GUILLERMO ORTS - GIL
"El miedo ahuyenta al amor, la inteligencia y la bondad. Al final, el miedo llega a expulsar del hombre la misma humanidad." Aldous Huxley
La cultura del miedo y el símil del pasillo. Ilustración de Ignasi Cusí.
Un
grupo de niños reunidos en el salón de casa se conjuran para ver quién
es capaz de de cruzar el oscuro pasillo que conduce hasta la puerta de
salida. Y es que algunos de ellos querrían salir a la calle a jugar;
otros, regresar a sus casas. Pero ninguno se atreve a dar el primer
paso. Tienen miedo. Pocos instantes antes, el anfitrión les explicaba
que en su casa se oyen a menudo ruidos extraños, sobre todo en el
pasillo.
¿Y si nuestro mundo fuera esa casa? ¿Y si las decisiones más importantes de nuestras vidas se basaran en el miedo a cruzar ese pasillo?
¿Y si nuestro mundo fuera esa casa? ¿Y si las decisiones más importantes de nuestras vidas se basaran en el miedo a cruzar ese pasillo?
Hoy me gustaría hablarles de algo que ya conocen, aunque tal vez no sean conscientes de ello: la cultura del miedo.
La cultura del miedo
El término "cultura del miedo"
es relativamente nuevo, ya que se asocia normalmente a fenómenos
originados con la aparición de los medios de comunicación de masas. Sin
embargo, el concepto en sí lo podríamos seguramente encontrar también
con otros nombres, en cualquier parte del mundo, en cualquier momento de
la historia. Una posible definición sería ésta: la cultura del miedo es
el temor generalizado que se genera con el fin de influenciar en el
comportamiento de las personas.
Pero, ¿vivimos de verdad en una cultura del miedo facilitada por los medios de información?
Txetxo Ausín, investigador del CSIC, parece tenerlo claro: "Las malas noticias son una buena mercancía, vivimos instalados en la cultura del miedo".
Txetxo Ausín, investigador del CSIC, parece tenerlo claro: "Las malas noticias son una buena mercancía, vivimos instalados en la cultura del miedo".
El miedo como emoción
No puede decirse que el miedo
en sí sea bueno o malo. El miedo es simplemente una emoción humana
asociada a procesos bioquímicos que se dan como respuesta a una
situación considerada amenazante para nuestra integridad. Ahora, la ciencia ha confirmado algo que muchos ya intuyeron antes: el miedo puede ser contagioso.
Así
pues, el miedo nos puede proteger de peligros reales, pero también
puede ser utilizado como arma contra nosotros, para acobardarnos ante
acontecimientos que, en realidad, podrían ser poco probables. Y sobre
esto último es sobre lo que me gustaría hablarles. En un mundo mucho más
complejo, nuestros instintos naturales básicos pueden seguir siendo los
mismos. Sin embargo, nuestra capacidad de juzgar el riesgo real de las
cosas puede que se haya visto seriamente comprometida. Me gustaría poner
algunos ejemplos en el ámbito de la crisis económica que vivimos.
Cuando el miedo nos hace menos reflexivos
Tras
el estallido de la crisis financiera en 2008, los medios de
comunicación estuvieron difundiendo durante muchísimos meses los
mensajes de políticos, expertos financieros y demás, avisando de que era
imprescindible salvar a los bancos. Si se dejaban caer a los bancos,
las consecuencias serían catastróficas. Fue por ello que los bancos
fueron rescatados con dinero público en muchos países de Europa. Sin
embargo, ¿era esto realmente necesario en todos los casos?
Aunque las historias no son siempre extrapolables, el caso de Islandia
nos podría dar algunas pistas. El Gobierno islandés decidió, en 2008,
dejar caer a los bancos con graves problemas. ¿Hubo una catástrofe en
Islandia? La decisión de dejar caer a los bancos tuvo, efectivamente,
consecuencias para muchos inversores, pero que en ningún caso tuvo un
efecto catastrófico para el país. Todo los contrario, Islandia utilizó
el dinero para otros fines y goza hoy en día de datos socioeconómicos envidiables, en comparación con otros países europeos.
¿Pudo el miedo influir en la decisión de salvar a los bancos? ¿No habría valido la pena ser más reflexivos?
"Que la gente acepte los recortes y los vea casi necesarios se debe a una de las fuerzas más importantes que motivan al hombre: el miedo. Gobernar a base de miedo es eficacísimo". José Luis Sampedro
Cuando el miedo nos hace menos solidarios
Según reconocios economistas, como José Carlos Díez, Grecia no puede pagar su deuda, y hay que aplicar una quita. Además, tras varios años de crisis, la eficacia de la austeridad
ha sido puesta en tela de juicio, incluso por el Fondo Monetario
Internacional (FMI). Entonces, si la austeridad económica no es eficaz
y, además, hace sufrir a tanta gente, ¿cómo ha sido posible imponer
estas políticas y seguir promoviéndolas? El premio Nobel de economía Paul Krugman y el escritor y economista José Luís Sampedro coinciden en su análisis: la causa es el miedo.
