L.PERAITA
La mayoría de las personas cuando piensan en la
contaminación química creen que sólo ocurre en ciudades industriales con
mucha polución, en campos donde se utilizan pesticidas o en la industria química, pero lamentablemente las sustancias tóxicas están en nuestra propia casa
y forman parte de nuestros hábitos cotidianos. Basta con analizar el
polvo doméstico de cualquier casa media para encontrar centenares de
sustancias químicas tóxicas.
A través de lo que comemos, bebemos, respiramos o tocamos miles sustancias tóxicas acaban formando parte de nosotros. «No se trata de crear alarma,
sino de estar alertas porque hay estudios que demuestran que
determinados productos contienen sustancias químicas en un bajo nivel
—asegura Pilar Muñoz, presidenta y directora de la consulta de Medicina
Ambiental de la Fundación Alborada—. El problema es que los estudios no contemplan que en una casa se acumulan muchos productos que hacen que el nivel de sustancias químicas se eleve y sea perjudial, en ocasiones para la salud».
Sustancias tan comunes como el líquido del limpiacristales, el friega suelos, el detergente de la ropa,
los barnices de la madera de los muebles, el agua no embotellada o
filtrada, la comida no ecológica, los ambientadores, las colonias que
usamos todos los días, las cremas ….
«Todos estos productos desprenden sustancias tóxicas que terminan en nuestro cuerpo.
Cada cuerpo humano tiene sus propias sustancias que hacen una función
concreta desde hace miles de años —explica—. A esto se le llama la
química de la vida y la otra química, la artificial, la creada por
alguien en un laboratorio, la que consigue que un producto sea
impermeable o que una sarten sea antiadherente, es la química que no
cumple ninguna función en nuestro organismo convirtiéndose en sustancias
intrusas que crean severos problemas en el organismo».
La OMS
reconoce la contaminación química de los hogares como un grave problema
para la salud pública. Pasamos más del 90% de nuestro tiempo en
espacios cerrados y es muy importante intentar que esos espacios
(oficina, casa, gimnasios, etc.) estén libres de tóxicos.
¿Dónde están escondidos esos tóxicos?
En los materiales de construcción, aislantes, pinturas,
plásticos, productos de limpieza, pesticidas domésticos, ambientadores,
productos de higiene personal, agua del grifo y ciertos alimentos.
«Nos encontramos con miles de sustancias que emanan tóxicos
en el ambiente cotidiano del hogar generando un efecto sumatorio en su
concentración—prosigue Pilar Muñoz—. Estas fuentes suelen ser muy sutiles, en las que nadie se le ocurriría reparar:
agua del grifo, un mueble hecho con conglomerado, el suavizante de la
ropa, etc. No tiene sentido cuidarse en la alimentación, hacer deporte y
vivir en casas que envenenan», .
¿Qué efectos pueden producir?
Normalmente se trata de efectos de sustancias a dosis muy bajas y a largo plazo. Pocas veces los efectos son inmediatos a no ser que la tolerancia del individuo se vea superada y se diagnostique una hipersensibilidad química múltiple.
Algunos efectos son: fatiga crónica, problemas de asma, alergias, falta de concentración, cefaleas, irritación, afonía o vértigos.
Si son dañinos ¿cómo es posible que estén permitidos?
Pilar Muñoz explica que la situación ideal sería que cada
vez que se diseñe una sustancia, los científicos evalúen si representa
una amenaza y que después de ser lanzada al mercado se siguiera
investigando por si descubrieran algún riesgo para la salud y hubiera
que retirarla.
Un simple dato nos hace darnos cuenta de que no ha sido así: «menos del 1% de las 100.000 sustancias diseñadas por el hombre y comercializadas han sido evaluadas débilmente sobre los efectos que producen en la salud y el medio ambiente».
