JOSÉ PICHEL
Estamos en época de catarros, infecciones, mocos y virus. Muchos de
nosotros los sufriremos unos cuantos días, aunque los niños suelen ser
los más afectados. Entre los síntomas más molestos y que generan más
alarma está la tos, así que madres y padres acuden a pediatras y
farmacias en busca de remedios. Pero tenemos una mala noticia: en
realidad, no hay ningún fármaco efectivo ni recomendable para la tos infantil.
Roi Cal, farmacéutico y vicepresidente de la Asociación de Farmacéuticos a Favor de la Evidencia Científica
(FarmaCiencia), ha analizado esta cuestión en profundidad. Según
explica, hay un grupo de jarabes que se pueden considerar, simplemente,
ineficaces; otros que podrían tener algunos beneficios leves pero que
también presentan riesgos, con lo cual es mejor no utilizarlos; y,
finalmente, un último grupo de productos sobre los que no existen evidencias para afirmar si funcionan o no.
"Por desgracia hay muchos fármacos que no hacen nada, incluso algunos
financiados por la Seguridad Social", asegura en declaraciones a
Teknautas.
Entre los fármacos que se utilizan
contra la tos hay mucolíticos, descongestivos, antihistamínicos y
antitusígenos. Dentro de estos últimos se enmarca uno de los más usados,
el dextrometorfano, que se vende bajo varias marcas. En adultos sí hay
indicios de su eficacia, pero está contraindicado para menores de 2
años, mientras que en niños mayores de esa edad "hay cierta evidencia,
pero también efectos secundarios que hacen que la balanza entre riesgos y beneficios no compense", según el experto. No obstante, una revisión de estudios
sobre este fármaco publicada en 2016 concluía que "no es
significativamente más eficaz que el placebo para el tratamiento de la
tos".
Diferencias con los adultos
¿Por qué esa diferencia entre la eficacia de un fármaco en mayores y pequeños? Por una parte, "el cuerpo y el metabolismo de niños y adultos es diferente".
Por otra, "es necesario bajar la dosis en la población pediátrica
porque son más susceptibles a efectos secundarios", explica Roi Cal. En
algunas ocasiones, no hay estudios específicos en el ámbito de la
pediatría.
Y no solo se trata del dextrometorfano. En el caso del
salbutamol o albuterol, opción que también es habitual, no existen
pruebas para apoyar su uso en niños con tos aguda, según otra recopilación de investigaciones que ponía también en duda su eficacia en adultos. Tampoco los antihistamínicos se pueden recomendar "como tratamiento empírico de los niños con tos crónica" de acuerdo con otra publicación de la Biblioteca Cochrane. Finalmente, un estudio sobre medicamentos de venta libre indicados para la tos y el resfriado advertía de que su eficacia no se había demostrado en niños.
En definitiva, ninguna opción del mercado es satisfactoria.
"Da igual lo que sea, la tos va a tener una duración similar", señala
el farmacéutico. Y ni que decir tiene que la homeopatía no sirve ni para
este uso ni para ningún otro, aunque "a mí me llegan recetas de
pediatras públicos y privados", apunta, "no obstante, su popularidad ha
caído bastante en los últimos años".
El caso de la codeína
Lucía Galán, pediatra y divulgadora científica —conocida como Lucía, mi pediatra—, se muestra muy contundente: "Los jarabes para la tos no tienen evidencia científica
demostrada y, por lo tanto, no se deben utilizar". Es más, "muchos de
ellos tienen efectos secundarios que, aunque son muy infrecuentes,
pueden ser graves o muy graves".
Entre los problemas que generan están la somnolencia, la depresión
del sistema nervioso central, las arritmias, la depresión respiratoria o
las convulsiones. El caso de la codeína es especialmente llamativo
porque en 2015 la Agencia Española de Medicamentos y Productos
Sanitarios (AEMPS) recomendó no utilizarlo en niños menores de 12 años
por haberse descrito casos de muerte en menores.
La presión para los pediatras
Como
es lógico, los padres acuden a la consulta en busca de diagnóstico y
tratamiento. Pero si está claro que no hay fármacos adecuados, ¿por qué los pediatras siguen recetando algunos?
Roi Cal considera que hay varias razones. "Algunos están
desactualizados y se guían por su experiencia y sus creencias en lugar
de comprobar los estudios científicos, pero son una minoría. Lo que
ocurre es que muchos acaban recetando algo para tranquilizar a los
padres, que a veces se ponen nerviosos y creen que un buen médico es el
que les da algo para el niño", señala. Incluso si no se los dan en la
consulta, es probable que acudan a la farmacia a ver qué les ofrecen sin
receta.
Ante esa posible presión de los padres, "es muy importante
explicarles las veces que sean necesarias que este tipo de fármacos no
solamente no son útiles en la mayoría de las ocasiones, sino que además podrían ser perjudiciales",
comenta Lucía Galán. En su caso, esta labor de educación sanitaria va
calando a través de la paciencia y la empatía para generar confianza.
"Tras muchos años de profesión, a mis pacientes lo que les extraña es
que para un simple catarro les receten tres jarabes diferentes",
asegura.
Entre cinco y ocho catarros
Lo primero es aceptar y normalizar que los menores se ponen enfermos,
porque cada año "un niño sano va a tener entre cinco y ocho catarros" o
infecciones de las vías respiratorias altas, es decir, nariz, garganta,
tráquea y bronquios.
"La mayoría se producen en invierno y son
procesos víricos banales", destaca. Esto quiere decir que no se tratan
con antibióticos y que no hay nada para prevenirlos: ni vitaminas, ni
jarabes, ni homeopatía. "Suelen durar dos semanas y si
presentan mal estado general, tos incesante que impide el descanso,
fatiga, pitos, dificultad respiratoria o si los niños dejan de comer de
forma llamativa, han de acudir al pediatra".
Y llegados a este punto, ¿qué les va a decir el médico? "Somos muchos
los que aconsejamos lavados nasales con suero fisiológico, ofrecer agua
de forma regular, aliviar el dolor y la fiebre si generan malestar
importante, y poco más", indica la pediatra. En cualquier caso, es
aconsejable instruir a los padres sobre cuáles son los signos
de alarma que hay que vigilar en el caso de que el catarro evolucione o
se presenten síntomas nuevos que sí precisen de otro tipo de
tratamiento.
La miel sí, pero con cuidado
De acuerdo con
la literatura científica más reciente, lo cierto es que sí hay un
producto que parece tener cierto efecto, pero no hace falta comprarlo en
la farmacia. Otra revisión de la Biblioteca Cochrane de abril de 2018 evaluó a personas entre los 12 meses y los 18 años y concluyó que la miel durante tres días es más efectiva
para la tos que el placebo y que probablemente reduce su duración. Sin
embargo, más allá de los tres días no hay diferencias significativas con
el placebo.
No obstante, "es importantísimo insistir en no dar miel a niños menores de uno o dos años
por riesgo de botulismo y que, si a los más mayores se les da una
cucharadita, han de cepillarse bien los dientes porque la miel es un
alimento que produce caries".
EL CONFIDENCIAL, Sábado 5 de enero de 2019
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