MIGUEL AYUSO
“El mensaje es sencillo: la mayoría de suplementos vitamínicos no previenen el desarrollo de enfermedades crónicas ni la muerte, su uso no está justificado y deben ser evitados”. Así de contundente se muestra el editorial del número de esta semana de la prestigiosa revista Annals of Internal Medicine, que acompaña a tres estudios sobre suplementos vitamínicos y minerales.
“La
industria [de los suplementos] está basada en la anécdota. La gente
dice ‘tomo esto y me siento mejor’ y el mito se perpetúa. Pero cuando
haces pruebas, ves que no tienen ningún beneficio a largo plazo. No sirven para prevenir la mortalidad, ni los ictus, ni los infartos”, asegura el editorial, firmado por cinco doctores.
Las
investigaciones publicadas esta semana se unen a una completa revisión
de estudios que se dio a conocer el pasado mes y que llega a la misma
conclusión: los suplementos vitamínicos apenas tienen beneficios para la salud en las personas bien nutridas de occidente,
que son los que los toman. Y lo que es más grave, determinados
suplementos, como los de beta-caroteno, vitamina E y vitamina A hicieron
que aumentara el riesgo de muerte en alguno de los experimentos.
Una industria millonaria en el punto de mira
Los
suplementos vitamínicos empezaron a popularizarse a finales de los 80,
tras la publicación de una serie de investigaciones experimentales en
las que se aseguraba que tenían un papel protector frente al cáncer y la
enfermedad cardiovascular. Desde entonces, se han vendido como la varita mágica para lograr “vitalidad” (un concepto tan bonito como vano) o potenciar la memoria. Nada de esto, según los últimos estudios, es cierto.
En el primero de los estudios que acompaña el editorial se revisan otras 27 investigaciones, con más de 450.000 participantes, en las que los suplementos no muestran ningún efecto beneficioso en la prevención de la enfermedad cardiovascular y el cáncer.
El segundo estudio
analizó la progresión de 1.700 pacientes que habían sufrido un infarto.
Fueron divididos en dos grupos, en uno tomaron un suplemento vitamínico
con 28 ingredientes y en el otro un placebo, dos veces al día, durante
cinco años. Aunque el régimen de vitaminas no resultó peligroso, tampoco mostró ningún beneficio.
El tercer estudio
siguió la evolución de cerca de 6.000 ancianos mayores de 65, que
tomaron suplementos vitamínicos o placebo durante 12 años. Los
participantes fueron sometidos a varias pruebas de rendimiento cognitivo
y no se encontró ninguna diferencia entre ambos grupos.
En definitiva, en opinión de los firmantes de la editorial, el consumo de la mayoría de suplementos vitamínicos y minerales sólo sirve para tirar el dinero.
Eso sí, mucho dinero. En Estados Unidos, más de la mitad de la
población consume este tipo de suplementos y en España, aunque es uno de
los países occidentales donde menos éxito tienen, los utiliza un 13% de
la población, según un estudio de Nielsen. En total, la industria de
los suplementos, según un estudio de Euromonitor International, facturó en 2012 23.400 millones de dólares. Un 3% más que en 2011.
La industria reacciona
Dado
lo contundente del estudio, y lo mal parado que deja a los suplementos
vitamínicos, las reacciones de los fabricantes no se han hecho esperar.
Para la doctora Carrie Ruxton, portavoz del Servicio de Información de Suplementos Sanitarios, del Reino Unido, hay que dejar claro que la
administración de vitaminas debe estar orientada al mantenimiento de la
salud, no al tratamiento de enfermedades preexistentes como, dice, se hace en uno de los estudios. En opinión de Ruxton, que ha explicado su postura al Daily Mail, “una
proporción significativa de la población no consume la cantidad diaria
recomendada de vitaminas y minerales. Y esto se aplica en particular a
las mujeres jóvenes, una población no incluida en el estudio”.
Dicho esto, todos los nutricionistas insisten en que la dosis diaria recomendada de vitaminas se encuentra en una dieta saludable estándar,
y sólo deberían tomar suplementos, por prescripción médica, aquellas
personas que por una razón concreta tengan carencias, como es el caso de
las mujeres posmenopáusicas (a las que se le receta calcio y vitamina
D) o las embarazadas (que toman ácido fólico).
Para el resto la cuestión es sencilla: ¿no es mejor cambiar de dieta que tomar las vitaminas que no has consumido de forma exógena? Así lo creen la mayoría de médicos, pero la industria de los suplementos, de momento, sigue estando en buena forma.
EL CONFIDENCIAL, Miércoles 18 de diciembre de 2013
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