REBECA YANKE
Narcisista, con aires de grandeza y con la sensación de tener derecho
a todo, éste es el perfil del hijo que, sobre todo llegada la
adolescencia, tiene actitudes violentas hacia sus padres. Lo dice un estudio elaborado por, entre otros, la investigadora de la Universidad de Deusto Esther Calvete y que se acaba de publicar en la revista especializada Developmental Psychology.
A lo largo de tres años, el equipo liderado por Calvete ha trabajado con 591 adolescentes vizcaínos y también con sus padres, con el objetivo de averiguar cuál es el caldo de cultivo de las agresiones de hijos a padres,
una cuestión en sí difícil de estudiar porque, según se lee en el
informe, "hijos abusadores y padres abusados son reacios a admitir que
está ocurriendo este tipo de agresión". Hay pocos estudios al respecto y
éste es el primero que examina el enlace entre el narcisismo y la
violencia de hijos a padres.
Dos grandes escenarios son los que
influyen en la posibilidad de que un niño se convierta en un adolescente
agresivo. El primero, un ambiente violento, un hogar en el que el niño
se ve expuesto directamente a la violencia. Por ejemplo, cuando los
padres se agreden entre ellos o cuando uno agrede al otro. El segundo
tiene que ver con la ineficiencia de los padres, con progenitores "excesivamente permisivos" o con "carencias afectivas".
"Donde
la agresión es algo común, los hijos desarrollan un alto concepto de sí
mismos, al tiempo que se sienten alejados, desconectados y rechazados a
la vez. Hemos comprobado que, en quienes detectamos un ambiente
violento durante el primer año de investigación, hubo agresiones de
hijos a padres en el tercer año de estudio", se lee en el informe.
En
aquellas familias en las que se detectó, durante ese primer año de
investigación, un entorno en el que el calor humano era prácticamente
inexistente, a lo largo del segundo año se observaron las
consecuencias de esa falta de afecto ambiental en el desarrollo
narcisista y alejado de la realidad de los adolescentes. Finalmente, en el tercer año de investigación, comienzan a aparecer signos de violencia de los hijos a los padres, pero no en las niñas.
"El narcisismo pronostica la agresión de hijos a padres sólo en los
chicos y la exposición a la violencia es un indicador muy fuerte de
agresión de padres a hijos también en los varones", sostiene el informe.
La exposición a la violencia
Vivir en un entorno violento, o donde con cierta asiduidad hay
episodios de agresividad, predispone a la violencia, incluída aquella
que pueden acometer los hijos contra sus padres. Si esa violencia se
dirige del progenitor al hijo o se desarrolla entre los padres, existen
más posibilidades de que el hijo pueda heredar el gesto y ser violento
en poco tiempo, según este estudio.
Estilo familiar
Hay
dos tipos de familia que pueden influir en el posible carácter de los
hijos a medida que se conviertan en adolescentes. Uno es aquel que se
caracteriza por la permisividad y, otro, aquel en el que falta calor. "Los progenitores permisivos se asocian a las agresiones de hijos a padres, algunos estudios afirman que cuando los padres son demasiado permisivos y no se ocupan de sus hijos éstos tienden a adoptar el rol de padre.
Este cambio de roles puede producir conflictos entre padres e hijos y,
en última instancia, agresiones. Por ejemplo, los hijos pueden enfadarse
y ponerse agresivos con los padres cuando éstos no cumplen sus
funciones para con ellos"
Allí donde escasea el apoyo, el afecto y
una comunicación positiva también hay posibilidad de que se generen
escenarios de agresividad entre hijos y padres. "Los progenitores
perceptivos y cariñosos pueden influir a sus hijos a la hora de adoptar
estrategias no violentas para conseguir logros y expresar indignación o
enfado. Por el contrario, en hogares fríos donde los integrantes viven
distantes puede provocar en los hijos mala adaptación y la imitación de
sus estrategias agresivas, así como sus patrones de interacción".
EL MUNDO, Martes 15 de diciembre de 2015
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