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Los cuentos, imprescindibles para que los niños entiendan el mundo

S.F.
¿Saben los padres del potencial educativo de los cuentos? Para la educadora de laUOC Débora Chomski, autora del libro Educar i créixer amb històries (Eumo, 2018), los relatos ayudan a los niños y niñas a entender la realidad que les rodea. Chomski propone que padres y educadores utilicen la narración como forma de comunicación y educación. «El desarrollo del pensamiento narrativo de los niños y el uso de relatos para educar ofrecen mucho juego para explicar conceptos abstractos, valores, conflictos y problemas», señala. Para Chomski, el impacto emocional que tiene una historia en la formación de los niños y los jóvenes es «poderoso y vale la pena sacarle provecho».

Un cuento entretiene, enseña, emociona y «vincula al niño con su realidad y con otras realidades», explica la experta. Además, añade, es «la llave que abre las puertas de la imaginación y también de los aprendizajes». Para Chomski, los más pequeños y jóvenes pueden aprender de los clásicos y los relatos originarios de cada cultura, que define como «imprescindibles, intemporales y universales», pero también es importante incorporar las nuevas historias de la cultura actual, porque «son globales y responden a los nuevos retos y a los nuevos parámetros sobre la sexualidad, la identidad personal, los conceptos de amor, de familia y de felicidad, por ejemplo», explica.

Lecturas recomendadas por edades


Con todo, el cuento debería posicionarse como un regalo estrella. Y para que sea un acierto, Chomski recomienda dos cosas: pensar en los gustos del niño, pero también en aquello que quiera comunicársele: valores, consejos, entretenimiento o reflexión. «Regalar un cuento es invitar al niño a realizar una aventura por medio de su inteligencia y su imaginación», opina la educadora de la UOC.
Chomski recomienda algunos libros publicados en 2018 teniendo en cuenta las distintas edades de los pequeños.
De cero a tres años:
- Azul, de Xavier Salomó, de la colección «Colors», de la editorial Combel.
- No es una caja, de Antoinette Portis, de la editorial Kalandraka .
De tres a cinco años:
- ¡Se busca casa!, de Wieland Freund y Tine Shulz, de la editorial Takatuka.
- ¡Yo no he sido!, de Christian Voltz, de Kalandraka.
De seis a ocho años:
- El ratón que no tenía miedo, de Petr Horáček, de la Editorial Juventud.
- Cuento de invierno, de Jill Barklem, de Blackie Books.
De nueve a once años:
- La importancia del primer cero, de O. Rodríguez Marchante y Carmen Segovia, de la editorial A Buen Paso.
- La estrella de los simios, de Frida Nilsson, de Thule.
A partir de 12 años:
- Se cerraron mis ojos, de Patrick Bard, de Kalandraka.
- La maleta, de Núria Parera, de Babulina Books.

Improvisar cuentos y cambiar los originales

Se escoja el título que se escoja, Chomski recomienda contar a los hijos al menos un cuento al día en un momento tranquilo, como la hora del baño o antes de dormir. Pero sobre todo, la experta invita a los padres y familiares a inventar historias con cualquier excusa: «mientras comemos, podemos contar una historia de un alimento, especialmente cuando es nuevo para el pequeño; o en el trayecto de la escuela a casa, compartiendo alguna cosa vivida ese día». Para la experta, compartir historias personales es una buena herramienta para que los pequeños resuelvan una dificultad o un problema por medio de un cuento que esté protagonizado por ellos mismos.
Chomski también recomienda proponer al niño variaciones sobre el mismo cuento o que él cambie algún aspecto. Por ejemplo: «Caperucita fue a ver a su abuelita montada en un patinete último modelo y el lobo en realidad era un dron. Hänsel y Gretel no fueron abandonados por sus padres por el hambre, sino que querían elegir nuevos padres, más molones, y fueron al bosque en su busca», propone la experta.

El hábito de ir a la biblioteca desde pequeños

Chomski cree que los niños deben tener su biblioteca personal desde pequeños, «en la que atesoren aquellos libros que aman, que les han sorprendido, que les han regalado y que son su refugio». Además, el hecho de ir con ellos a comprar cuentos es una experiencia «enriquecedora porque nos permite conocer sus gustos e invitarlos a descubrir las novedades». Pero también piensa que ir con ellos a la biblioteca para que lean y jueguen con libros, y los compartan con otros niños, es una rutina muy «recomendable», concluye.
ABC, Viernes 11 de enero de 2019

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