Precaución
Reducir o eliminar su presencia en el hogar es una forma de
precaución, asegura Pilar Muñoz. «Resulta un gran error pensar que sólo
los niveles altos de concentración de sustancias pueden causar daños.
Sobre todo porque los contaminantes han sido estudiados de forma
aislada, cuando la realidad es que estamos expuestos a centenares de ellos a la vez en un efecto cóctel».
Hay que saber que lo legal y seguro pueden no coincidir.
«Muchos piensan que habrá alguien controlando esto pero nadie se plantea
de qué forma se está haciendo: sólo se estudia el corto plazo, se
olvidan de estudiar cierta clase de efectos en el organismo
y se establecen los «niveles seguros» sólo basándose en adultos sanos
olvidando a los mas sensibles como son los niños, los ancianos, mujeres
embarazadas o personas más sensibles. Al amparo a veces del secreto
comercial que permite a la industria un etiquetado sin demasiados
detalles».
Reducir o eliminar los tóxicos
Según Pilar Muñoz, no hay que esperar que las autoridades
nos protejan de la amenaza de los contaminantes químicos en el hogar.
Debemos autoprotegernos mediante nuestras propias acciones. Aquí van
algunas de sus propuestas:
—Variar hábitos de consumo.
—Ventilar todos los días para actuar contra los componentes volátiles llenos de partículas tóxicas.
—Eliminar fuentes de exposición.
—Observar productos de limpieza, ambientadores o pesticidas domésticos. Usarlos menos o eliminarlos. Buscar las palabras claves en sus etiquetas para
detectar tóxicos: FTALATOS; BISFENOL A; EPICLORIDRINA, HIDROCARBUROS
OROMETICOS, POLICICLIADOS. Hay que limpiar sin ensuciar químicamente.
—Analizar los elementos decorativos o mobiliario:
Identificar muebles con aglomerados de madera o disolventes en
pinturas, pegamentos o fragancias en materiales de construcción.
Intentar utilizar barnices naturales y tratar la madera con aceite de
linaza, bórax o cera de abeja.
—Cambiar los ambientadores
por aceites esenciales, hierbas aromáticas y flores secas, agua hervida
con canela y clavo, una bandejita con bicarbonato absorbe olores.
—No utilizar pesticidas domésticos como
los productos para los piojos, antipolillas, anti mosquitos y anti
cucarachas o pesticidas de jardín. Hay remedios caseros para todo esto:
vinagre para los piojos, guardar la ropa en bolsas de plástico para las
polillas, tapar la comida para evitar hormigas, las aromáticas para los
mosquitos etc.
—Pintar con pinturas ecológicas o fabricar nuestra propia pintura con aceite de linaza y pigmentos naturales.
—Lavar la ropa con bicarbonato y dejar de utilizar detergente de lavadora y suavizante.
—No consumir agua del grifo
ni embotellada en plástico. El agua embotellada siempre hay que
comprarla en vidrio e intentar poner filtros. Nunca utilizar tuppers de
plástico, siempre de cristal.
—Las moquetas son un foco de tóxicos así que es preferible comprarlas de materiales naturales como el coco, hacer limpiezas naturales con bórax y vinagre.
—La ropa es preferible comprarla
de tejidos naturales no tratados, algodón ecológico por ejemplo. Los
tejidos técnicos, anti manchas, anti arrugas, hidrófugos, etc. suelen
tratarse con sustancias muy tóxicas. También llevar la ropa al tinte es
perjudicial ya que para limpieza en seco se utilizan productos tóxicos.
—Evitar velas perfumadas. Poner aceites esenciales para conseguir buen olor.
—No utilizar perfumes y cremas que
no sean ecológicos. También se pueden utilizar productos naturales como
la fresa que es antiarrugas, el pepino que es un buen tónico, el limón
que actúa como un magnifico cierra poros etc.
—Poner plantas. Ciertas plantas como el ficus tiene la capacidad de capturar contaminantes.
ABC, Lunes 02 de diciembre de 2013
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