GEMA LENDOIRO
Es una queja común en muchos padres: «a mi hijo le han
pegado en clase otros niños». Y no nos referimos a una queja aislada de
un día, sino a algo que se sucede en el tiempo. ¿Qué hacer?
Mónica Serrano,experta en temas infantiles y en Pedagogía Blanca, reconoce que es un tema «mucho más grave de lo que pueda parecer y más a menudo de lo que creemos».
—Si mi hijo al salir de clase me dice que los niños le pegan, ¿qué debo hacer?
—En primer lugar, creerle siempre. No mostrar ningún tipo de duda. Es lo que va a favorecer la confianza del niño en nosotros para que continúe pidiéndonos ayuda en el futuro.
En segundo lugar, expresarle que estamos a su lado y que le vamos a ayudar a resolver la situación.
—Suponiendo que sea cierto, ¿qué es mejor, hablar con los padres de ese niño o con el colegio directamente?
—Sea cierto o no, debemos hablar primero con el profesorado
y contarle lo que el niño nos ha dicho. Si se están produciendo
agresiones en el aula, debemos pedirle a la profesora que las gestione,
que no las permita.
En caso de que la profesora nos diga que el niño no está
contando la verdad, habría que investigar qué puede estar sucediendo
para que las versiones de ambos no coincidan. Es importante, en este
caso, no mostrar desconfianza hacia el niño.
—¿Qué pasa si en el colegio me dicen que eso son cosas de niños y que no le dé la mayor importancia?
—En este caso, debemos sospechar que estamos en un colegio
en el que la violencia está normalizada. Esto es indicador de que se van
a permitir agresiones de manera habitual, no se va a proteger a los
agredidos ni se va a trabajar con los agresores.
Cambiar esta tendencia en los centros suele ser muy
complicado. Podéis movilizaros los padres, dirigíos a los distintos
estamentos de la organización escolar o, incluso, informar a la
Inspección. En todo caso, muchas veces cambiarlos de colegio es más
sencillo y eficaz.
—¿Qué herramientas puedo darle a mi hijo para que se defienda de un niño que pega?
—La herramienta fundamental es pedir ayuda, que lo cuente a
los adultos, que no silencie las agresiones. Es importante también
transmitirles que pueden elegir a sus compañeros de juego y que pueden
decidir alejarse de los niños que no respetan a los demás. Realmente,
ante situaciones violentas, huir no es de cobardes.
Además, es positivo enseñarle ciertas respuestas verbales
asertivas del tipo «No me pegues», «No quiero que me pegues y no lo voy a
permitir» para responder de manera inmediata a la agresión.
Por otra parte, es necesario analizar la situación de
manera amplia con el niño para detectar los recursos que el niño tiene
para afrontar la situación: otros amigos, posibilidad de huir, adultos
cuidadores…
—¿Y si además de pegarle, le insulta y se ríe de él?
—Si además de pegarle, le insulta y se burla de él,
nos encontramos claramente ante una situación de acoso. Es
importantísimo evitar que estas situaciones se mantengan en el tiempo.
Los padres han de intervenir de manera inmediata y no permitir la
exposición de sus hijos a la violencia. Porque todo acto cometido con
intención de hacer daño a otro es violento, aunque se produzca entre
niños.
Según la OMS, la violencia es el uso deliberado de la
fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra
uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas
probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos,
trastornos del desarrollo o privaciones.
Así, cuando un niño quiere dañar o humillar a otro
deliberadamente, nos encontramos ante una situación de violencia. Si
esto se produce en el colegio, se denomina violencia escolar.
—¿Aconseja llevarlo a un psicólogo si la cosa se pone seria?
—Aconsejo intervenir ante cualquier sospecha. Si nuestro
hijo está siendo víctima de violencia en la escuela, lo primero es
eliminar la exposición a la violencia. En cuanto a llevarlo al
psicólogo, depende de cada situación. Un psicólogo no puede enseñar a un
niño a gestionar la violencia escolar, pues la violencia no es
susceptible de ser gestionada. Sin embargo, sí puede ayudarlo a elaborar
y superar la situación que ha vivido si fuese necesario.
Puede consultarse con un profesional y que sea éste quien determine si el niño necesita terapia psicológica o no.
—¿Existen posibilidades de que esto afecte a su manera de ser?
—Por supuesto que sí. La exposición a la violencia escolar
afecta a las autoestima de los niños y, con ello, a su motivación. Puede
influir negativamente en el desarrollo de sus habilidades sociales y
generar indefensión aprendida (si nadie le ayuda), lo cual repercutiría
en aspectos de la personalidad como: pobre sensación de control,
negativa percepción de competencia personal, tendencia al pesimismo,
etc…, lo cual estaría incrementando las posibilidades de padecer
depresión o ansiedad.
Es muy importante que los padres tomen en serio cualquier
agresión entre compañeros, sea física, verbal o actitudinal. Que
investiguen qué está pasando y pongan los medios necesarios para que el
niño pueda resolver la situación.
Recomiendo que los padres consulten con un psicólogo si se
enfrentan a situaciones de este tipo para que les oriente en cómo ayudar
a sus hijos. En cualquier caso, no permitáis que vuestros hijos sufran
violencia por parte de nadie.
ABC, 28/03/2015
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