobora que su funcionamiento está contrastado. No obstante, los padres tienen que ir «poco a poco» y seleccionar las rutinas, porque no se puede empezar por los retos más difíciles. «Algunos niños piensan que no pueden lograrlo porque los propios padres han desarrollado esa dependencia». No obstante, Egea subraya la ilusión que genera ver a los niños sentirse capaces.
ABC, Martes 15 de enero de 2019
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