IVAN GIL
La reutilización de botellas de plástico potencia tanto la frecuencia
como la virulencia de los episodios de migrañas y dolor de cabeza. Este
tipo de envases suelen estar confeccionados con sustancias nocivas para
el organismo, que se desprenden y filtran con la bebida tras un determinado número de usos.
El bisfenol A, también conocido como BPA, es uno de los productos químicos más habituales para fabricar todo tipo de plásticos policarbonatos,
así como latas de conserva. Entre las consecuencias más inmediatas de
su ingesta se encuentran los dolores de cabeza y las migrañas, según los
resultados de un estudio clínico llevado a cabo por investigadores de
la Universidad de Kansas y publicado en el último número del Journal of Toxicological Sciences.
La
polémica en torno al uso del Bisfenol A en este tipo de envases, debido
a sus documentados perjuicios para la salud, viene de lejos. Algunos
países, con Francia a la cabeza, han prohibido o limitado su uso,
principalmente para proteger a los niños, que son el sector de la población más expuesto (la mayoría de biberones de plástico contienen este producto químico).
Síntomas inmediatos a la ingesta
A
pesar de que la comunidad científica internacional no ha conseguido
consensuar un punto de vista respecto a los perjuicios de la exposición
al Bisfenol A, la mayoría de estudios coinciden en subrayar que los bebés y niños pequeños son el grupo poblacional con más riesgos.
El disenso se refiere al umbral de exposición, más o menos alto según
unos u otros estudios, pero muchos de ellos reconocen que podrían aumentar las posibilidades de contraer ciertos tipos de cáncer, así como enfermedades cardiovasculares, infertilidad y obesidad.
Los investigadores de la Universidad de Kansas sí han demostrado en
ratones de laboratorio la relación directa, y a corto plazo, entre la
ingesta de esta sustancia y las migrañas. Para llegar a esta conclusión,
los autores inyectaron bisfenol A cada tres días en la mitad de los
roedores utilizados para el estudio, emulando la cantidad habitual en un
consumidor medio de botellas de agua y latas de alimentos. El organismo de los animales reaccionó a la media hora, apareciendo los síntomas comunes de las migrañas.
Los envases de cristal y otras recomendaciones
Los
autores del estudio instaron en sus conclusiones a los pacientes con
migrañas a que limiten el uso de envases con esta sustancia, como las
botellas (a partir del tercer o cuarto uso), las latas y los biberones,
para reducir la frecuencia y la intensidad de los ataques de migrañas.
Sin embargo, matizan que ni todas las botellas de plástico están fabricadas con Bisfenol A ni todas contienen la misma cantidad.
El código de reciclaje, situado en la parte inferior del recipiente,
sirve para indicar su presencia al consumidor. Los plásticos que no
contienen BPA, ftalato, ni poliestireno expandible son los que llevan
los códigos de reciclaje con los números 1 (Pete), 2 (HDPE), 4 (LDPE), y
5 (PP).
Para evitar posibles riesgos, se recomienda la
utilización de envases inertes e inocuos para que no aporten ningún tipo
de sustancia contaminante al alimento que contienen, ni reaccionen con
los compuestos del alimento. En este sentido, el vidrio es uno de los materiales más comunes y adecuados.
Asimismo, las conservas envasadas se pueden encontrar tanto en envases
de lata como de cristal, por lo que se recomienda abusar lo menos
posible de las primeras ya que el BPA utilizado en el revestimiento de
las latas puede filtrarse en el contenido de los
alimentos, especialmente en el caso de los líquidos, como las sopas y
las salsas. Es especialmente recomendable sustituir el aceite
embotellado en plástico por el de vidrio, ya que tiene una mayor
tendencia a filtrarse en este producto.
Los riesgos de sufrir migrañas debido a la ingesta de esta sustancia química sólo son achacables a las personas que ya padecían dicho trastorno.
En España, hasta tres millones de personas están afectadas según la
Sociedad Española de Neurología (SEN), en muchas ocasiones impidiéndoles
mantener una calidad de vida aceptable. Por eso, corroborar mediante
estudios clínicos en humanos estas mismas conclusiones obtenidas en
ratones de laboratorio sería un gran paso en la lucha contra esta
enfermedad. Un trastorno que está considerado por la Organización
Mundial de la Salud (OMS) como uno de los más discapacitantes y que
afecta más a menudo a los jóvenes que a las personas de mayor edad.
EL CONFIDENCIAL, Martes 3 de diciembre de 2013
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