Pero
es que además no son solamente los países acreedores, como Alemania,
Holanda y Finlandia, los que no quieren condonar la deuda griega.
Curiosamente, países que también sufren severas crisis y acumulan
enormes deudas, como España y Portugal, se han mostrado, del mismo, modo
en contra
de aliviar de algún modo la deuda griega. En resumen: uno podría pensar
que casi todos los países europeos tienen miedo. Y uno se pregunta,
pero ¿de qué tienen miedo?
Tal vez la respuesta se encuentre en un denominador común. El economista y periodista Joaquín Estefanía lo explica en un artículo:
"Hoy no se trata solo de los temores tradicionales a la muerte, el
infierno, la enfermedad, la vejez, la indefensión, el terrorismo, la
guerra, el hambre, las radiaciones nucleares, los desastres naturales,
las catástrofes ambientales, sino también del miedo a un nuevo poder
fáctico que denominan "la dictadura de los mercados".
Así pues,
los ciudadanos de Grecia, pero también de otros países, no paran de
sufrir debido al miedo. Y algunos se atreven incluso a criticar las
últimas decisiones de un Gobierno, como el griego, que aprueba medidas excepcionales por razones humanitarias. En mi opinión, el miedo también nos hace menos solidarios.
El miedo y la libertad
Según
uno de los mayores pensadores del siglo XX, el psicoanalista, psicólogo
social y filósofo humanista de origen judío-alemán Erich Fromm,
un sustituto común para la libertad son los sistemas autoritarios.
Éstos reemplazan al individuo a la hora de pensar y tomar decisiones.
De
esta manera, según Fromm, el individuo deja en manos del Estado las
tareas de pensar y tomar decisiones con el siguiente propósito: eliminar
la incertidumbre. En otras palabras, los individuos cedemos nuestra
libertad a causa del miedo.
Si obervamos los acontecimientos
históricos, muchos parecen indicar que las tesis de Fromm podrían estar
en lo cierto: guerras preventivas contra estados potencialmente
amenazantes, cesión del poder a los mercados financieros y pérdida de
las libertades individuales en favor de la seguridad, ante el miedo a
ataques terroristas. Precisamente sobre este último punto me gustaría
recordarles el caso de Edward Snowden, aquel hombre que destapó los
programas de vigilancia masiva desde EEUU. Snowden es, en palabras
irónicas de Noam Chomsky, el criminal más buscado del mundo. Chomsky, considerado el pensador más influyedoto del siglo XX por el New York Times,
concluye lo siguiente: la vigilancia masiva a los ciudadanos no se debe
en realidad al miedo a ataques terroristas, sino más bien al miedo del
gobierno ante sus propios ciudadanos. O sea, que el pueblo se deja
vigilar por el estado a causa del miedo. Y el Estado vigila a los
ciudadanos por la misma razón: el miedo.
¿Se puede cruzar el pasillo?
Parece,
por tanto, que el miedo, tenga el origen que tenga, nos puede bloquear,
atrapar, incluso hacernos tomar decisiones que nos perjudican, o
hacernos dejar las decisiones en manos de otros. O sea, que el miedo nos
puede hacer menos libres y reflexivos, también menos solidarios y
justos. Yo he elegido como ejemplo la crisis económica, pero, por
supuesto, la cultura del miedo podría estar instaurada en muchos otros
ámbitos de la sociedad.
Es posible que ustedes hayan experimentado
esas sensaciones de miedo en la escuela, en el deporte, en el trabajo,
incluso en sus casas. La cuestión es: ¿podemos hacer algo en contra de
esa cultura del miedo? Yo creo que sí. Me gustaría pensar que tal vez
puedan ayudar algunas de las cosas sobre las que he estado escribiendo
últimamente: el valor del pensamiento crítico, la lucha en contra de la ignorancia y el dogma, también una búsqueda más profunda de nuestra identidad y naturaleza humana.
¿Recuerdan
a los niños del principio de este artículo? Es posible que uno de ellos
descubra que en mitad del pasillo hay un interruptor. Es posible que
ese, u otro niño, se atreva a caminar a oscuras y encienda la luz. Es
posible, también, que otros le sigan. La mayoría se quedará,
probablemente, en el salón gritando que vuelvan, que no se vayan, que la
historia de los ruidos extraños en el pasillo es cierta. Es posible que
los que se fueron ya no les oigan, que estén ya en el parque jugando.
Imaginen que esos niños somos nosotros. ¿Nos atreveremos algún día a cruzar el pasillo?
Calderón de la Barca escribió: tanto miedo tengo, que aún para huir valor no tengo. Tengamos el valor, dejemos atrás la maldita cultura del miedo.
Calderón de la Barca escribió: tanto miedo tengo, que aún para huir valor no tengo. Tengamos el valor, dejemos atrás la maldita cultura del miedo.
HUFFINGTON POST, Jueves 26 de marzo de 2015
Comentarios
Publicar un comentario